Foto: Justicia Alimentaria
Se presentó el primer Informe Anual de la Situación de la Soberanía Alimentaria en Argentina (IASSAA 2022), realizado por la Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria y colectivos afines (Red CALISAS). El trabajo, realizado por más de 60 organizaciones entre universidades públicas, instituciones de educación superior, movimientos sociales y organizaciones comunitarias, aportó algunos datos claves sobre la situación de la Soberanía Alimentaria en la Argentina.
La investigación para la realización de este informe tuvo dos ejes: en conjunto con organizaciones de las comunidades, se realizó una Encuesta Nacional a organizaciones y productorxs de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (AFCI), de la que participaron más de 500 personas; y seis Foros Regionales (AMBA, Centro, Cuyo, NEA, NOA y Patagonia), organizados en torno a cinco ejes (Territorio y Ambiente, Alimentación y Salud, Comunicación y Educación, Producción, Comercialización), en los que colaboraron más de 400 personas, a lo largo y ancho de Argentina.
Sobre este trabajo territorial se agregaron los análisis de investigadores e investigadoras de las diferentes Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria ( Red CALISAS) de las universidades de todo el país. Así, a lo largo de diez capítulos, se desarrollan diversos aspectos: la situación alimentaria y nutricional en Argentina, vinculadas a la pobreza, los ingresos y el trabajo; los desafíos legales para la constitución de la Soberanía Alimentaria; algunos ejemplos de luchas paradigmáticas por el acceso a este derecho; y una serie de propuestas de corto, mediano y largo plazo, que surgieron de los Foros y las encuestas.
Entre las conclusiones del informe, se destacan algunos datos contundentes: “Las cantidades de alimentos producidas en el país son suficientes y aún excedentes para cubrir las necesidades de sus pobladores, siendo el 99% de lo que se consume de producción nacional”.
En relación a la participación de la Agricultura Familiar, la investigación destaca que “es la responsable del 59% de la producción de hortalizas, mientras que no supera el 30% en la producción de oleaginosas y cereales”. Las formas de producir de manera alternativa (agroecológica, orgánica, etc.) “viene aumentando, aunque el destino es principalmente la exportación”.
Entre los indicadores negativos, resalta que “el 64% de la superficie cultivable es producida con cultivos transgénicos, empleo de pesticidas de síntesis y fertilizantes químicos”. Asimismo, hay una alta desigualdad en el acceso a la tierra y una fuerte concentración: son cada vez menos los establecimientos agropecuarios y de mayores superficies.
La situación de inflación crónica del país está en uno de sus peores momentos en décadas, hecho que se sintió particularmente en el aumento de los precios de los alimentos, debido a la especulación de las grandes cadenas de distribución de alimentos, entre otros factores. Esto, resalta el informe, “tiene un efecto directo en la Soberanía Alimentaria de la población, reduce el poder adquisitivo y, por lo tanto, la cantidad y calidad de los alimentos adquiridos por los hogares. Lxs consumidorxs pagaron 5,2 veces más los alimentos de lo que cobraron lxs productorxs”.
Como contracara a los datos preocupantes del análisis coyuntural, los resultados de la Encuesta Nacional “resaltan la diversidad de actividades que desarrollan productorxs y organizaciones de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena para promover nuevas formas de producir, comercializar y consumir, entre las que se destacan las Ferias y Mercados de la economía social y solidaria”. Además, de los Foros Regionales surgieron propuestas como la urgente titularización de las tierras para la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena; tomar las acciones necesarias en pos de una Reforma Agraria Integral; adecuar las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) a las necesidades de salud de la población; e implementar programas de formación en escuelas sobre diferentes modos de producción y consumo de alimentos, entre muchas más.
“Cuando discutimos sobre Soberanía Alimentaria estamos discutiendo poder”
La presentación de las conclusiones del informe estuvo a cargo de Carlos Carballo González, Ingeniero Agrónomo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y coordinador de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CALISA–UBA). En el salón del Consejo Directivo de la Facultad de Medicina de la UBA, Carballo tomó la palabra para hablar de algunos de los puntos destacados del trabajo de investigación. Hizo especial hincapié en que la población urbana en Argentina es del 92%, por lo que su involucramiento en la producción de alimentos es esencial, a pesar de lo distante que es para las y los ciudadanos esta problemática. Pidió, además, por el fin del éxodo rural y por una conexión orgánica con los movimientos organizados de trabajadores y trabajadoras, tanto de la economía formal como de la economía popular.
Carballo agregó que, para entender el panorama actual, “hay que tener en cuenta el contexto de este informe, la crisis civilizatoria que impacta sobre todo en Occidente, pero que también afecta a todo el planeta. Y la situación en particular de Argentina, que atraviesa su tercera gran crisis desde que recuperamos el sistema democrático de gobierno, agravada por la tragedia del covid”.
