La Revolución epistemológica

Raúl Escalona Abella*

Si alguna vez se me ha mostrado con claridad la palabra globalización ha sido en el XIII Taller Paradigmas Emancipatorios. En la mañana de su segunda jornada transcurrieron en paralelo cuatro grupos de debate centrados en los temas de mayor interés para los movimientos sociales del mundo que se reúnen en esta cita.

En el cuarto eje, dedicado a la cultura popular, los imaginarios y la autoestima revolucionaria en el enfrentamiento a la dominación ideológico – cultural, primó el debate plural, heterogéneo y en extremo diverso, que es reflejo de la condición multiforme de la izquierda latinoamericana y mundial.

Las voces sonaron melifluas en diversos acentos: Cuba, Perú, Guatemala, República Dominicana, Argentina, Uruguay, Venezuela, México, Chile, El Salvador y los Estados Unidos. Desde esta acrisolada composición coincidieron diversas maneras de combatir las realidades que van desde la educación popular, el feminismo, la resistencia marxista, los movimientos sindicales, el activismo por los derechos humanos, entre otras.

Una vez iniciada la sesión, el debate transcurrió sobre varios pilotes elementales: unidad en la diversidad, la formación epistemológica de una alternativa a la era postindustrial capitalista, la cultura popular y las formas de transmitir las luchas del pueblo, la experiencia cubana frente los procesos de luchas en el continente y otros.

Si bien hemos entendido que la obra de las revoluciones no pueden plagarse de improvisación, todos los participantes en el taller coincidieron en que su necesidad inmediata hace que tenga que hacerse con la premura reposada de la reflexión, la inteligencia, el uso de estrategias discursivas coherentes y con la profundidad teórica suficiente no solo para erradicar problemas superficiales de los más humildes, sino llegar a la médula del sistema y transformar la esencia terriblemente opresiva de su funcionamiento. En el debate pudimos observar el encuentro de criterios que se sostuvo en las líneas de representantes de realidades diversas.

Por una línea, fue fuertemente defendido el criterio feminista, el de la resistencia de los pueblos originarios. Aunque estas luchas cuentan con un prestigio enorme y una validez incuestionable, también fue defendida la postura de integrarlas en una única lucha antisistema. Como bien dijo el periodista venezolano, William Serafino: “no podemos desaparecer el discurso de clases por el discurso de identidades”.

Si bien las relaciones de poder en la sociedad se han complejizado, una vez que se componen de más elementos que de las relaciones económicas incorporando factores como las tensiones de raza, género, etnia, orientación sexual, identidad de género, etc… no podemos perder de vista que este discurso fragmentado favorece el posicionamiento hegemónico del imperialismo, no sólo como sistema sociopolítico, sino como constructo representado en el imaginario de lxs humanxs.

Una compañera de Nicaragua nos hablaba de construir la hegemonía nuestra, de elaborar la cultura propia, de rechazar el consumo y acercarnos a nuestros paradigmas; beber del mundo, pero siempre acercándonos a las raíces que nos nutren y dan vida, las de los originarios de esta tierra y la de aquellos que fueron fruto del mestizaje atroz, pero naturalizado en la savia del tiempo de negros, aborígenes, españoles, chinos, arábes, etc.

“La idea es acercarse a los clásicos, beber de ellos. Marx, Engels y Lenin pueden constituir los paradigmas de esta generación, lo que debemos hacer las relecturas de esta época y retomar los sentidos de militancia con la clase obrera y campesina”, afirmó Alejandro Cerezo, activista mexicano por la liberación de los presos políticos.

Alguno de los que tomaron la palabra para hacer virtud de ella, citó a Martí diciendo que “crear es la palabra de pase de esta generación”. Nuestro camarada mexicano no se equivoca al decir que retomar el pensamiento de los clásicos del marxismo es de suma importancia para entender el mundo de hoy, pero esto debe hacerse desde la interpretación de sus palabras en correspondencia con el contexto actual y con el individuo de este siglo XXI. En los finales del debate, Mayra Sánchez, investigadora del Instituto de Filosofía, afirmaba que no sólo es necesario ya hacer la revolución en el orden sociopolítico, sino que también era tiempo de liberarse del razonamiento colonial, de la epistemología creada en los centros de dominación. La teoría de la resistencia y de la contrahegemonía debe tener método, santo y seña de resistentes y pensadores contrahegemónicos. La batalla es cultural, pero la revolución ha de ser tan profunda que llegará a ser una revolución epistemológica.

*El autor es estudiante de tercer año de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana

 

Publicado originalmente en Centro Martin Luther King

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