Ciudad de México | Desinformémonos. La masacre de Acteal, la represión a los movimientos sociales en defensa de la tierra, los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, los feminicidios y otras formas de violencia exacerbada, le costarán a México años de “dolor social”, aseguraron expertos nacionales e internacionales en las Jornadas de Estudio “Metamorfosis de los cuerpos violentados. Técnicas, política y artes”.
Pablo Piccato, historiador de la Universidad de Columbia, explicó que la aceptación de la violencia en México, a la que llamó una “infamia nacional”, deja una gran cantidad de víctimas inocentes porque privilegia el uso de la tortura y las ejecuciones extrajudiciales por encima de los procesos judiciales formales.
De acuerdo con Piccato, esta forma de operar, que no es atribuible a la guerra contra el narcotráfico del 2006, sino que se remonta al siglo pasado, permite a los gobiernos justificar sus acciones: “No importa que haya 100 mil muertos, son todos criminales”.
Para Sabrina Melenotte, antropóloga del Institut Interdisciplinaire D’anthropologie du Contemporain, la masacre de Acteal el 22 de diciembre de 1997, fue un caso inédito de violencia política en el país. “No hay antecedente de los métodos perpetrados sobre mujeres, niños y ancianos como en Acteal”, afirmó.
La antropóloga contrastó las diferentes versiones de la masacre y retomó el testimonio de una niña que sobrevivió al ataque, en el que relata cómo cuatro mujeres indígenas embarazadas cuyos fetos fueron extraídos de sus cuerpos por los agresores.
En su opinión, esa conducta se asemejó a las prácticas paramilitares usadas por los kaibiles guatemaltecos en los años 80, durante la lucha contrainsurgente en América Latina.
Por otro lado, Irene Gil Ramos, del Centro de Estudios de Conflictos y Cohesión Social de Santiago de Chile (COES), habló del Caso Iguala, sobre los 43 estudiantes de la normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa que fueron desaparecidos en septiembre del 2014. Gil Ramos se refirió específicamente al rostro desollado de Julio César Mondragón, que significó la anulación de su calidad de persona e hizo visible la violencia con la cual se buscó deshumanizarlo. “Con esta última escena aterradora el grupo criminal indica su dominio y su mensaje en la marca que deja la violencia infringida al cuerpo”, subrayó.
Durante las Jornadas se recordaron otros eventos violentos que han azotado al país, a sus pueblos y ciudades, mujeres y hombres. Ante esto, Roxana Enríquez, antropóloga forense, concluyó que diferentes ciencias, como la sociología, la psicología y la antropología deben prepararse como cuerpos académicos “para hacerle frente a este dolor social que está por venir”.
Con información de Proceso