Veintiséis años después de que Juan Gabriel se presentara por primera vez en el recinto más importante de las artes en México, su música popular y colorida volvió a retumbar en la explanada del Palacio de Bellas Artes y en la Alameda Central. Esta vez para despedirlo en un homenaje póstumo, organizado por la Secretaría de Cultura, para honrar su carrera como compositor y cantante.
Sin embargo, el pueblo no esperó los formalismos de un adiós organizado por el gobierno. La despedida del “Divo de Juárez” no comenzó cuando las cenizas del cantante arribaron a Bellas Artes. Desde que se dio a conocer la noticia de su muerte, los seguidores de su música abarrotaron las calles de Tijuana, Ciudad Juárez, Guadalajara y la Ciudad de México, entre otras.
Los caminos se llenaron de flores y canciones; de lágrimas, pero también de fiesta; de celebraciones con trago en mano y gargantas secas de tanto corear a los “amores eternos” y a las “queridas”. Era el pueblo, la gente de Juan Gabriel que le rendía su propio homenaje.
Familias enteras, amas de casa, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad formaron parte de un montón de números. Setecientos mil fanáticos. Una sola fila que parecía no tener principio ni fin. Cinco horas de espera. Dos días de homenaje. Mil coronas de flores. Una fiesta. La fiesta de un pueblo que escuchaba a Juan Gabriel.
Las imágenes y el texto son de la Agencia Cuartoscuro
fotos de Cuartoscuro por: Luis Carbayo, Nacho Ruiz, Alan Ortega, Saúl López, Antonio Cruz, Armando Monroy, Diego Simón Sánchez,