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La “humanidad excedente” y el imparable colapso

Raúl Zibechi

La idea de que una parte de la humanidad sobra, desde el punto de vista del capital, es probable que haya sido formulada con tal claridad por primera vez por Mike Davis, geógrafo, activista e historiador estadounidense, en su libro “Planeta de ciudades miseria” (Akal, 2007).

Aunque seguramente existan otras formulaciones similares, lo cierto es que la realidad de que una parte de la humanidad que puede ser borrada del planeta está cada vez más presente en nuestras vidas, aunque el sistema de partidos, los grandes medios y la academia se empeñen en negarlo.

Algunos datos muestran claramente la existencia de esa parte sobrante de la especia humana, que todo indica tiende a incrementarse.

Días atrás el FMI aseguró que la inteligencia artificial afectará al 40% de los empleos en el mundo (https://goo.su/56Gok), pero otros analistas sostienen que “sustituirá del 50% al 80% de la población mundial en sus puestos de trabajo” (https://goo.su/aUUNfJ).

Por un lado, el FMI sugiere que los Estados regulen la inteligencia artificial, sabiendo que tienen cada vez menos posibilidades de hacerlo. Por otro lado, hay consenso en que la desocupación, el empleo precario y todo tipo de informalidad seguirán creciendo en un continente como América Latina que ya ostenta tasas impresionantes de pobreza y subempleo.

La migración es una de las grandes consecuencias de la precariedad de la vida. El Migration Policy Institute en un informe del mes de octubre asegura que hasta 2021, el número de personas que cruzaban la selva en el Tapón de Darién era relativamente intrascendente en comparación con otras vías migratorias. Durante la década de 2010, apenas 11.000 persona cruzaban lo que el informe define como “el infierno” de la selva de Darién. Pero en 2021 la cifra trepó a 130.000 migrantes que lograron cruzar la selva a pie. “En 2022, las llegadas se dispararon a casi 250.000 personas. Esa cifra se superó en los ocho primeros meses de 2023, y más de 500.000 personas están en camino de cruzar” a finales de 2023 (https://goo.su/PUeUj).

La ONG Human Rights Watch (HRW) ha denunciado que los guardias fronterizos saudíes han asesinado a cientos de inmigrantes y solicitantes de asilo etíopes que intentaron cruzar la frontera entre Yemen y Arabia Saudí, entre marzo de 2022 y junio de 2023. “Los saudíes están matando a centenares de mujeres y niños fuera de la vista del resto del mundo mientras gastan miles de millones en deportes para lavar su imagen”, señala la ONG, en un artículo invisibilizado por los grandes medios (https://goo.su/qUmBbC1).

En el informe “Dispararon contra nosotros como la lluvia”, HRW denuncia “asesinatos masivos de migrantes etíopes en Arabia Saudita en la frontera entre Yemen y Arabia Saudita”. En opinión de la ONG, se trata de «un patrón generalizado y sistemático de ataques” (https://goo.su/BEniA).

Antes de la actual escalada en Medio Oriente, la política de los Estados se va inclinando hacia la matanza de los migrantes cuando no se los puede frenar, o bien dejarlos morir como hacen los gobiernos europeos al impedir que los barcos que naufragan con migrantes en el Mediterráneo sean auxiliados por personas o instituciones solidarias.

Se trata de una amplia y completa “limpieza” de las poblaciones excedentes para el capital, que en ocasiones consigue modificar la demografía de algunas regiones.

La Organización de Derechos Humanos de Afrin (ODHA), distrito del norte de Siria liberado años atrás por la guerrilla kurda, reveló que cuatro años después de la ocupación ilegal por parte de Turquía, “la población kurda en el cantón se redujo del 95 al 15 o 25%”, como consecuencia de “las políticas sistemáticas de limpieza étnica y cambio demográfico”. El informe del portal La Tinta (17 de enero de 2024) destaca que “uno de los grandes negocios de los ocupantes son los secuestros: desde el 20 de enero de 2018, cuando comenzaron los bombardeos turcos, 8.328 personas vivieron este calvario. Del total, según la ODHA, se desconoce el paradero del 35% de las personas secuestradas”.

Según el mismo informe, hasta medio millón de personas fueron trasladadas desde otros países para establecerse en el Afrin ocupado. Como puede verse, el delirio de resetear el planeta no es exclusivo del gobierno israelí, sino una política que están utilizando con cada vez mayor frecuencia los Estados que quieren acabar con las disidencias y con la identidad, la lengua y las costumbres de pueblos enteros. En suma, estamos ante una profunda recolonización del planeta que, cinco siglos después de la conquista de América Latina, pasa ahora por desplazamientos masivos de población para repoblar y reconstruir los territorios ocupados a la medida de los intereses del capital.

El EZLN ya denunció hace más de dos décadas la “cuarta guerra mundial” contera los pueblos, que sintetiza lo que venimos viendo en estos tiempos de tormenta sistémica.

Ahora el zapatismo señala que tienen que luchar para que las niñas y niños que van a nacer en 120 años sean libres, como señala el tercer comunicado titulado “Dení”. Toda su política está orientada en esa dirección, lo que llevó a la desaparición de los municipios autónomos y las juntas de buen gobierno sustituidos por una nueva estructura que permita cumplir el objetivo. A la vez, colocan en el centro la “no propiedad” y lo “común”, dando un nuevo salto en su práctica política para la sobrevivencia de los pueblos, que es la tarea principal en las próximas décadas.

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