La resistencia no necesita del derecho internacional

Marina Hoyos Marín

Foto: Paloma de la paz con chaleco antibalas y un visor de un francotirador sobre su pecho, obra de Banksy en Belén, Cisjordania. (Álvaro Minguito)

Convocada por la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (Rescop), las manifestaciones del 20 y 21 de abril defenderán la obligación que tiene el Estado español de tomar medidas concretas, inmediatas y eficaces contra el genocidio, la ocupación, el apartheid y el colonialismo no solo en la Franja de Gaza, sino en Cisjordania y en todos los Territorios Palestinos Ocupados (TPO).

Exigir el cese del apartheid en Palestina

En una carta publicada en la web de Rescop en julio de 2022, Fareed Taamallah, agricultor, periodista y activista político con sede en la ciudad de Ramallah-Palestina, lo resumía bien: Israel aplica dos sistemas jurídicos diferentes en la misma zona geográfica. En dicha carta denunciaba las diversas agresiones sufridas en sus campos por colonos judíos, así como evidenciaba la continua escasez de agua a la que se veía sometido continuamente por parte de las autoridades israelís. Mientras que el agua corriente es algo normal para los colonos, la gran parte de las familias palestinas viven con enormes bidones. Esto es un claro ejemplo de lo que la resistencia palestina, y más tarde relatores de Naciones Unidas y Amnistía Internacional, denuncia como un sistema político de apartheid.

La idea “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” inició un largo proceso colonizador y de ocupación que consistió en la modificación de la demografía

Acuñada desde el mismo seno del sionismo, la idea “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” inició un largo proceso colonizador y de ocupación que consistió en la modificación de la demografía. El unilateralismo fue y sigue siendo consustancial al nacimiento de Israel, pues concibe el judaísmo como un hecho indisociable de la nacionalidad y la religión, a la vez que conlleva el no reconocimiento y desprecio de cualquier otro pueblo dentro del territorio. Fue así como los y las palestinas fueron expulsadas de su propia tierra, convirtiéndose en personas refugiadas en esa misma tierra.

El artículo II de la Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid de 1973 (Convención del Apartheid), define este como “la realización de prácticas y políticas análogas de discriminación institucionalizadas cometidas con el fin de mantener la dominación de un grupo racial sobre otro y de oprimirlos sistemáticamente”. Según el artículo I de esta misma Convención, el apartheid es un crimen de lesa humanidad: un sistema de trato discriminatorio prolongado y continuo. Desde la Ley de Ciudadanía y La Ley del Estatuto Israelí ambas de 1952 la Ley Fundamental de las tierras de Israel de 1960 hasta la Ley sobre Asentamientos Agrícolas de 1967, entre otras, Israel ha demostrado que su política de apartheid constituye su principal política estatal.

Algunos ejemplos de apartheid

Tras la llegada al poder en 2021 de un sector de la extrema derecha israelí, el gobierno de Benjamin Netanyahu ha convertido el terror en un modus operandi, algo que se inscribe en la misma línea de Ariel Sharon. En una entrevista a un número especial del diario La Directa en junio de 2023, Munther Amira, defensor palestino de los derechos humanos y detenido arbitrariamente por las fuerzas israelíes desde el pasado 18 de diciembre de 2023, señalaba para dicho diario como Aida es uno de los territorios más gaseados del mundo, ya que los soldados israelís entran, gasean la zona y se van; utilizando posteriormente esta tierra de cultivo como tierra para ensayos militares.

Otro ejemplo de apartheid, es el sufrido en Al-Walaja desde 1948 y que resume un esquema repetido en Gaza, Cisjordania y los territorios palestinos ocupados; visto de nuevo por televisión en los últimos meses en la Franja de Gaza. Las tropas militares entraron en Al-Walaja, obligando a los y las palestinas a huir de sus tierras para, posteriormente, destruir la zona con el único propósito de evitar su retorno. Posteriormente y tras los Acuerdos de Oslo (1993) las tierras de Al-Walaja quedaron bajo control exclusivo de Israel. Omar Hajajla, vecino de Al-Walaja, explicaba también para el mismo número de La Directa, que su casa había quedado separada por un muro de rejas metálicas y sus tierras envenenadas mientras se construía el muro que atravesaba Cisjordania.

De la Franja de Gaza es imposible salir, lo que supone un ejemplo extremo de apartheid. Ya en 2016 un informe de la ONU reconocía que la vida en Gaza era insostenible

Desde la política de asesinatos continuos denominada “Primera lluvia” llevada a cabo por Israel en la Franja de Gaza en 2005 y que se mantiene hasta día de hoy, la población gazatí vive en una de las cárceles más grandes del mundo: los desplazamientos hacia Cisjordania y hacia los territorios palestinos ocupados están absolutamente controlados. De la Franja de Gaza es imposible salir, lo que supone un ejemplo extremo de apartheid. Ya en 2016 un informe de la ONU reconocía que la vida en Gaza era insostenible. Baste recordar que incluso la organización conservadora israelí de defensa de los derechos humanos, B’Tselem, publicó un informe en 2006 donde se afirmaba que entre 2000 y 2006 habían muerto a manos del ejército israelí más 4.000 de personas palestinas, en su mayoría, niños y niñas. La cifra, como sostiene Ilan Pappé en su obra La cárcel más grande de la tierra (2017), es superior. Pappé recuerda que B’Tselem no sitúa estas muertes en el marco de una política de genocidio y de apartheid.

La resistencia no necesita argumentos jurídicos

Aún existen más motivos para asistir a la manifestación del 20 y 21 de abril. No seamos ingenuas e ingenuos, no hay ni un solo ejemplo en la historia de la Humanidad en que las clases dominantes hayan renunciado a algún derecho adquirido y protegido por poderosos ejércitos sin obligación y de forma pacífica. Una pancarta expresando nuestro desacuerdo con la ocupación y recordándonos los acuerdos internacionales incumplidos no basta.

Como señaló ya en noviembre de 2023 el Sindicato de Profesores y Empleados de la Universidad de Birzeit, en Ramalah, en la Revista Internacional de Educación y Análisis Social Crítico Mañé, Ferrer y Swartz, la capacidad de crear narrativas propias tras décadas de ocupación, así como la creación de diferentes formas de resistencia por parte del pueblo palestino, no necesitan la aprobación del derecho internacional.

Los pueblos oprimidos no necesitan reivindicar la autoridad sobre su propia opresión, puesto que el desarrollo de su historia ya les otorga esa autoridad. Tampoco necesitan demostrar la barbarie de la ocupación. Porque en ese mundo, el de la ocupación, la colonización y la barbarie, los oprimidos fueron declarados seres impermeables a la ética, exentos de valores… el mal absoluto, diría Frantz Fannon. Este maniqueísmo del colono deshumaniza y animaliza al colonizado. El estado de Israel, habituado a ver en el pueblo palestino a la bestia, empeñado en capacitarse para tratarlo como una bestia, se ha acabado convirtiendo él mismo en la única bestia.

¡El motivo de la Resistencia sigue siendo la indignación!

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