En diálogo con BiodiversidadLA, el coordinador de la CALISA-UBA puntualizó sobre el concepto de Soberanía Alimentaria, desarrollado en 1996 por La Vía Campesina y potenciado desde entonces: “Es un derecho básico, fundamental, que abre la puerta a otros derechos básicos como la salud, la educación, la participación, la organización y muchos más. Alcanzarlo requiere políticas y estrategias que garanticen una alimentación cultural y nutricionalmente adecuada y suficiente para todos”.
Para Carballo, la propuesta de la Soberanía Alimentaria debe ser entendida como un sistema de relaciones y de manera holística, donde la alteración de un elemento impacta en todos los demás. Sobre esto, desarrolló que “nuestra alimentación es parte de un sistema complejo y sumamente interrelacionado, por lo que cualquier modificación en alguna de sus partes implica cambios, resistencias y conflictos en las demás. Por ejemplo, cambiar la distribución y tenencia de la tierra tiene impactos enormes no solo en la etapa primaria del sistema agroalimentario, sino en la comercialización, en la elaboración, en la distribución y en el consumo de alimentos. Lo mismo sucede a la inversa, modificar hábitos de consumo y precios de referencia para alimentos básicos tiene impactos muy fuertes hacia atrás, hacia el sistema de elaboración, de comercialización y hasta de producción”.
Esta conexión no solo está dentro del mismo sistema de producción de alimentos, sino también en diálogo con otros sistemas. Así, “alcanzar la Soberanía Alimentaria es utópico sin avanzar en la conquista de otras soberanías; difícilmente se logre sin conquistar también la soberanía territorial, de nuestros ríos y mares, la soberanía energética, la soberanía sanitaria, la soberanía cultural”, clarificó el ingeniero agrónomo.
Para Carballo, hay que distinguir entre las urgencias y los planes a mediano y largo plazo. La solución a la emergencia alimentaria actual y a las demandas de la población son “alcanzables en plazos razonables y en condiciones que la organización popular y el Estado pueden garantizar”, dijo, y agregó que “sabemos qué hacer, producimos la gran mayoría de lo que consume nuestra población, y con una planificación participativa y cuidadosa se pueden obtener prácticamente todos los alimentos que son requeridos por nuestra sociedad, en calidad y en cantidad”. Mientras tanto, reflexionó que “hay que sostener y ampliar la asistencia alimentaria, una forma concreta de restituir derechos y asegurar un mínimo de alimentación para todas las personas. Luego, tendremos que ir construyendo los caminos que nos permitan avanzar en ese plan estratégico de desarrollo”.
Otro de los puntos clave que impacta sobre el acceso a la Soberanía Alimentaria es el precio de los alimentos, por lo que detener la escalada inflacionaria actual es fundamental. Sobre esto, consideró que “es evidente que los mecanismos desarrollados para frenar la inflación y recuperar el poder de compra de la población no dieron ni dan los resultados esperados”, pero que en el desarrollo del informe “se generaron numerosas propuestas que deberían confluir en un plan nacional de desarrollo, del que hace tiempo carecemos y que nos permitiría alcanzar un país más justo y soberano”. Para Carballo, este plan debería contar con la participación de organizaciones de productores y productoras agrarias, consumidorxs, cooperativas, pymes de alimentos, sindicatos, sectores de la ciencia y la técnica de todo el país y todos los niveles del Estado o de sus organismos descentralizados.
La matriarca de la Soberanía Alimentaria
El cierre de la presentación estuvo a cargo de Miryam Gorban, la “matriarca”, como la mencionaron con cariño varios y varias de las allí presentes. Licenciada en Nutrición, Doctora Honoris Causa de la Facultad de Medicina de la UBA, investigadora y militante, Gorban es una referencia en el abordaje de la problemática del hambre desde una perspectiva soberana. Es la fundadora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA y una indiscutible referenta de la Soberanía Alimentaria en el país.
En un breve discurso, Gorban resaltó el rol que los municipios deberían tener en un plan para combatir el hambre y la malnutrición, ya que “ahí están los territorios y los problemas, pero también las soluciones”. También destacó una de las dificultades históricas para resolver el problema del hambre en Argentina: el acceso a la tierra. “Desde 1810 que existe el problema del acceso a la tierra para aquellos que la trabajan. Tenemos que presionar todos por el proyecto de ley para democratizar su acceso”, explicó, y agregó que “esto quiere decir que es necesaria una Reforma Agraria, por más que no les guste el término a muchas personas. Hay mucha tierra disponible en manos del Estado”.
El otro punto clave para la investigadora es el del precio de los alimentos, aspecto en el que coincidió con Carballo: “Mientras que la canasta básica sobrepasa los cien mil pesos, el salario mínimo no llega a la mitad. Así no hay manera de que haya acceso a una alimentación adecuada”, criticó y concluyó con una llamada a la unidad de acción: “Esta ecuación fundamental se resuelve con políticas públicas. No se trata solo de soñar, sino de accionar, y sin el movimiento obrero y la población en general no vamos a lograrlo”.
– Descargá el informe completo:Informe Anual de la Situaci…(1,45 MB)
Publicado originalmente en Red Calisas