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La crisis urbana y la movilización social en Colombia

Sebastián Quiroga

El 30 de mayo inicia en todos los departamento del país unas jornadas de protesta y movilización, pero también de propuesta y encuentro. Las ciudades van a ser escenarios de movilizaciones, discusiones y tensiones, para que las comunidades de todos los territorios nos sumemos a las actividades agendadas: Bogotá, Medellín, Popayán, Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Neiva ya vienen en procesos de organización y preparación de actividades.

Las ciudades colombianas viven una crisis tan extendida en todos sus ámbitos que al investigar la movilización social y ciudadana en los centros urbanos, nos damos cuenta que los reclamos abarcan temas tan variados como la infraestructura vial, la seguridad, la garantía de derechos sociales, el cuidado del ambiente, entre otros.

Esta realidad de problemáticas y conflictos esparcidos por todas las localidades y comunas de las ciudades colombianas, se enmarca en un contexto más amplio de crisis generalizada de las ciudades en Colombia. Sin hablar de la crisis de los campesinos, y de las comunidades indígenas y afrodescendientes.

Basta mirar las cifras para darse cuenta que las ciudades colombianas, no son lugares que garanticen condiciones de vida digna: un déficit de vivienda cualitativo y cuantitativo que alcanza el 40 por ciento de los hogares, es decir que de cada 10 familias 4 vive con malas condiciones de vivienda; las altas tasas de cobro de los servicios públicos, que ahora son operados por empresas privadas, argumentando falsamente más eficiencia (qué dicen las comunidades de la costa que lleva años peleando con el pésimo servicio de Electricaribe); tasas de informalidad laboral que superan el 60 por ciento de la población trabajadora; desalojos permanentes; personas muriendo esperando el servicio de salud, comunidades afectadas por las incursiones mineras en suelo urbano, la especulación inmobiliaria y un largo sin fin de problemáticas que vulneran de manera particular a las comunidades marginadas habitantes de los barrios populares en las laderas y orillas de los ríos.

De esta manera surge la pregunta de cómo solucionar la crisis de las ciudades, de cómo hacer de los centros urbanos, hogar de más del 70 por ciento de la población colombiana, hogares dignos para las generaciones que nacemos en las urbes, o para las que nos desplazamos desde el campo, por la violencia, o por la pobreza.

La proyección del Gobierno

El gobierno nacional en el último Plan Nacional de Desarrollo presentó un sistema de ciudades como un mecanismo de coordinación de la aplicación de políticas públicas en las urbes. Su enfoque se perfila en un documento consultivo del año 2013 en el que plantea que su objetivo es: “tratar de entender las ciudades como si operaran en un red, en donde se pudieran evidenciar las ventajas de pertenecer a algún subsistema, fundamentadas particularmente en la generación de economías de  aglomeración, tanto en la esfera productiva como administrativa, y economías de escala en la prestación de servicios y la producción de bienes”.

Como siempre, los planes, programas y proyectos adelantados por el gobierno nacional, para incidir en el territorio y las comunidades está orientado por el criterio económico y mercantil; y ni siquiera en una perspectiva de garantizar las necesidades de la población que habita el territorio, sino de insertar a las ciudades en los circuitos y redes globales, que benefician a los grandes inversores.

El país necesita con urgencia y apremio avanzar en discusiones democráticas sobre las soluciones a los problemas de las ciudades y la proyección del futuro de éstas. Aunque nos resistimos como pueblo a la desaparición del campesinado como sujeto político y reafirmamos su centralidad, no podemos desconocer la realidad de unas urbes en expansión, y creciente complejidad.

Estas discusiones democráticas acerca del futuro y el modelo de ciudades que queremos en Colombia, va de la mano de la construcción de paz en éstas. Los centros urbanos de nuestro país han sido receptores de millones de desplazados, más de 6 millones, y su rol como víctimas en la construcción del nuevo país es central. Igualmente la presencia de actores armados ligados al paramilitarismo ratifica la necesidad de apropiar desde los escenarios de ciudad, las discusiones sobre la construcción de la paz. Es decir que paz y movilización social van de la mano.

El 30 de mayo inicia, en todos los departamento del país, jornadas de protesta y movilización, pero también de propuesta y encuentro. Las ciudades van a ser escenarios de movilizaciones, discusiones y tensiones, para que las comunidades de todos los territorios nos sumemos a las actividades agendadas: Bogotá, Medellín, Popayán, Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Neiva ya están en procesos de organización y preparación de actividades.

Las asambleas urbanas por la paz, a partir de espacios comunales, locales y barriales, pueden ser espacios que construidos al calor de la movilización, se conviertan en canales para la participación popular en el proceso de diálogo y solución política. La lucha por derechos y la movilización por vida digna son los principales instrumentos que tiene el pueblo en la construcción de paz.

La paz es una oportunidad para construir colectivamente, condiciones de vida digna en nuestros territorios. Luchemos por una paz con cambios, con justicia social.

Texto publicado en Colombia Informa

Sebastián Quiroga es vocero nacional del Congreso de los Pueblos de Colombia.

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