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La “operación de limpieza” de Birmania asesina por lo menos a 6.700 rohingyas en un solo mes

Albert Alexandre

Se ha hablado poco, muy poco, de una de las peores catástrofes humanitarias de la actualidad: la de la población rohingya en Myanmar, Brimania. Únicamente cuando Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, a finales de noviembre, visitó el país asiático presidido por la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, algunos rotativos españoles se hicieron eco del exterminio de la minoría étnica rohingyas a manos de militares birmanos.

En esas noticias de la visita vaticana, la cuestión para los medios era saber si Bergoglio criticaría abiertamente al gobierno birmano -presidido por San Suu Kyi de la mano de los militares- o si se mantendría al margen. Finalmente, el pontífice optó por la opción segura -cobarde-: pidió que se respetasen los derechos de “cada grupo étnico y su identidad”, pero no mencionó, ni empleo la palabra, rohingyas.

El Origen colonial del conflicto

Myanmar es un país con un 89% de personas que practican el budismo. Un 4% de la población es cristiana y un 4% musulmana. Entre este último grupo se encuentra los rohingyas, una minoría étnica bengalí que vive al norte del Estado de Rakhine, al oeste de Birmania en frontera con Bangladesh.

Rakhine-1

El conflicto entre la Birmania budista y el pueblo rohingyas tiene su origen en el siglo XIX, en la época colonial.imperial. Se cree que después de las guerras anglo-birmanas, tras la conquista por parte del imperio del territorio de Arakán (actual Rakhine), la monarquía británica incentivo, como medida de presión sobre Birmania, la migración de población musulmana hacia la nación asiática. Si en 1802 la población musulmana representaba en el territorio un 1% de la población, en 2014 alcanzaba el 40% para algunas fuentes y el 60% para otras.

Con la llegada de la II Guerra Mindual, la etnia rohingyas intentó, mientras Birmania luchaba contra Japón, formar un estado musulmán en la región actual de Rakhine. Con la independencia de Birmania con respecto al imperio británico la minoría musulmana intentó fusionarse a Pakistán Oriental (el futuro Bangladesh) sin éxito.

A partir de entonces, en la década de los 50, se intensificaron los movimientos proindependentistas de signo musulmán que empleaban estrategias terroristas.

En 1962 el general Ne Win empezaría la lucha contra los grupos independentistas rohingyas y en 1978 la Junta Birmana de Militares estableció un apartheid en toda regla contra la minoría del estado de Rakhine.

Con todo, tras la violación y asesinato de una mujer budistas a manos de tres rohingyas, a partir de 2012 la situación se ha recrudecido instigada por el movimiento 969 liderado por el monje budista Ashin Wirathu.

Los tres hombres fueron detenidos rápidamente. Dos de ellos fueron condenados a muerte y el tercero se suicidó. Acto seguido, un grupo de budistas irrumpió en un autobús que transportaba a los líderes rohingyas para apalearlos hasta la muerte sin recibir castigo judicial alguno.

El gobierno presidido por la nobel de la paz -en connivencia con los militares- lleva a cabo desde la fecha una política antimusulmana que pasa por intentar expulsar a los rohingyas de la región de Rakhine hacía Bangladesh o que pretende, directamente, exterminar a la minoría étnica.

Bangladesh, por su parte ha intensificado sus controles de frontera para impedir la llegada de rohingyas a su territorio y ha llegado a devolver a Birmania a miembros de la minoría en cuestión. Actualmente 647.000 rohingyas viven en la nación vecina de Birmania en condiciones de vida precarias produciendo una situación demográfica casi insostenible.

La situación actual y los datos de MSF

Entre 2016 y 2017 la situación de la población rohingyas se ha recrudecido. Las persecuciones contra esta minoría llevadas a cabo por los militares han aumentado. El pasado verano como respuesta a los ataques efectuados por el Ejército de Salvación Rohingya Arakan contra budistas el grado de la represión subió a un escalón más.

Según el informe realizado este diciembre por la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), basado en encuestas sobre los días que van del 25 de agosto al 24 de septiembre, las muertes rohingyas que se han producido en la frontera entre Birmania y Bangladesh son parte de un plan deliberado del gobierno birmano.

La organización no gubernamental habla directamente de una “operación de limpieza étnica” en el norte del estado Rakhine que ha dejado unas cifras de muertes que, comparadas con otros conflictos del globo, no dejan lugar a dudas sobre lo que ocurre al oeste de Birmania.

En total, y en solo un mes, 13.759 rohingyas murieron y de esos, 6.700 personas. 730 serían menores.

De estas personas muertas violentamente, un 69% habría resultado asesinada por disparo de bala, un 9% al quemarse su casa y un 5% por golpes hasta la muerte. En lo que se refiere a menores de 5 años, según MSF, el 59% murieron por disparo, el 15% quemados, el 7% apaleados y un 2% como consecuencia de la explosión de una mina terrestre.

Sidney Wong, director médico de MSF en el terreno, ha llegado a afirmar que estas cifras podrían subestimar la realidad de lo que le está sucediendo para la población rohingyas que huye hacía un país que no va a acogerlo. Según Wong, las encuestas realizadas no contemplan las familias rohingyas que no pudieron salir de Birmania y no contempla la totalidad de todos los campos de refugiados.

Artículo publicado originalmente en AraInfo

 

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