La impunidad para quien tala bosques en San Miguel Topilejo

Jaime Quintana Guerrero

Fotos: Heidi E. Badillo Gámiz

Dos balazos de armas largas se escucharon antes de entrar al bosque comunal de San Miguel Topilejo, un mensaje de quien quiere arrebatar el patrimonio cultural, ambiental y alimentario de esta comunidad originaria al sur de la Ciudad de México.

Marcos Paz Miranda, representante de Bienes Comunales de la San Miguel Topilejo, en la Alcaldía de Tlalpan, explica que la comunidad vive “una tala indiscriminada y una masacre contra los árboles” y que desde hace dos años han denunciado la situación sin que las autoridades actúen. “Tiene dos años que hemos realizados las denuncias, y de esa fecha ahora son cerca de las cuatro mil hectáreas afectadas”, precisa.

Los pobladores de Topilejo han interpuesto 21 denuncias ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), la Dirección General de la Comisión Nacional Forestal y ante las autoridades del gobierno de la Ciudad de México, pero “el bosque sigue devastándose”.

La forma de actuar del crimen organizado, principal responsable de la tala del bosque, es por medio de “halcones”, que observan quién entra y quién sale del territorio, explica Paz Miranda. “Son delincuentes que se dedicaban al huachicol, pero cuando el gobierno les quitó ese ilícito se pasaron al bosque, porque la madera es muy redituable”.

“Llegan en la madrugada y en la noche”, añade la autoridad comunitaria. De acuerdo con las observaciones de los pobladores, los talamontes vienen de Morelos y del Estado de México, y son informados desde el kilómetro 28 de la carreta México-Cuernavaca sobre si hay elementos de la Guardia Nacional, de Seguridad Ciudadana o Brigadistas de la comunidad en el camino.

“Entran por una vereda en el kilómetro 48 de la México-Cuernavaca. Utilizan drones, vienen con motosierras y camionetas de tres y media de plataforma. Viajan de cinco a seis personas por unidad, armados, y entran aproximadamente seis camionetas diariamente”, expone el defensor del bosque.

Relata que son visibles las camionetas cargadas de madera y que, a pesar de que se han realizado detenciones, las autoridades “los dejan libres”. Mientras tanto, los pobladores son hostigados y amenazados por los invasores. Los hongueros, por ejemplo, han denunciado que son hostigados para el cobro de paso al bosque, y lo mismo sucede para los que cultivan papa o avena, que es forrajera.

Este 27 y 28 de agosto, en La Cima, un paraje de los bienes comunales de Topilejo, se reunieron pobladores para reforestar las zonas afectadas y sembraron cerca de 7 mil árboles.

Un equipo de Desinformémonos acudió al llamado de los comuneros y en conjunto acudieron al paraje El Desparramadero. La entrada a este camino muestra ya como evidencia árboles caídos, y en el trayecto de aproximadamente tres kilómetros se ven los restos de una mutilación a los árboles y troncos tirados esparcidos como desechos, ya que para los talamonteros es basura.

Las autoridades comunales de San Miguel Topilejo se empeñan en cuidar y defender su bosque, que forma parte del Corredor Biológico Chichinautzin y abarca municipios, entre ellos del Estado de México y de la Alcaldía Milpa Alta, en la Ciudad de México. La devastación del territorio ocurre a pesar de que forma parte de las áreas naturales “protegidas” del gobierno federal.

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