“Las plantas medicinales son un tesoro ancestral que todos debemos preservar”

Diana Manzo

Fotos: Cortesía

Unión Hidalgo, Oaxaca. Como un tesoro invaluable, Harena Manzo, una joven zapoteca, guarda las plantas medicinales que encuentra a su paso y las conserva a través de pócimas que transformó alquímicamente en remedios herbolarios para el cuidado de la piel, pero sobre todo para nutrir el alma, como jabones, cremas, aceites, exfoliantes, champús, entre otros productos naturales.

Nativa de Unión Hidalgo, Oaxaca, Harena tuvo la influencia de su padre, quién le heredó el amor a las plantas, pero fue en la pandemia donde encontró una influencia mayor al descubrir sus propiedades curativas.

Conocer sus orígenes, propiedades, olores y hasta sabores permitió a la joven conservar esta herencia milenaria, que ha sido relegada por la influencia comercial, y que ahora preserva como deber humano, admiración y respeto hacia la naturaleza.

“Las plantas tienen un poder único y mágico”, afirma la joven, que tiene la piel color arena y ojos profundos como la noche.

Redescubrirse con la botánica fue para Harena un todo, el cual disfruta elaborar todos los días desde su hogar en Guadalajara, Jalisco, a donde emigró hace seis años sin olvidar sus raíces zapotecas.

Es dueña de una botica y de la marca “Layú”, donde reposan sus remedios y envía el poder de la herbolaria mexicana a todo el mundo.

“La adquisición de mi conocimiento de herbolaria ha sido empírico, leyendo libros, tomando talleres, consultando a personas que estudian el tema y que practican la herbolaria. Todo eso me nutre para experimentar en mi laboratorio y elaborar mis remedios 100 por ciento naturales y libres de tóxicos, para cuidar nuestro cuerpo”, cuenta con emoción.

Con su cuerpo Harena probó cada uno de los remedios y notó que funcionan, que curan la piel sin químicos y que su alma quedaba en paz, pero al mismo tiempo la nutre. “La medicina natural y sus desechos no contaminan el medio ambiente”, asegura.

Harena considera que el uso de las plantas medicinales es una práctica poderosa que empleaban las civilizaciones antiguas y que durante la conquista surgieron importantes intercambios e inmersiones de plantas de oriente y medio oriente.

“Las plantas nativas han resistido a un sinfín de invasiones, eso comprueba que la naturaleza es la única capaz de regenerarse aun con la presencia destructiva del ser humano”, enfatiza.

Harena se considera naturalista y busca con sus pócimas conservar un poco, “una cosa de nada”, de lo que la naturaleza guarda, y al mismo tiempo visibilizar la importancia de la herbolaria en la vida cotidiana, no sólo para el cuerpo exterior sino también el interior.

“La naturaleza es la perfección de la existencia”, recalca al resaltar que es “nuestro” deber cuidar y, en el caso de la herbolaria, preservar y compartir, pues este conocimiento ancestral forma parte de la identidad territorial con alto valor histórico.

“Con mi proyecto de la botica artesanal mexicana, busco que generemos conciencia hacia nuestros hábitos usando la medicina natural y valoremos toda la bondad que la naturaleza nos brinda. Busco que volvamos la mirada hacia nuestra raíz para empatizar con el medio natural y dejar el menor impacto posible como ser humano”, explica.

En México, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), hay más de 4 mil especies de plantas con propiedades medicinales, por lo que Harena no se cansa de descubrir y experimentar al día con nuevas plantas.

En el 2018, la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) liberó 18 hierbas medicinales para su uso legal, de las cuales, esta mujer utiliza seis desde hace más de 25 años.

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