Ciudad de México | Desinformémonos. Ayer miles de personas salieron a marchar, encabezadas por las madres y padres de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, hace dos años. Del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino caminaron junto a ellas y ellos, amas de casa, campesinos, activistas, líderes de movimientos sociales, medios de comunicación, estudiantes de, al menos todas las universidades públicas del país, ciudadanía de a pie, trabajadores y vendedores ambulantes que se sumaron a una voz al grito de: “¡Justicia!”, y compartieron cómo es esa justicia que reclaman y por el contrario, qué ocurriría si lo que imperara en México fuera el olvido.
Para Salvador Cruz Bautista, normalista del estado de Guerrero y familiar de Benjamín Ascencio Bautista, uno de los 43 estudiantes aún desaparecidos, la justicia sería castigar, “efectivamente”, a quien ha cometido un delito. En México nunca se ha visto una justicia verdadera, en el caso Ayotzinapa hay, por el contrario, mucha injusticia”, para Salvador, el hecho de que tanta gente saliera ayer a acompañar las demandas por los 43, significa que no están conformes con la aplicación del sistema de justicia que hay hoy en México, “quienes están aquí son conscientes, quienes están conformes, están en su casa”. Por otro lado, el olvido sería para él, creer lo que los ministerios públicos dicen, aceptar versiones que “inventan”.
Uno de los contingentes más grandes y que nunca paró de lanzar consignas fue el de las normalistas que desde las distintas escuelas del país vinieron a “exigir justicia”. Para Citlati Sánchez, estudiante de segundo semestre de la Normal de Tamazulapan en Oaxaca, la justicia para sería que regresaran con vida a sus 43 compañeros, “que no engañen a los padres, que acaben con ese martirio, que los políticos entiendan que si fueran hijos suyos, moverían cielo mar y tierra, entonces que lo hagan por nuestros compañeros”, y “nosotros”, dijo, “jamás, jamás podríamos olvidar”.
Dentro del contingente de niñas y niños que portaba cada uno una letra para dibujar un en la marcha un: “Justicia”, estaba Alejandro de León linares, de 10 años, quien compartió que en ese momento para él la justicia sería encontrar a los 43 y “que ya no suceda nada malo”, por que a nosotros, dijo: “nos gusta la paz, que todos se respeten, que no haya violencia”. Para Alejandro, sería “muy malo”, imaginar el olvido, dejar de pensarlos, que no pase nada.
Doña Azucena Rodríguez de 75 años pasó junto a la vanguardia de la marcha donde estaban las madres y padres de los 43 y con pancarta en mano les repitió insistente: “No están solos, no están solos, no están solos”, para ella la justicia no existe, lo que impera es la injusticia en México y el olvido, sería dejar a un lado a su familia, a su prójimo y a su país.
Candelaria Pérez Vera tenía un carrito con dulces a un costado de la marcha, pero eso no impedía que se dividiera en lanzar consignas, contara con la gente hasta el 43 y anunciara sus dulces, chicles y cigarros. Para ella la justicia sería que todos, en el país, sean tratados por igual, a hombres y mujeres, igual a la gente de pueblo que a la de la ciudad, “porque siempre prefieren a los de dinero y es a quienes más les dan”. Candelaria piensa que si las personas olvidamos, las cosas vuelven a pasar, y considera que “hay que luchar y apoyar a todos los demás, yo vengo a vender pero también a apoyar”.
Ricardo Montiel también es vendedor, y serigrafista y la justicia en su opinión es aplicar la ley sin distingos de ningún tipo y el olvido es indiferencia y “significa que la gente dejó de sentir y preocuparse por lo que pasó o pasará”, es, dijo resignación.
Algunas amas de casa también se sumaron a la marcha, una de ellas es Aída Saldaña de 39 años para quien la justicia es “la inclusión y el respeto de los derechos humanos de todos”, y el olvido es algo que generaría repetir errores del pasado. La señora Ana, también ama de casa, esperó a la marcha en el zócalo con una pancarta, para ella “la justicia es que respeten nuestro derecho a la vida, al trabajo, a la libre expresión”, y el olvido es “lo que está pasando hoy en México, es apatía”, por que dijo, “No se trata de solo recordar sino de hacer algo, yo lo hago por que también tengo hijos y no me gustaría que les pasara lo que a los normalistas”.
Uno de los primeros contingentes en la marcha era el que integraba el sindicato de trabajadoras y trabajadores del la Universidad Nacional Autónoma de México, (STUNAM). Uno de sus integrantes, Leonardo Dorado de 30 años, opinó que la justicia es algo que para existir, debe verse y no sólo nombrarse, “yo la vería cuando el pueblo se levante” dijo. Pero si la gente olvidara, “no estaríamos todos aquí, y así ganarían los políticos corruptos” opinó.
