Ya en el DF les habían dicho a las madres que a muchas de las muchachas sólo las encontrarían en las calles, por las noches. El miércoles, en Tapachula, las fueron a buscar.
Habían pasado una extensa jornada en distintos bares y cantinas de la ciudad fronteriza, mostrando únicamente el conjunto de fotos de mujeres de las centenas que traen consigo desde su Centroamérica natal. Colgadas del cuello, sobre el pecho, cubriendo el corazón.
Algunas pistas cosecharon entre las trabajadoras sexuales y meseras, tanto centroamericanas como mexicanas, que allí se desempeñan: una chica de pelo corto fue vista en un penal de Tapachula, otra como recolectora de basura. Una de una foto blanco y negro como jornalera agrícola. Algunas en bares, otras en reuniones de migrantes o solicitantes de vivienda de planes fallidos. Una mujer guatemalteca vendiendo tacos o comida de algún tipo en esa ciudad, otra más en grupos evangélicos rurales. Incluso que los restos de una de ellas fueron enterrados en el panteón Puerto Madero, de Tapachula, Chiapas.
“Cabe señalar que algunas pistas quizás no sean más que meros lapsus visuales, esto es, parecidos con alguien que no es la persona desaparecida. Sólo en 5 casos hay consonancia de pistas entre varias personas”, explicó Jaime Montejo, integrante de la Brigada Callejera Elisa Martínez.
Sin embargo, cuando enfrentaron la noche presenciaron de primera mano lo que puede ser la violencia. En este caso se desataba sobre una chica guatemalteca, en la vuelta de la taquería Madrigal, cerca de la calle 12.
“La chica estaba siendo golpeada por un padrote y la policía municipal empezó a circular para brindarle protección al delincuente y no a la chica” informó Noti-calle, la agencia de noticias independiente fundada por las trabajadoras sexuales que decidieron también convertirse en cronistas de sí mismas y su realidad.
Este hecho ha creado algunas fricciones con los periodistas, a los que la mayoría de los ámbitos de encuentro entre las trabajadoras y las madres de la Caravana en Tapachula se les ha sido negado.
Desde las organizaciones vinculadas se sostiene que hay una incomprensión insalvable con prácticamente todo el periodismo que, por un lado no respeta la decisión de no exponerse de manera explícita de las chicas del oficio, y por otro, no comprende el verdadero motivo de ese rechazo.
No se trata de que quienes se niegan a ser retratadas o hablar públicamente sean automáticamente víctimas de trata, sino que cargar el estigma de haber salido en un medio identificada como trabajadora sexual, mesera o bailarina equivale en la comunidad al mote de “puta”.
En la noche el grupo de madres, algunos acompañantes de la Caravana y la gente de la Brigada Callejera (con presencia femenina básicamente) intercede en la escena y rescata a la chica del conflicto.
Ella les dice que la tienen trabajando obligada en el Bar “Sol y Luna”.
“Procedimos como nos lo señaló el fiscal Ignacio Alejandro Vila Chávez, de protección a migrantes, y llamamos a su fiscalía. En ausencia del fiscal Vila, la respuesta fue nula. Esto es, la fiscalía de migrantes en ausencia de su titular no pudo proteger a una víctima de trata, ni tuvo la capacidad de reacción inmediata para este delito. La lección de hoy es que las migrantes víctimas de trata tienen garantizada la privatización de su libertad y los tratantes totalidad impunidad en Tapachula, cuando el fiscal Vila esté ausente por tareas propias de su cargo”, sentenciaron duramente desde Noti-Calle.
Al día siguiente la chica decidió no iniciar denuncia penal por el trato recibido y tras recuperarse un poco, se contactó con alguien de su confianza.
Tras ese duro golpe de realidad las madres terminaron la Caravana el día decretado para conmemorar al migrante. Claro que para ellas la migración y todo el mar de cosas que representa no es un día único, sino que es un día a la vez. Ese día marcharon por la ciudad cantando como lo han hecho durante las 18 jornadas precedentes.
“¿Qué queremos? ¡Justicia! ¿Cuándo la queremos? ¡Ahora, ahora, ahora!”, gritaron a dos voces por las calles de Tapachula.
El último encuentro de la Caravana fue en el Parque Bicentenario. Allí las madres hicieron gala de cuánto la travesía las ha transformado: “Cuando perdí a mi hija vi que el dolor de una lo sentimos todas. Me llevo un compromiso y una responsabilidad. Una vive la experiencia como si llevara encontrando a su hijo 4 veces.”
“Hay que saber sufrir, sufrir y luego reír”, agregó otra. “Admiro a nuestras hijas, hagan lo que hagan” dijo una madre tras 19 días de intensa búsqueda por territorio mexicano.
“Hoy vinieron a tocar nuestros corazones” respondieron las hijas, que son suyas aunque no las hayan parido.