Foto: Activistas propalestina en la acampada de la Universitat de València. (Jose Ángel Sánchez Rocamora)
“No queremos que en nuestro nombre nuestras instituciones académicas sean cómplices del genocidio palestino”, así explicaba una activista ayer a El Salto la decisión de BDS Valencia y Estudiantes por Palestina de iniciar una acampada en el campus de la Universidad de Valencia. Es una acción indefinida que se une a la ola de acampadas en solidaridad con Gaza que comenzara en la universidad de Columbia el pasado 17 de abril, y que se ha ido extendiendo, primero por Estados Unidos y también más allá del globo, siendo la de Valencia la primera acampada en el España.
Un mapa interactivo, desarrollado por la iniciativa Students for Gaza ha ido actualizando el número y localización de estas iniciativas que llaman al boicot y la desinversión contra Israel, demandando el fin de la complicidad con el genocidio. Según este mapa —que enlaza además con las exigencias o la cobertura concretas de cada iniciativa— son ya más de 110 los centros educativos en rebeldía, incluyendo un puñado fuera de Estados Unidos, como en la Sorbona en Francia, o la universidad de McGill en Montreal, en los que el estudiantado ha traducido su clamor contra la masacre en forma de acampada.
Durante el lunes las personas que participan en la acampada de la Universidad de Columbia organizaban un acto de gran fuerza simbólica: tras tomar el edificio Hamilton Hall, como ya hicieran los manifestantes contra la guerra de Vietnam en 1968, desplegaban una pancarta renombrando el edificio “Hind’s Hall”, en referencia a Hind Rajab, la niña de seis años que estuvo pidiendo ayuda en un coche en el que se hallaban sus familiares asesinados por el ejército de ocupación, y a la que las fuerzas sionistas acabaron matando, junto a los paramédicos que acudieron a rescatarla.
Se calcula que unos 10.000 cuerpos sin recuperar yacen bajo las ruinas, un hecho traumático para las familias, y que supone un gran riesgo para la expansión de enfermedades
También ayer expiraba el plazo que las autoridades universitarias de Columbia habían dado a las personas acampadas para desalojar la protesta, bajo amenaza de suspensión de la matrícula y expulsión de los alojamientos universitarios. Profesores de la universidad habrían hecho una cadena humana para proteger a los estudiantes, lo que les ha permitido quedarse a pesar del ultimátum. La dura represión está siendo señalada en estas protestas, por las que, ayer a 29 de abril, ya se contaban hasta 900 detenidos en todo Estados Unidos. La población gazatí ha apoyado desde la Franja la iniciativa de los estudiantes. “Gracias estudiantes en solidaridad con Gaza, vuestro mensaje ha llegado”, se podía ver escrito sobre la lona de una de las tiendas donde se cobijan los gazatís en Rafah.
Mientras las acampadas se expanden y las protestas continúan a pesar de la represión, Israel estaría inquieto ante un nuevo frente. The New York Times reportaba que el gobierno Israelí, con Netanyahu a la cabeza, tendría información de que el Corte Penal Internacional de la Haya —que puede juzgar a individuos concretos por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra— estaría preparando órdenes de captura a raíz de las acusaciones derivadas de la brutal masacre contra Gaza.
El lunes 29 Estados Unidos afirmaba que la CPI no tenía jurisdicción para perseguir a los mandatarios israelíes, y que esta institución no contaba con el apoyo de Washington —el país no ha ratificado es Estatuto de Roma en el que se sustenta este tribunal—. La mañana del martes 30, llegaba una respuesta desde Rusia denunciando su hipocresía, pues EE UU respaldó en su momento la orden del CPI contra Vladimir Putin.
Muertes silenciosas y drones
Según el ministerio de sanidad en Gaza, ya son 34.535 las personas asesinadas por Israel y 77.704 las heridas. Además se calcula que unos 10.000 cuerpos sin recuperar yacen bajo las ruinas, un hecho traumático para las familias, y que supone un gran riesgo para la expansión de enfermedades. Hace unos días un informe de Naciones Unidas afirmaba que harán falta al menos 14 años para levantar todos los escombros, junto a los cadáveres, se teme que haya una gran presencia de municiones israelíes sin detonar, que harán la vida en la Franja aún más peligrosa.
Quienes sobreviven a las bombas ven su vida amenazada por la destrucción de la infraestructura sanitaria. Las personas que padecen enfermedades crónicas o que han enfermado fruto de la insalubridad del ambiente, y no pueden recibir atención médica y los tratamientos que necesitan para sobrevivir, se enfrentan a lo que un informe publicado ayer 29 de abril por Médicos Sin Fronteras denomina muerte silenciosa. Sin poder acudir a los hospitales, la organización alerta de que cientos de personas podrían estar sucumbiendo a sus enfermedades en sus casas.
Además, la organización hace hincapié en el trauma que están atravesando las personas supervivientes a los bombardeos. La falta de un lugar seguro, la pérdida de seres quedados cuyos cuerpos no pueden llorar, o la incertidumbre estaría teniendo una incidencia demoledora en la salud mental de los gazatíes. MSF, que opera en Rafah, donde se hacinan 1,7 millones de personas, recoge algunos testimonios en su informe.
La organización Euromed Rights Monitor ha denunciado el empleo de drones que emiten sonidos intimidatorios con el fin de aterrorizar
“El ejército no te deja recoger cadáveres. Puse a mis hijos delante de mí para que pudiera verlos y les dije a los mayores: ‘Si el ejército me mata, tenéis que seguir adelante, caminad recto y no os volváis’”, explicaba una mujer que se desplazó sola con sus tres hijos hasta Rafah, avanzando entre bombardeos y restos humanos. Otra mujer relata cómo vio morir acribillado a su marido en las inmediaciones del hospital El Nasser, cuando este intentaba retirar un cadáver que llevaba abandonado días. Alrededor de este hospital, sito en Khan Younis, se han encontrado cientos de cuerpos enterrados en fosas comunes. La mujer tuvo que dejar el que era su refugio ante la invasión del ejército israelí: “Me fui, sin mi marido, sin dinero y solo con la ropa que llevaba puesta, embarazada de nueve meses, y empecé a caminar hacia Rafah”.
Desde MSF, muestran su preocupación por la situación de las personas que quedan en el Norte de la Franja y que no cuentan con ningún acceso a ayuda médica. Además alertan de que una eventual invasión de Rafah tendría consecuencias devastadoras para las personas refugiadas en este pequeño territorio, ya castigadas por el trauma, la hambruna y las durísimas condiciones en las que se encuentran. Mientras tanto, las negociaciones por un alto al fuego no parecen concretarse: Israel habría propuesto una pausa de 40 días y el intercambio de prisioneros, pero Hamas exige un alto al fuego definitivo y la garantía de que Israel abandonará Gaza. El gobierno israelí, sigue amenazando con la inminente invasión de Rafah.
El ejército sionista no escatima en medios para atormentar y aniquilar a la población gazatí. La organización Euromed Rights Monitor ha denunciado el empleo de drones que emiten sonidos intimidatorios con el fin de aterrorizar, o incluso atraer a las personas, en el campo de Nuseirat. Así, testimonios recabados por la organización, con base en Ginebra, reportaban el uso de drones que retransmiten grabaciones de niños y mujeres pidiendo ayuda, con el fin de atraer a civiles que acudirían a ayudar, y serían atacados por el dron. También se utilizaría este tipo de equipo para emitir sonidos de disparos, tanques o bombardeos para empujar a las personas desplazadas a huir.
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