Según un acuerdo entre el Centro para la Energía de la ASEAN (ACE) y la Asociación Mundial del Carbón (WCA), anunciado recientemente, el carbón limpio está llegando a Asia.
Sin embargo, los detalles no están muy claros. Muchos activistas ambientales creen que es algo deliberado. Como muestra la situación en Estados Unidos, el carbón limpio no ha dado hasta ahora resultados positivos, por lo que muchos temen que se trate simplemente de una artimaña comercial para abrir centrales de carbón común, en definitiva, contaminante.
«La expresión ’carbón limpio’ es un lema comercial inventado. No es real. Nada puede hacer que una central de carbón sea limpia», dice Nicole Ghio, integrante de la organización ambiental Sierra Club.
El carbón se ve desde hace mucho tiempo como la fuente de energía fósil más contaminante, tanto en lo que concierne a las emisiones de gases de efecto invernadero como a la contaminación del aire. La tecnología para producir carbón limpio fue desarrollada por la industria del carbón en la década de los noventa para limitar los contaminantes del aire, como partículas, óxidos nitrosos y dióxido de azufre. Desde el año 2000, la industria del carbón presiona para que se desarrollen y se invierta en las centrales de carbón que, gracias a la tecnología de captura y almacenamiento de carbono, también podrían ser neutras en términos de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, a pesar de los miles de millones de dólares invertidos, ninguna central de carbón a gran escala ha podido hasta ahora demostrar que produce carbón con emisiones próximas a cero.
En junio de 2017, la central eléctrica del condado de Kemper en Mississippi, que iba a ser la primera central de carbón limpio a gran escala de Estados Unidos, anunció que iba a cambiar al gas natural. El proyecto llevaba un retraso de cinco años y había excedido el presupuesto en 4.000 millones de dólares USD, y los contribuyentes de Mississippi tendrían que cubrir más de 2.000 millones de dólares.
A pesar del fracaso de Kemper, y la ausencia de instalaciones a gran escala en funcionamiento en los más de 10 años que han transcurrido desde que surgiera la idea del carbón limpio, la industria del carbón quiere promover la tecnología de carbón limpio en el sureste asiático, una región necesitada de energía con más de 600 millones de habitantes.
Una razón por la que la industria del carbón se puede estar centrando en el sureste asiático es la de compensar el declive del carbón como fuente energética preferida en Estados Unidos. Ni siquiera la elección en el país de un presidente defensor del carbón ha tenido un impacto. Según Sierra Club, las centrales de carbón cerraron en 2017 al mismo ritmo que durante el mandato de Obama.
«La industria del carbón ya no es competitiva y nada puede cambiar esta realidad económica», dice Ghio.
Globalmente, los precios del carbón siguen disminuyendo y los puestos de trabajo no están volviendo, hasta ahora, a regiones económicamente deprimidas con minas de carbón, como Wyoming o Appalachia. De hecho, un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables indica que actualmente hay más empleos globalmente en el sector de la energía renovable –en particular en los sectores crecientes de la energía eólica y la energía solar– que en las industrias del carbón, el petróleo o el gas, una tendencia que probablemente no se invertirá próximamente. Esto también ocurre en EEUU, tal y como reveló Sierra Club en su propio análisis.
«Ahora mismo, los empleos en el sector de la energía limpia superan a los empleos en sectores de combustibles contaminantes en casi todos los estados del país, y este crecimiento continuará a medida que la energía limpia siga siendo cada día más asequible y accesible», dice el director ejecutivo de Sierra Club, Michael Brune, en un comunicado de prensa.
Todos los ojos puestos en Asia
Asia lleva mucho tiempo en el punto de mira de la industria del carbón y durante años se ha considerado inevitable que esta región en rápido crecimiento elija el carbón como fuente de energía para su economía. Esta fue la motivación detrás de la iniciativa a mediados de la primera década del siglo XXI de construir varias terminales enormes de exportación de carbón en la costa oeste estadounidense, las cuales no llegaron a materializarse gracias a la oposición de la población.
Mientras que la tendencia del carbón en EEUU está en declive, en Asia –donde las necesidades energéticas están aumentando debido al crecimiento económico– la cuestión de qué fuente energética impulsará el futuro de la región sigue sin dilucidarse.
