Ayer, en Venezuela, la marcha de las mujeres han sido dos, y han puesto nuevamente el tema de la confrontación en acto entre dos modelos de país. Por una parte las derechas, y sectores ricos y parte de aquellos de clase media empobrecidos por los años de neoliberalismo salvaje, y que luego han regresado a vivir períodos de vacas gordas con la redistribución petrolera deseada por el chavismo (y el barril sobre los 100 dólares) y ahora de nuevo incómodas en período de “guerra económica”. Por otra parte las feministas de los sectores populares que apoyan al socialismo bolivariano: los colectivos -Ni una meno, Lgbti, Comités de abastecimiento y producción (Clap), medios alternativos, estudiantes, “clase media socialista”….-que hacen críticas, pero defienden las conquistas sociales.
Las Agencias de prensa – todas, rigurosamente todas- y los medios mainstream han anunciado entusiasmados solamente aquellas de las damas de blanco: que han desfilado vestidas de blanco, para evocar a las anticastristas de Miami. Indudablemente numerosas. Es así desde hace un mes. Ha sido así cada vez que “el insoportable ex-obrero del metro” ha logrado algún punto en la “diplomacia de paz”, apoyada por el Papa, por la UNASUR, y por un grupo de ex presidentes guiados por el español Zapatero. Imposible estar informados por más fuentes. A más de una decena de lanzamientos, en cambio, -sobre cuestiones dedicadas a una sola campana – para alabar enfáticamente “las agallas y el valor de las mujeres venezolanas”.
¿Cuáles? Aquellas capitaneadas por la mujer-Fake por excelencia, Lilian Tintori, rostro mediático del partido Voluntad Popular, cuyos líderes estaban en primera fila en la marcha de ayer. Un partido de extrema derecha, que considera a Trump “el verdadero defensor del pueblo venezolano”, de quien han tenido la luz verde para incendiar al país: en nombre de la “democracia”. Freddy Guevara y algunos alcaldes de extrema derecha han sido fotografiados mientras incitan a los encapuchados que no son de ninguna manera pacíficos. Pero de esto no se verá nada.
Aquella de Tintori ha sido definida “la marcha contra la represión”. En una confrontación de estas proporciones e implicaciones, no sirve santificar a los contendientes. Un gobierno legítimo tiene el derecho a frenar las violencias? Los paramilitares tienen licencia para asesinar? Los manifestantes tienen el “derecho” de incendiar el país? Los muertos ya son 35. Quien asesina en las plazas con las armas de fuego -verdaderas o artesanales- si la Guardia Nacional tiene solamente hidrantes y lacrimógenas? La cuenta va toda sobre “represión”. A rigor de lógica, pero, si un gobierno “dictatorial” tiene de su parte las Fuerzas Armadas, las milicias populares y un partido de más del 40% sin contar con los aliados (la extrema izquierda, la izquierda moderada y aquella reticular como Redes), ya se habría resuelto en un baño de sangre.
Somos el único periódico en haber contado que el líder de los estudiantes, asesinado por sicarios durante una asamblea pro Maduro, era chavista y no de oposición. Ahora hay también el resultado de las investigaciones balísticas sobre la muerte del jóven violinista asesinado por un proyectil durante las manifestaciones: se encontraba en la línea de fuego de quien estaba disparando a la Guardia Nacional. La muerte del jóven ha provocado la reacción del famoso director de Orquesta Gustavo Dudamel, atormentado en todas las lenguas porque era considerado cercano al chavismo y finalmente obligado a distanciarse “de la represión”…. Quien empuja al país hacia el caos? “Los manifestantes pacíficos no se tocan nisiquiera con el pétalo de una rosa”, ha dicho el Ministro de la Defensa Padrino López invitando a la oposición a “abandonar la violencia porque estamos a un paso de la guerra civil”.
Maduro ha lanzado la propuesta de una Asamblea constituyente, que ya se ha reunido con diversos sectores del país. Las derechas, que desde el 2013 empujan por una Asamblea constituyente, ahora la rechazan. Por qué? Porque en Washington se ha decidido diversamente. El jefe del Parlamento (de oposición), Julio borges, apenas ha llegado de la Casa Blanca. Con el apoyo del Secretario de la OEA, Luis Almagro (“un peligro para toda la América Latina”, lo ha definido Pepe Mujica) y de la Europa, se está ya construyendo un gobierno paralelo. Impuesto desde afuera.
Y ayer, el Papa Bergoglio ha enviado una carta muy significativa al belicoso episcopado venezolano, abiertamente aliado con la derecha. Los ha invitado a apoyar “soluciones negociadas” y a retomar el diálogo que las derechas y las jerarquías eclesiásticas rechazan. “Los grandes problemas de Venezuela -ha escrito – se pueden resolver sólo si hay la voluntad de construir puentes, de dialogar seriamente y de respetar los acuerdo realizados. Los invito a continuar a hacer todo lo necesario para que este difícil camino sea posible”. La violencia -ha añadido el Papa- “no nos ayuda a resolver los problemas, solamente provoca más sufrimiento y dolor”.
Traducido por Gabriela Pereira
Este articulo fue originalmente publicado en Il Manifesto. Lo reproducimos con autorización de la autora.