Escribía el legendario campeón, Garri Kasparov, que el ajedrez era una metáfora de la vida. Con la llegada de los superordenadores y el profundo replanteamiento conceptual respecto al papel de las mujeres en la sociedad, esto es ahora una realidad, cuyos orígenes trataremos de trazar brevemente.
Llevó décadas y millonarios esfuerzos lograr que los programas de ajedrez derrotaran al ser humano. El problema principal de las computadoras es que -debido a su programación binaria- hacían un cálculo estrictamente material de las posiciones, de manera que les costaba mucho trabajo encontrar las defensas adecuadas contra los sacrificios de piezas o los ataques masivos al enroque, la fortaleza del rey. La fuerza bruta a veces no podía contra el ingenio.
El dilema no es fácil de resolver, pero se puede explicar así: De nada sirve tener un montón de piezas si no se pueden coordinar eficazmente ni para el ataque ni para la defensa. La ventaja relativa, digamos de una dama y un caballo bien puestos para atacar, pueden demoler cualquier baluarte o ejército. La materia no lo es todo, las consideraciones de espacio y tiempo también son importantísimas, algo muy difícil de valorar desde un análisis mecánico de una situación dada.
Decía el genio norteamericano de la etapa romántica, Paul Morphy: “Ayuda a tus piezas, que ellas te ayudarán”, para significar que todo con lo que contamos en una partida debía estar en una posición dinámica, para permitir un desarrollo armónico.
En 1997, la mejor computadora derrotó al mejor humano en el match Deep Blue contra Kasparov y este fue un primer momento emblemático. La Inteligencia Artificial por primera vez superó el umbral y lo hizo del modo que se hace en la informática: Calcular millones de posibilidades de manera instantánea, algo insuperable desde la racionalidad limitada de cualquier persona.
Se puede decir que la informática logró tal prodigio, en buena medida por la impresionante capacidad de acumulación de datos. Alpha Zero, el programa hoy más avanzado, jugó casi cinco millones de partidas y obtuvo un conocimiento comparable al de los humanos en ¡mil cuatrocientos años! (Roberto Rodríguez, La Vanguardia, 14/12/17).
Stockfish, otro programa puntero, tiene una sorprendente capacidad de cálculo de 80 millones de posiciones por segundo. Esto transformó drásticamente el ajedrez de competencia. Ahora todos los jugadores profesionales requieren entrenarse con programas y esto ha aumentado considerablemente la exactitud y el nivel de exigencia. El actual campeón mundial noruego Magnus Carlsen probablemente no sea el más espectacular pero sí el más sólido y preciso. Pero tendrá que poner atención a una oleada de jóvenes de la India que no rebasan los 30 años y que pondrán en serios aprietos su continuidad en la cima.
Quizá la avasallante incursión de la Inteligencia Artificial le ha quitado espontaneidad y el halo romántico que tenían los grandes torneos y héroes del ajedrez. Los jugadores de antaño lo hacían todo manualmente, con libros, revistas, tableros, la práctica en el club, muchísimo cálculo mental y buenas dosis de arrojo.
La cibernética abrevó de esos millones de ensayos de prueba y error, que están en el nutrido acervo partidas de este juego milenario, pero ahora proyectan nuevos caminos y una verdadera explosión del conocimiento.
Las mujeres, el otro rostro de la revolución.
Es bien conocido que el ajedrez era un deporte bastante segmentado y hasta se podría decir androcéntrico. Una crítica radical podría afirmar, con justificación, que estaba sumido en un predominio masculino desafortunado y no se veían formas fáciles de revertir esa condición. Las mujeres pioneras que empezaron a romper techos de cristal fueron las hermanas Polgar de origen húngaro. Susan, la mayor, fue la primera en obtener grado de Gran Maestro absoluto, Judit, la más fuerte estuvo en el top ten mundial y era una jugadora de élite, mientras que Sofía, la menor, alcanzó uno de los desempeños históricos más altos para cualquier jugador en el torneo de Roma. También merecen tributo las jugadoras georgianas, quizá el país con más tradición histórica de promoción al ajedrez femenino.
Pero el acontecimiento más deslumbrante llegó de un lugar inesperado, muy ad hoc con los gustos actuales y en el contexto de la actual pandemia: ¡Las series de televisión! Con Gambito de Dama, protagonizada magistralmente por Anya Taylor Joy, el gran público pudo acercarse por primera vez a este mundillo, con una ambientación perfecta y una historia muy convincente sobre la vida de una “estrella solitaria” que se sobrepone a un mundo jerárquico e incluso hostil.
La serie ayudó como ninguna otra a romper el feo estereotipo que el ajedrez es un juego “aburrido y de viejitos”. Todo lo contrario: Es divertido, la juventud es la mejor etapa para practicarlo y sobre todo, es para las mujeres, donde también hay una explosión de talento idéntica a la de los nuevos talentos de la India que referimos.
A mi juicio, el origen de la desigualdad de géneros en el ajedrez es plenamente estructural, no tiene que ver con ninguna otra diferenciación más que la triste realidad de la segregación, la exclusión social y el acceso inequitativo a los bienes culturales y educativos. De manera que habrá que celebrar que se le de “jaque mate” al patriarcado.
Decir que los avances cibernéticos y la equidad de Género son dos factores que han revolucionado el conocimiento y nos pueden llevar a otras dimensiones de pensamiento, suena aplicable a otros campos, además del ajedrez. ¿Será?
Referencias:
- Kasparov, Garri (2007) How life imitates chess. William Heyman, Londres.
- Roberto Rodríguez, La vanguardia (14/12/17) Alpha Zero, el programa que revoluciona el ajedrez y puede cambiar al mundo. https://www.lavanguardia.com/deportes/otros-deportes/20171214/433624379301/alpha-zero-deep-mind-gary-kasparov-ajedrez-inteligencia-artificial.html#:~:text=Stockfish%208%20no%20es%20m%C3%A1s,decidir%20la%20jugada%20precisa%20siempre.
*Dr. en Estudios Latinoamericanos, internacionalista y sociólogo.