La Asociación Mundial del Carbón (WCA) todavía cree que el carbón limpio, pese a su uso limitado en el resto del mundo, forma parte del futuro de Asia. Según una declaración realizada por el director ejecutivo de la WCA, Benjamin Sporton, a Equal Times, el cambio al carbón tiene beneficios si se compara con «tecnologías viejas e ineficientes, como la quema de madera y excrementos de animales para uso doméstico».
Añade: «Para los países que han decidido utilizar carbón, las tecnologías de alta eficiencia y bajas emisiones son esenciales para lograr el crecimiento económico y el acceso a la energía y reducir las emisiones de carbono y otros contaminantes que afectan a la salud y la calidad del aire».
A muchos activistas les preocupa, de entrada, el hecho de que el carbón limpio no existe, pero también que Asia no obtenga la tecnología más puntera para controlar la contaminación. Varios países, entre los que se cuenta Indonesia –donde se planea abrir más de 40 centrales de carbón con ayuda extranjera–, tienen normas deficientes para el control de la contaminación, lo que propicia, por ejemplo, la construcción de proyectos como la enorme central de carbón de Batang de 2.000 megavatios en la isla de Java, financiada principalmente por Japón, sin ni siquiera contar con la mejor ni la última tecnología de combustión de carbón, ni mucho menos ’carbón limpio’».
«Cuando las empresas japonesas hablan de tecnología de ’carbón limpio’, de lo que hablan realmente es de eficiencia o emisiones de carbono. Por lo que respecta a otros contaminantes, como el óxido de azufre, el óxido nitroso o el PM 2,5, las normas indonesias son bastante deficientes», dice Hozue Hatae, de la organización Amigos de la Tierra (FOE) Japón, a Equal Times.
«Aunque las empresas japonesas dicen que tienen una buena tecnología, nunca utilizan la misma tecnología para controlar la contaminación fuera de su territorio». De hecho, según FOE, algunas centrales tendrán niveles de emisiones contaminantes diez veces más elevados que los permitidos en Japón o Estados Unidos.
Según un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Harvard, 70.000 personas más fallecerán cada año a causa de los efectos perjudiciales de la contaminación provocada por la combustión de carbón y la eliminación de residuos. Greenpeace estima 10.600 muertes prematuras al año tan solo en Yakarta, la capital de Indonesia.
«[En Asia], las centrales de carbón ultra-supercríticas, e incluso las centrales de carbón supercríticas, reciben el nombre inapropiado de centrales de ’carbón limpio’», explica Ghio. «Ninguna de estas tecnologías de eficiencia es remotamente de última generación, ni cubre tecnologías u operaciones críticas de control de la contaminación, como las prácticas de transporte y almacenamiento de carbón, o el almacenamiento de residuos».
Revolución verde
Muchos consideran que una alternativa mejor al carbón, tanto para reducir la pobreza energética como para eliminar todos los contaminantes, es la energía renovable. Varios países asiáticos ya han optado por utilizar verdaderas energías limpias.
China, que era famosa a principios de siglo por abrir una nueva central de carbón cada dos semanas, ha anunciado recientemente sus planes de paralizar o cerrar docenas de centrales de carbón existentes o pendientes de apertura y está invirtiendo en energía eólica a un ritmo récord.
La sustitución de las fuentes energéticas en India se está realizando años antes de lo esperado, en particular en el campo de la energía solar. De este modo, se espera que ambos países superen los compromisos que contrajeron como parte del Acuerdo Climático de París en 2015.
Por ello el panorama mundial en materia de carbón sigue siendo pesimista. La Agencia Internacional de la Energía redujo drásticamente sus previsiones de demanda de carbón en el futuro en más del 50% el año pasado. El uso del carbón por China puede haber llegado al máximo en 2013, y parece que India probablemente llegará al máximo décadas antes de lo previsto. Aunque los planes de todas las plantas propuestas en el sureste asiático siguieran adelante, no será suficiente.
«La idea de que los mercados del sureste asiático compensarán el declive mundial del carbón no es más que la falsa esperanza de una industria agonizante», concluye Ghio.
Para la región, la opción es o invertir en energía limpia local y recoger los beneficios económicos, o dejar que cientos de miles perezcan persiguiendo el falso sueño del carbón limpio que ha resultado costoso y derrochador.
Los contribuyentes de Mississippi lo aprendieron por la vía más dura: el carbón limpio, barato y asequible ni existe ni existirá.