Las múltiples imágenes de la guerra

Raúl Zibechi

Los fríos números sobre la cantidad de muertos y heridos en las guerras en curso no alcanzan a mostrar el tamaño de la catástrofe que conllevan. Las fotografías que muestran el sufrimiento humano en primer plano y la destrucción de viviendas y edificios pueden acercar algo más la dramática realidad que se vive. Sin embargo, es posible que la multiplicación de imágenes esté anestesiando sentimientos y bloqueando la capacidad de reacción de amplios sectores de la población. Cada vez resulta más difícil, para muchas personas, permanecer frente a la pantalla cuando aparece el dolor humano de forma descarnada.

La reciente inmolación de un soldado estadounidense frente a la embajada de Israel en Washington rememora la valiente acción de monjes budistas durante la guerra de Vietnam. El 11 de junio de 1963, el monje Thích Quang Duc se quemó hasta morir en una calle muy transitada de Saigón, denunciando la guerra. Las fotografías dieron la vuelta al mundo y sirvieron para cuestionar las políticas adoptadas por el régimen pro yanqui de Ngo Dinh Diem. Varios monjes siguieron su ejemplo y se quemaron hasta la muerte para denunciar la persecución que sufrían. En noviembre de ese mismo año, totalmente aislado, el dictador fue derrocado y el régimen sufrió un serio cuestionamiento.

El soldado que se ha quemado a lo bonzo ante la embajada israelí falleció luego de algunas horas. En las redes sociales se pueden ver imágenes de un hombre con uniforme militar que se queda en pie quemándose mientras grita “Palestina libre” y se lo escucha decir: “Soy un miembro en activo de la Fuerza Aérea y no seguiré siendo cómplice de genocidio”.

¿Qué repercusiones tendrá este hecho en la llamada opinión pública occidental? ¿Pasará como una dato más que se olvida ante la siguiente tanda de anuncios comerciales? ¿Qué podemos hacer para profundizar en el dolor que producen las guerras sin saturar a nuestra gente?

El antes y el después, en fotos y gráficos

La denuncia de la destrucción que están provocando las guerras en Ucrania y Gaza pueden llegarnos por los más variados caminos, para hacernos comprender que no hay guerras buenas. Sin duda hay víctimas y hay victimarios, pero puede ser necesario ir más allá, mostrar la vida a pesar del dolor de la aniquilación y la muerte.

Un informe del periódico Asia Times (26 de febrero) muestra gráficos tomados a partir de radares sobre la destrucción de la ciudad de Bajmut, tomada por el ejército ruso luego de una larga y demoledora batalla, a la que bautizaron como “picadora de carne”. Se adjuntan además fotos que muestran una misma imagen antes y después de una batalla.

Son imágenes tomadas desde arriba y a gran distancia, por lo que no aparecen personas en primer plano como suele suceder con los foto reportajes que exponen el sufrimiento humano en primer plano. Sin embargo, esa distancia puede permitir otro tipo de acercamiento para asimilar la destrucción, mientras que la sobre exposición del sufrimiento de mujeres, niños y niñas puede tener el efecto contrario. No pretendo decir que haya que descartar este tipo de fotografías, sino enfatizar en la necesaria complementariedad de las múltiples láminas.

La BBC publicó el 30 de enero imágenes que ilustran el tamaño de la destrucción en Gaza, además de dos fotos de la ciudad de Jan Yunis antes y después de la destrucción. Creo que se complementan al enseñar que incluso los más pequeños espacios han sido destruidos por las bombas, sin la menor piedad. Cada poro de la vida está siendo saturado por la violencia.

La ventaja de este tipo de cobertura es que permite observar el desarrollo temporal de la destrucción. Casi todas las fotos que conocemos de Gaza (pero también de ciudades de Ucrania) enseñan edificios destruidos y personas sufriendo, pero no nos dicen lo que sucedía antes de la guerra. Es muy difícil que el público encuentre fotos de la vida cotidiana en Gaza que muestren la colorida vida cotidiana y los tiempos de ocio de su población, mientras nos colman con imágenes de combatientes armados de Hamas o del ejército de Israel.

La destrucción sólo puede comprenderse si tenemos alguna idea de lo que existía antes de la aniquilación de la vida. El EZLN nos muestra en el 30 aniversario del levantamiento imágenes de niños y niñas jugando y montando bicicletas, lo que nos acerca a una realidad de vida, frente a la muerte que pregona el sistema.

En estos momentos en los que nuestros sentidos están frente a una brutal exposición mediática, puede ser interesante acercarnos a las guerras desde los más diversos ángulos, para comprender con el alma y con el cuerpo el enorme reto al que estamos enfrentados.

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