Por otro lado, para el también integrante del STUNAM, Enrique Betancourt de 70 años, la justicia es que ésta sea aplicada “sin importar colores ni razas, un mundo sin corrupción”, dice, y olvidar sería “un mundo que no tiene sentido”, en su opinión “hay que solidarizarse con la gente a la que le sucedan cosas, hacerle saber que no olvidamos y que no están solos”.
Para la educadora Celia, de 59 años, la justicia sería la reparación de los actos que dañan y el castigo a los culpables, mientras que el olvido para ella sería “la derrota de todo el pueblo”.
El Sindicato de Telefonistas también participó en la movilización que exigía al gobierno de México, “verdad y justicia para los 43”, y que nombraba uno a uno a los normalistas desaparecidos. Para una de sus integrantes, Marcela Sánchez, la justicia sería vivir en un México que “nos merecemos quienes trabajamos, un país con oportunidades para las y los jóvenes, que no haya esta saña contra quienes estudian”, por otro lado dijo, “no, olvidar no, por qué entonces seríamos sometidos y eso no se vale”.
En el costado derecho de la marcha, otra mujer sostenía una cartulina en la que exigía a Enrique Peña Nieto respuestas a dos años de la desaparición de los normalistas y conminaba a los padres a “no doblarse”, era Doña Celia Serrano Martínez de 85 años, quien sentada en una de las jardineras apoyaba las demandas que ahí se planteaban. Ella califica a la justicia en México como “muy mala, la peor que existe en mi país al que amo, pero a sus gobernantes los odio, son hipócritas, nos prometen y luego se esconden como cualquier animal cuando hace daño”. Para ella, el olvido es “impensable”, y advierte, “no, no, no, no se puede olvidar, hay que tener presente lo que sucede, y venir a apoyar”.
Una de las universidades que participó con varios contingentes fue la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), en un contingente integrado por su rector y alumnado de distintas carreras. Juan Martínez de 22 años, estudiante de la licenciatura de arte y patrimonio de dicha universidad, opinó que, la justicia debería aplicarse dando oportunidades a los estudiantes, niñas y niños, trabajadores, “a todas y todos”. El olvido sería para él una falta de sentido y una pérdida de valores, por eso, aclaró: “es una palabra que no está en mi mente”.
Entre los activistas que acompañaron a las madres y padres estaba Adolfo Palma, quien aseguró que la justicia debería ser “principalmente económica”, en su opinión el “egoísmo y la avaricia”, han generado la concentración de la riqueza en unas cuantas familias y es, dijo, “lo opuesto a la justicia”. Palma ejemplificó con “lo que actualmente ocurre con las mineras canadienses en México, es un saqueo y una sub estimación del valor humano. El gobierno nos regala”. Y en este contexto, dijo que para él, el olvido: “significaría morir de tristeza, olvidar a los muertos y desaparecidos sería obedecer a lo que los poderosos quieren, que no hablemos de ellos, que olvidemos y eso sería destrucción para el pueblo”.
También el colectivo Xochitlanezi participó, ellas y ellos se asumen como “anticapitalistas” y para Alma Aurora Ramírez, una de sus integrantes, la justicia sería que “todos tuviéramos un empleo justo y una vida digna y si olvidamos dejaremos de luchar por lo que hoy es necesario en el país”.
Las y los artistas también hicieron parecencia para acompañar la demanda de justicia, que para Argelia Guerrero, integrante del colectivo Proyecto 21, de arte y cultura, sería “darle a cada quién lo que necesita y merece”, y el olvido, en su opinión “es una de las peores cosas que le puede ocurrir a un pueblo por que lo condena a repetir muchas tragedias o a caer en nuevas”, agregó que la solidaridad, “el no olvido”, es “un valor que nos va a ayudar a crecer de manera autónoma pero siempre acompañados”.
Marcela Calderon es “globalifóbica” y artista plástica, y la justicia para ella seria una “real rendición de cuentas, el castigo a los culpables de delitos pero no termina ahí, de hecho, justo sería que nadie abuse de nadie”, y el olvido es en su opinión: “algo que no debería existir, pero esta sociedad parece olvidar mucho, y es triste. Estamos enajenados y nos enseñan a no tener memoria”.
Los miles de ciudadanos que coincidieron en la necesidad de justicia, llegaron al zócalo capitalino al rededor de las 19 horas para escuchar las palabras que las madres y padres de los 43 normalistas ofrecieron para agradecer la solidaridad a la que dijeron, han apelado en estos dos años y que ayer se materializó en la participación de las y los ciudadanos e insistieron en “no olvidar”, y continuar exigiendo justicia hasta que haya respuestas claras sobre el paradero de sus hijos.