Cuando pensamos en la lucha por la Independencia de México ¿qué imágenes vienen a nuestra mente? Quizá Miguel Hidalgo con el estandarte guadalupano, los campos de batalla, Morelos con su paliacate en la cabeza o el perfil tenaz de Josefa Ortiz de Domínguez.
Lo mismo pasa con otros momentos históricos como la caída del Muro de Berlín, la toma de la Bastilla, la Revolución Mexicana o las luchas por las libertades civiles en Estados Unidos. Los grandes sucesos poseen también una identidad gráfica, generan síntesis visuales que asimilamos y heredamos a través de colores, ilustraciones, fotografías o pinturas inspiradas en los relatos de determinados hechos.
En esto ahonda George Didi-Huberman, historiador del arte y filósofo francés, quien ha dedicado buena parte de sus indagaciones a estudiar las imágenes a partir de su trascendencia social y significados. Didi-Huberman considera, por ejemplo, que las sublevaciones “tienen su propia estética que es, a veces, casi poética” y hace referencia a movimientos sociales recientes en España, Francia y algunos países de América Latina.
El uso de máscaras en actos de protesta, los papalotes de Francisco Toledo o las muñecas zapatistas son algunos ejemplos que el filósofo francés usa para narrar cómo de una movilización social se desprenden una narrativa y estética visuales a través de imágenes.
¿Cómo trasladamos este análisis a determinados momentos de la historia de México? Algunos relatos acerca de la lucha por la Independencia señalan que los insurgentes llevaban palos, machetes o lo que tuvieran a mano, también que el estandarte guadalupano se convirtió en el símbolo de los primeros levantamientos.
Sin embargo, esas nociones comunes acerca de aquel acontecimiento histórico son distintas a lo que describe o evoca un pensador como Didi-Huberman en su conferencia Los ojos de la historia, donde explica que apreciar las sublevaciones desde una estética particular nos permite ir más allá e identificar lo dramático y cruel de la historia, que siempre es más compleja de cómo la recordamos o nos la cuentan.
Pensar los hechos históricos a través de las imágenes que generan es una forma de aprehenderlos y de enriquecer el significado de objetos o palabras —los símbolos— que invariablemente nos remiten a los años en que sucedieron.
Así, este vivo análisis “convoca a la imaginación, como se sopla sobre algunas simples brasas para devolver a los tiempos presentes, a los gestos, a las formas, a las lenguas, su fundamental deseo de desobedecer”, destaca el historiador del arte.
Al reflexionar la historia a través de sus imágenes apreciamos el proceso de construcción y reconstrucción de un relato. John Mraz, en la conferencia Historiar con los medios modernos, refiere que, además de vivir en un mundo hipervisual, “la gran mayoría de la gente aprende su historia en imágenes, sea en libros de fotos, revistas, películas, la televisión o internet”. Esto refuerza lo analizado por Didi-Huberman y nos abre el camino para ahondar en el pasado a través de lo visual.
¿Te animas a repensar la historia a través de sus aportaciones gráficas?
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