Kamchatka, un lugar para seguir resistiendo

Alfredo Grande

Es una palabra de paso para todos los iniciados en la resistencia al represor. Hay otras, muchas otras. Kamchatka es una de ellas. Y todas deben ser utilizadas según cada saber y entender. La resistencia es siempre ese lugar que no se vende ni se abandona.

Kamchatka es una película argentina-española de 2002 dirigida por Marcelo Piñeyro. Relata las penurias de un matrimonio con sus dos pequeños hijos y la amenaza de la represión militar. Hace pocos dias la volví a ver y me pareció de una lacerante actualidad.

Creo que uno de los aspectos a resaltar es la relación del padre y la madre con los hijos. Pero voy a centrarme en el partido de TEG que el padre juega con su hijo Lucas. Porque marca una posición subjetiva que me parece importante resaltar.

El padre, al que el hijo aun no le pudo ganar en el juego, defiende una posición estratégica. Si pensamos el tablero del TEG como una cartografía de la subjetividad, una lógica necesaria es la resistencia. Aunque ahora en una versión distorsiva se denomina resiliencia. La diferencia es teoría y politica.

La resistencia es siempre ese lugar que no se vende ni se abandona. No necesariamente porque resistir es vencer, sino porque resistir te impide fracasar. Aunque podamos ser derrotados. Como en el 76. Como ahora. La resistencia es al Represor, nunca al deseo.

Y escribo Represor con mayúscula, para marcar que se trata de una categoría lógica, no de una persona.  La peor manera de resistir es personalizar al represor en una persona. Y definirla como el Absoluto Mal. No es lo mismo decir que hay capitalistas malos, que decir que lo malo es el capitalismo. El deseo es odiado por los represores. Como el deseo insiste, para el represor no existe. Pero como insiste y existe, hay que destruirlo. Eso se llama quebrar al prisionero. Y quebrar al ciudadano. La tortura casi siempre lo logra.

Actualmente, la tortura es psicosocial y cotidiana. Y no pocas veces ni siquiera tenemos un lugar desde donde resistir. Lugar social, grupal, subjetivo. Son tiempos donde la ética de Enrique Santos Discépolo vuelve a ser necesaria.

Y en ese partido de TEG entre el padre y el hijo hay un registro de que, en tiempos del horror y terror, lo fundante es resistir. Que no es un acto único, sino una actitud constante. Casi diría un modo de vivir.

Resistir quizá no sea vencer, pero resistir nos permite seguir luchando. En el final de la película, la madre y el padre deciden dejar a sus hijos con la abuela y el abuelo. Se marchan en el mítico Citroën amarillo. Y el padre le deja el juego del TEG como legado. Porque es el juego donde le enseñó a su hijo a resistir. El legado es resistir.

Y en la actualidad del fascismo vestido con la seda del anarco capitalismo, necesitamos muchos lugares donde seguir resistiendo. Esta Agencia de Noticias es uno de ellos. Desde ya no el único. Pero es el más importante lugar en mi mundo donde aprendí a resistir.

Kamchatka es una palabra de paso para todos los iniciados en la resistencia al represor. Hay otras, muchas otras. Todas deben ser utilizadas según cada saber y entender. Me considero un hombre honrado, libre y de buenas costumbres.  Y para mí la mejor costumbre que tengo es resistir. Fue mi legado materno y paterno. Que ahora comparto con los pocos que me conocen mucho. Y también con los muchos que me conocen poco.

La resistencia, que como ya dije no es resiliencia, es lo que nos permite cuidar el fuego. Y el fuego de la humanidad resistente es el deseo.

Sólo saben los que luchan. Sólo saben los que desean. Sólo saben los que resisten al Represor.

Publicado originalmente en Pelota de Trapo

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