La experiencia de San Salvador Atenco, en el Estado de México, ha marcado ya una década de las resistencias populares y su huella no cesa. De la oposición exitosa a un aeropuerto que hubiera aniquilado las fértiles tierras del valle de Texcoco, los atenquenses pasaron a la brutal represión en mayo de 2006, en la que tuvo responsabilidad protagónica el entonces gobernador Enrique Peña Nieto. Luego los compañeros presos con inverosímiles condenas y la lucha por su liberación. Y siempre, la defensa del agua, el suelo, la vida de un pueblo al que Trinidad Ramírez honra con su voz, su perseverancia y su valentía. La herida se mantiene abierta, como abiertas se mantienen las páginas de la Historia para este pueblo ejemplar.
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