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La mamá, la hija y la nieta: ausencias que nos habitan

Isael Rosales Sierra

Seguimos en esta insoportable realidad. En nada se ha superado la envidia o el egoísmo, la acumulación de la riqueza, peor aún acosta de sangre con los asesinatos que no cesan o las desapariciones que aumentan, sin que las estadísticas signifiquen nada para que pare la violencia. No hay cambios, pese a la amenaza de un virus que ha inmovilizado al mundo. Como el egoísmo hay otras actividades que consiste en desaparecer a las personas, para estas cualidades y otras de parecida índole, que son las escamas de esos reptiles, aún no se ha inventado microscopio.

¿Dónde están? ¿quiénes fueron? ¿cómo están? Es una constante el tormento, la angustia y la incertidumbre de no saber nada de un ser querido. Seguramente muchas personas festejaron el día de las madres, otras muchas les llegó el recuerdo y con ello la tristeza, las lágrimas, sin nadie quien abrazas. Desgraciadamente ellas no están, ni cómo festejar, no hay alegría nada más dolor en el alma, Mayra, hija de Gabriela Dolores Gómez Alcalde de 59 años de edad, hermana de Beatriz Santiago Gómez de 38 años de edad y tía de Yulitzi Méndez Santiago de 6 años de edad, las tres desaparecidas el 22 de agosto del 2018, aproximadamente como a las 17:30 horas.

Me di cuenta que este día no estaba bien, algo andaba mal porque mi mamá siempre me escribía y no me había mandado ningún mensaje, más cuando ella siempre se preocupa de que no me fuera a pasar nada ya que estudio a una hora de distancia de Tlapa. Cuando regresé de la escuela me contaron sobre la desaparición. Fuimos a dónde pasaron las cosas, pero ya no estaba mi mamá, mi hermana ni mi sobrina, solo estaba el carro con la carga de comida arriba. Mi mamá tiene un criadero de marranos en el pueblo de Atlamajac y para darles de comer acostumbra ir a traer comida a una de las fruterías de Tlapa. Sus animales los tiene en un terreno que tenemos sobre la carretera Tlapa-Puebla, justo donde descargaría la fruta y desperdicio. Ahí desaparecieron.

Durante ese momento se le llamó a la policía estatal, pero nada más acordonaron el lugar, inspeccionaron el lugar para saber cómo pudo haber sido la desaparición y dijeron que no había rastro de violencia, “no se ve nada”, dijeron. Regresamos al pueblo para llamarle a su celular, mandaba a buzón, parecía como si lo hubieran apagado. Toda la familia se reunió y empezó la búsqueda día tras día, no paramos. Fue angustiante porque no teníamos ninguna razón de ellas. La misma gente del pueblo salió a las búsquedas.

El día 24 de agosto de 2018 se fue a interponer la denuncia al ministerio público por la desaparición de mi mamá, mi hermana y mi sobrina, pero nos dijeron que debimos haber denunciado rápido, además de que teníamos que esperar 72 horas. Las autoridades no se movilizaron para buscarlas.

Las búsquedas continuaron. Al siguiente día de los hechos, en primeras horas, empezamos la búsqueda porque teníamos la esperanza de encontrarla, el corazón se apachurraba y los pensamientos corrían como locos por los parajes, sigilosamente caminábamos por las barrancas por si se escuchaba algún grito. Volvíamos a marcar a su celular, pero su voz no salía. Luego pensamos que había sido un secuestro, pero tampoco llamaron.

Fueron momentos duros. El tiempo corría muy rápido, había impaciencia, pero muchas ganas de encontrarla. Fue algo muy fuerte porque yo tenía la sensación de que se iban a encontrarlas. No encontrábamos nada. Nos metimos a cerros y barrancas, incluso por el lugar donde sucedieron los hechos. En los alrededores de Tlapa hay lugares que da miedo, que suelen pasar cosas así donde se traga a las personas, Tlachinollan ha registrado 30 personas desaparecidas sólo de 2017 a 2020. En estos lugares siempre sentí miedo porque en una situación así es de esperarse muchas cosas. Te entra miedo y una sensación de desesperación.

En las fechas que desapareció mi mama, mi hermana y mi sobrina en Tlapa también habían desaparecido a varias personas. En las redes sociales miramos que están apareciendo restos de personas, por esa razón tengo la esperanza de encontrarlas, quizá entre esos lugares. Prefiero abrazarlas.

