Aunque la guerra civil de Etiopía es indudablemente el conflicto más importante que padece África en la actualidad, hay otros problemas graves y complejos que también agobian a este continente.
Uno de ellos es el que tiene por escenario la región del Sahel, un cinturón de 5,400 kilómetros de longitud y de entre varios cientos y mil kilómetros de ancho, que atraviesa el continente africano desde al océano Atlántico, en el oeste, hasta el mar Rojo, en el este, y que actúa como zona de transición entre el desierto del Sahara y la sabana sudanesa.
Con un área total de 3,053,200 kilómetros cuadrados, la franja del Sahel, como se le conoce, se extiende por 10 países: Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Etiopía y Eritrea.
En principio, la franja del Sahel es una de las zonas del mundo más afectadas por el calentamiento global. A esto hay que sumarle la presencia, a lo largo y ancho de ella, de innumerables grupos armados muy violentos que persiguen diversos objetivos, lo cual la convierte también en una de las regiones más militarizadas del planeta.
“Algunos son yihadistas y han expresado unas demandas de corte político relacionadas con la imposición de la doctrina islámica en su versión más extrema. Otros simplemente están tratando de aprovechar las luchas por el poder para tratar de maximizar sus beneficios. En la mayoría de los casos, estos grupos armados conocen a la perfección el territorio que dominan, de tal modo que los gobiernos de los distintos países por los que pasa la franja del Sahel no pueden combatirlos con eficacia”, dice Beatriz Escobar Cristiani, coordinadora del Diplomado en Estudios sobre África del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África (PUEAA) y académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Así, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, en la franja de Sahel ha surgido una combinación explosiva de violencia, inseguridad, extrema pobreza y precios altísimos de los alimentos, que ha puesto en riesgo la vida de millones de seres humanos, especialmente en Malí, Burkina Faso, Níger y Chad. De ahí que esta región sea llamada también “el cinturón del hambre”.
“Por supuesto, tanto la guerra de Etiopía como los problemas en la franja del Sahel han impedido que una gran cantidad de africanos tenga acceso a los servicios de salud y a la educación”, señala la académica universitaria.
Situación más favorable
A pesar de todo, hay varios países en África austral, entre ellos Sudáfrica, donde la situación es más favorable gracias al desarrollo que han alcanzado en los últimos años.
“Ahora bien, por lo que se refiere a los servicios de salud y a la educación, incluso en esos países se aprecia una amplia diferencia entre los distintos sectores de la población: los citadinos tienen más acceso a ellos que los rurales. Y en cuanto a las mujeres africanas, en algunos países todavía es una práctica común limitar su acceso a ciertos derechos que ya están consagrados en sus respectivas legislaciones. Es decir, se da una dinámica en la que determinados grupos siguen tratando de limitar dicho acceso, pero, al mismo tiempo, gobiernos y sectores cada vez más amplios de la sociedad civil no dejan de luchar para que alcance una mayor universalidad”, comenta Escobar Cristiani.
Estereotipo
Desde hace tiempo se afirma que África es un continente rezagado y olvidado por la comunidad internacional. Al respecto, la académica indica: “Como otros estereotipos, éste tiene una base en la verdad; sin embargo, no es toda la verdad. Efectivamente, debido a su pasado colonial, África ha logrado menores niveles de crecimiento económico que otros continentes y ha sido objeto de una atención insuficiente por parte de la comunidad internacional, pero ello no significa que ésta sea su única realidad. Si bien aún enfrenta problemas muy graves, no puede negarse que muchos gobiernos y sectores de la sociedad están trabajando duro para tratar de resolverlos y, asimismo, conseguir que este continente ocupe una mejor posición en la escena internacional. Un ejemplo de este trabajo es el que efectúa la Unión Africana, un conglomerado político formado por 55 Estados que promueve la unidad y la solidaridad entre sus miembros”.
DATOS DEVASTADORES
En la última década, 2.5 millones de personas han tenido que huir de sus hogares por los conflictos y la violencia en el Sahel. Según la Coordinación de Ayuda de Emergencia de la ONU, casi 15 millones de personas, nada más en Malí, Níger y Burkina Faso, necesitaban asistencia humanitaria en 2022. Eso es, cuatro millones de personas más que un año antes. Al iniciar 2022, la ONU estimaba que ocho millones de personas padecerían hambre en los meses siguientes, lo que tenía sentido, ya que el 80% de tierras de cultivo del área están afectadas por el calentamiento global. Además, ACNUR advierte que las mujeres y los niños se llevan la peor parte de la crisis humanitaria en el Sahel. En toda la región, la violencia sexual, los abusos, la explotación, los matrimonios forzados y precoces así como la trata de personas se han generalizado.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM