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Las Flores en el Desierto, la voz de las mujeres en resistencia, son la voz de la tierra

Sofía Herrera

Lo que se presenta en este libro, Flores en el desierto, son las historias de diez mujeres voceras del Concejo Indígena de Gobierno, iniciativa del Congreso Nacional Indígena para proponer a Marichuy (mujer indígena nahua) como candidata de los pueblos a la presidencia del país.

Son historias que tienen muchas cosas en común: enfrentarse al racismo, la represión por defender sus territorios, la violencia que han enfrentado de distintas formas y en distintos momentos contra los proyectos de despojo del gobierno y los poderosos, pero también contra el machismo que permanece en todas las comunidades. Rocío, Magda, Sara, Bettina, Gabriela, Myrna, Osbelia, Lucero, Lupita y Marichuy, mujeres de los pueblos comca’ac, yoreme, coca, binnizá, nahua, tsotsil, mazahua, maya y kumiai, comparten la historia de cárcel por luchar por la tierra, como el caso de Rocío y los comuneros, que se repite en la violencia y la persecución que han sufrido otras concejalas y las comunidades, tribus y pueblos a los que pertenecen.

Sus testimonios nos recuerdan una y otra vez que el sistema en el que vivimos, el capitalismo, es un sistema ecocida, asesino de la vida, que necesita destruir la naturaleza para crecer. Es machista explotando el trabajo humano, y el de las mujeres doblemente en los hogares con montones de trabajo no pagado; es racista porque en cada historia se refleja que en este país se sigue atacando y obligando a olvidar la cultura y las historias de los pueblos indígenas.

En las historias de las flores en guerra que emergen en este libro, lo que realmente aparece son las historias de las resistencias de sus comunidades en defensa de su territorio, sus luchas colectivas que a tantas nos han inspirado para seguir peleando en otros lugares y territorios. En este libro, Gloria Muñoz no solo hace retratos entrañables de diez mujeres, sino de muchas más, madres, tías y abuelas que son parte fundamental en las vidas de las concejalas porque han sido ejemplo, guía y camino para ellas. Mujeres insumisas y desobedientes que prepararon la tierra en la que hoy nos toca sembrar y hacer nacer mundos nuevos.

Las historias y los testimonios de estas mujeres nos comprometen a todas las demás, son un llamado a que nos organicemos o continuemos fortaleciendo nuestras organizaciones para defender el territorio, la dignidad, la vida toda:

  • En el libro queda claro cómo las mujeres dan vida a las comunidades encargándose de la comida, de los niños, pero además yendo adelante en los procesos de resistencia contra los poderosos. Porque entienden que sin tierra no hay vida y no hay comunidad. Las mujeres en muchos territorios son la esperanza.
  • A través de sus voces hablan también las montañas, el agua del mar y la laguna, la isla, las piedras, los animales y plantas, el viento, los espíritus del cerro y el bosque, todo lo no humano en lo que los poderosos, los capitalistas, solo ven recursos y dinero, y ellas se ven a sí mismas.
  • Con las Flores recordamos que hacia las mujeres siempre ha habido ataques del Estado-gobiernos, del capital, de los poderosos… pero también que la mujer ha sido protagonista de la resistencia, de asegurarse del sustento de la comunidad, de la lucha contra la privatización y destrucción de la tierra, contra proyectos de minería, de construcción de fraccionamientos y carreteras sobre sus bosques… Y también de la lucha para recuperar los saberes que han sido destruidos, como los de las medicinas tradicionales y la labor de las parteras, la memoria de los saberes de nuestras abuelas y tatarabuelas, el trabajo colectivo, luchando contra las formas individualistas, racistas y competitivas.
  • Cada testimonio contenido en el libro reivindica la participación de las mujeres como algo fundamental en la continuidad de las formas de la reproducción de la vida en comunidad y demuestran que no existe posibilidad alguna de defender la tierra sin las mujeres; sin su inteligencia, su coraje, su valentía, sus corazones alegres y amorosos. Gloria y las flores en el desierto nos recuerdan que la historia y el amor son muy importantes en la lucha por el territorio. Y es que las palabras de las concejalas nos hablan de que las luchas de los pueblos se construyen en los tejidos de los afectos, donde el amor, la reciprocidad, el cariño con la comunidad, con la tierra, con nuestra historia y nuestros muertos; el apego entre las y los integrantes de la comunidad que más allá de la sangre, se construye por la historia, la memoria, y el territorio común, y que dan la rabia para superar el miedo a defender la tierra.
  • Nos hablan de que sin memoria histórica estamos perdidas, y que esa memoria se construye en comunidad, así como solo en colectivo se puede sostener la resistencia frente a todas las formas de despojo. Como dice Gabriela de su pueblo los Comca´c: “te instruye tu clan y te cuenta historias de antes para que no traiciones a tu pueblo y no te vendas, para que veas por el bien de la comunidad”. Nos dicen que reconstruir y recuperar la historia, como lo hace Rocío con sus talleres, es lo que da sustento y construye a la comunidad y sus luchas. Porque la tierra es donde tus muertos son sepultados, y ahí está el tejido de nuestras historias; por eso, cuando te despojan de la tierra, te roban tu historia, tu cultura y tus muertos.
  • Nos dicen todas de algún modo, que el horizonte se ve nublado y por eso hace falta aprender a escucharnos, articular las rebeldías y resistencias, construir desde los pueblos y barrios de las ciudades, organizarnos en todo el país antes de que esta tormenta de guerra termine por arrasarnos.
  • Las voces que se reúnen en este libro nos muestran que no es posible pensar en una vida digna y sin violencia contra las mujeres sin derrotar al racismo. Que no será posible la construcción de una forma de vida diferente si no se destruye el machismo y no se tienen en cuenta los aportes de las mujeres en las luchas en defensa de la tierra, de la vida, dignidad y libertad para todas y todos. Las concejalas y sus compañeras en los pueblos son las que trabajan en las fiestas, alimentan a quienes se movilizan y son las que también se movilizan, son el centro de los tejidos colectivos de las comunidades contra el despojo. Las flores de la laguna, de la Isla y la sierra de Mezcala que defienden su territorio.

Este libro es un documento histórico invaluable. No solo porque documenta voces de mujeres que denuncian proyectos de despojo, violencia, represión, corrupción, racismo, discriminación, explotación, devastación ecológica, sino, sobre todo, porque guarda testimonios de esperanza en medio de una guerra que quiere imponernos la muerte en todos los espacios de la vida.

La defensa que las mujeres hacen del territorio como espacio de vida, cultura, historia y símbolos, es una lucha central. Y como ha señalado otra mujer (Silvia Federici), en muchas partes del mun­do, las mujeres son las que se han resistido con más determinación a la venta de la tierra porque saben que ahí está la seguridad para el futuro, y no en el dinero, que la tierra garantiza la vida de la comunidad, y que sin ella no hay vida, y las Flores en el Desierto son una clara muestra de ello.

Por todo esto, para mí, leer las Flores en el Desierto ha sido como la experiencia refrescante y sanadora de quien se regala a sí misma el tiempo de admirar la vida -y mirarse- en el reflejo del agua cristalina de un arroyo tranquilo en medio del bosque, aun cuando todo alrededor le grita que no hay tiempo, que ya no tiene caso.

Recuperando una de las frases más queridas por Gloria, (y dicha por el escritor John Berger) “la resistencia está en saber escuchar a la tierra”, y yo creo que las flores en el desierto, la voz de las mujeres en resistencia, es la voz de la tierra. Así que nos toca escuchar y aprender para luego unir nuestra voz a la suya e intentar hacer, de algún modo, más caminos juntas.

Mezcala, marzo de 2019

Para acceder a Flores en el Desierto, click aquí

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