Mi mamá es una persona muy trabajadora, nunca para. Trabaja de sol y sol. Por una parte, se me viene a la mente que ella va a regresar, pienso que quizá tuvo un imprevisto y tuvo que salir, pero regresará. Mi esperanza no ha muerto, yo sigo pensando que mi mamá, mi hermana y mi sobrina están bien. Lo importante es saber en dónde están.

Mi mamá tiene sus mixtas, en ocasiones manejaba una mixta cuando no había conductor. Además, tenía 80 marranos de engorda. Todo el tiempo se la pasaba trabajando. Siempre nos decía que le echáramos ganas, que siempre viéramos hacia delante, hacia el futuro, que ella quería lo mejor para sus hijas e hijos.

Con el paso de los días y meses supimos que Tlachinollan estaba acompañando a otras familias que tienen desaparecidos a sus seres queridos, nos acercamos y ahora estamos en el Colectivo Luciérnaga, conformado después de la desaparición y de haber encontrado Arnulfo Cerón Soriano enterrado a tres metros bajo la tierra.

La verdad siempre he tenido momentos bonitos con mi mamá. Últimamente solía andar más con ella porque todas mis hermanas ya son casadas y yo soy la única que no tiene vida aparte. Cuando no iba a la escuela me la pasaba trabajando junto con ella, dando de comer a los animales. Era feliz, por ejemplo, el 10 de mayo son bonitos porque con mis hermanos siempre le hacíamos comida a mi mamá, le festejábamos y a ella se le notaba la alegría. Ella es y seguirá siendo mi orgullo para salir adelante, para ayudar a mis sobrinos. Siempre la recuerdo sonriendo porque ella así era trabajando, incluso a veces cuando yo atiendo sus animales me siento bien porque hay momentos en que siento que ella está presente.

La desaparición la verdad es algo inexplicable. Muy duro. Es un vacío que uno lleva porque no sabes nada de tus seres queridos. A veces sueño con ella, que llega a la casa bien, pero llega sin mi hermana ni mi sobrina. Otras veces sueño que me regaña. Luego la sueño que llega y yo le preguntó que dónde estaba, ella me contesta: “ya llegué, estoy aquí y quiero ver mis animales”.

Este 10 de mayo yo le quiero decir a ella que donde quiera que se encuentre, que aquí vivimos con la ilusión de que algún día nos abrazaremos, que la extrañamos mucho, que la echamos mucho de menos, pero que no nos rendimos, que tenemos la esperanza de encontrarla; y que mi hermano el más pequeño y mis sobrinos están bien. Igual a mi hermana decirle que también la extrañamos demasiado, que sus hijos a veces lloran por ella; a mi sobrina la queremos de vuelta, una niña de apenas 6 años de edad, qué podría haber hecho para ser desaparecida.

Mi mensaje para las personas es que no pierdan la esperanza, que en algún momento sus seres queridos pueden aparecer y que sigan luchando para encontrarlos. A las autoridades decirles que no hagan caso omiso a los miles de desaparecidos y desaparecidas.

El dolor y la desesperación se va y viene a cada rato. Cuando llega algún vehículo y se oye que se bajan personas, pienso que a lo mejor ya llegaron, que a lo mejor las soltaron o a lo mejor me vinieron a dejar unas bolsas con sus cuerpos. Mil preguntas me llegan, me revuelco en mi cama. Lo que hago es irme a la azotea de mi casa para ponerme de vigía y así poder descubrir a ver quién pasa. Ahora vivimos bajo amenaza.

Las desapariciones en Tlapa han aumentado, en 2019 se registraron 80 asesinatos, de acuerdo con un recuento de Tlachinollan, en el primer semestre se habían registrado 23 desapariciones en 2019, sin duda, las cifras son mucho más. Tlapa se ha convertido en un panteón clandestino en la Montaña de Guerrero. Las autoridades ausentes, en este caso ni siquiera se aplicaron los protocolos de búsqueda, tres mujeres desaparecidas, incluida una menor de edad, no se activó la alerta Amber hasta la fecha. Los grupos de la delincuencia organizada mantienen azolada la región.

Parece que no bastan las palabras, pese a que la lucha sigue, sin embargo, no es válido que las autoridades estén de espectadores cuando se muere y se desaparece a personas. ¿A dónde se van? ¿se seguirá escribiendo o seguirán las imágenes del México de las y los ausentes? ¿Seguiremos repitiendo la historia de las y los desaparecidos? ¿Será que las autoridades están condenados a seguir cometiendo los errores más infames en la historia de México?

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