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Juan Carlos Ortega, la venganza del mecenas del rock de la dictadura

Divergentes

Ilustraciones de Divergentes

Varios integrantes de bandas de música fueron secuestrados, desterrados y perseguidos en abril de 2022. Los indicios apuntan a Juan Carlos Ortega Murillo, hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo, como impulsor de esa persecución. Un año después, algunos de los que la sufrieron, incluido el exproductor musical del FSLN, relatan a DIVERGENTES los pormenores y las razones que mueven al hijo de los dictadores. Más allá de los motivos políticos, también está su “frustración” porque su madre no lo dejó dedicarse por entero a la música. Antes de 2018, se le consideraba un mecenas del rock en el país

Cuando Juan Carlos Ortega Murillo, de 41 años de edad, llega a un bar es difícil que pase desapercibido. Casi siempre entra de la mano de su pareja, Xiomara Blandino, una ex Miss Nicaragua, o a la par de sus amigos más cercanos, que trabajan con él en la televisión, la radio o la agencia de publicidad que dirige. Después que parquea su camioneta, al menos tres patrullas de policía que lo escoltan suelen hacer un cordón de seguridad para cerrar las calles aledañas. Se escuchan las sirenas y los radiocomunicadores. La presencia del hijo de la pareja presidencial es casi imposible de ignorar. 

Esta imagen es distinta a la de cuando era un adolescente introvertido e idealista–según describen familiares y conocidos–, que tocaba covers en una banda llamada Ciclo de Luna, que la integraban sus hermanos Daniel Edmundo y Laureano, en el colegio Doris María Tijerino, de Managua, donde estudiaron la secundaria. Desde entonces, era flaco y desgarbado, con las facciones de su rostro parecidas a las de su padre.

Cuando sus hermanos se salieron de la banda, años después, Juan Carlos invitó a otros músicos de mayor calidad para fundar la banda de rock alternativo progresivo “Ciclo”, su proyecto musical más importante. El hijo de los mandatarios es el director, guitarrista y compositor de la agrupación. 

“Su pasión es la música”, dice Gabriela, una artista que conoce a Juan Carlos desde 2004. “Pero sus padres, en especial su mamá (Rosario Murillo), no lo dejan dedicarse de lleno a la música, y yo pienso que eso lo tiene frustrado”, agrega la mujerquien decidió hablar por primera vez sobre su examigo, en condición de anonimato.

Fuentes de DIVERGENTES, que conocen a Juan Carlos desde niño y en distintas facetas de su vida, coinciden en que la personalidad del hijo de la pareja de mandatarios cambió después que sus padres le ordenaron que dejara la música en un segundo plano para que se dedicara a la administración de los negocios de la familia: Telenica Canal 8 (TN8), uno de los canales de televisión que adquirieron en 2010, de forma opaca por 10 millones de dólares, como parte de su emporio mediático, y la agencia de publicidad Difuso. Una investigación de Connectas reveló que, sólo entre 2019 y 2020, estas dos empresas recibieron contratos estatales por más de 400 000 dólares.

Juan Carlos también está a cargo de otros medios de comunicación de menos impacto: las radios Rock FM y Radio 1, y el Canal 22. El primero de febrero de 2022, solicitó un permiso para establecer una marca de alimentos llamada ‘Merol’, con la que pretende comercializar café, carnes, leche, granos, licores, entre otros productos. 

Con el dinero recaudado por las empresas que le facilita el régimen que dirige su familia, Juan Carlos pudo apoyar a parte de la escena musical del país. El canal de televisión TN8 y la radio Rock FM se convirtieron en plataformas para impulsar a artistas emergentes. También financiaba, o buscaba financiamiento, para realizar eventos de rock de primera calidad: con pantallas, escenarios y equipos de sonido por encima de la media de los artistas nacionales. Y cada banda cobraba su pago, según confirman los músicos.  

Pero esta amistad que tenía con las bandas de rock nicaragüenses se rompió luego de la crisis política de 2018. Casi toda la escena musical se solidarizó con las víctimas de la rebelión de abril. Hicieron canciones, realizaron conciertos, festivales y en todos ellos criticaban al régimen Ortega-Murillo por la brutalidad. Los artistas pidieron justicia por los crímenes de lesa humanidad y dejaron de asistir a los eventos del hijo de la pareja en el poder. Algunos, incluso, enviaron cartas para exigir que no se siguieran poniendo sus canciones en la radio Rock FM. “Juan Carlos siente que (los músicos) lo traicionamos, que le debemos algo porque nos apoyó”, dice Gabriela.

Desde aquel momento, el hijo del régimen radicalizó sus mensajes y discursos. En conversaciones privadas, siempre justificó las acciones políticas de la dinastía, según confían fuentes que participaron en algunas pláticas. Pero lo nuevo fueron sus apariciones en público, reivindicando a Augusto C. Sandino y a Carlos Fonseca, símbolo y fundador del Frente Sandinista, respectivamente. Desde entonces, suele publicar tuits en los que se expresa contra el imperialismo, o a favor de la legalización de la marihuana, o en contra de la Iglesia Católica, o a favor de los regímenes de partido único. De acuerdo a fuentes allegadas a la familia presidencial, el joven vástago interpreta el papel que le asigna su madre, la vicepresidenta Murillo, debido a que Juan Carlos creció en un entorno altamente politizado. 

Juan Carlos Ortega
Juan Carlos Ortega junto a sus hermanos Laureano y Camila en un evento realizado en el Centro Cultural de España en Managua. Foto: Archivo de Divergentes.

Juan Carlos no olvida a los músicos críticos. La venganza contra ellos llegó en abril de 2022, luego de un concierto en homenaje por los 15 años de la banda de rock, Monroy & Surmenage, en el que participaron 11 grupos. Varios músicos, productores y técnicos que estuvieron presentes en el evento, aseguraron a DIVERGENTES que Juan Carlos fue quien estuvo detrás de la cacería que hubo contra ellos. “La decisión de perseguirnos para expulsarnos no la tomó él, porque eso es una decisión que tomaron sus padres, pero quién dirigió los ataques fue él, porque Juan Carlos nos conoce a todos”, dice un integrante de un grupo que tocó en ese evento. 

La persecución que emprendió el hijo de los Ortega-Murillo incluyó a algunos músicos de los que había sido amigo hasta antes de 2018. Uno de ellos es Josué Monroy, líder de la banda Monroy & Surmenage, a quien capturaron en su casa, de forma violenta, el 12 de abril de 2022, en un operativo policial. “Lo agarraron como si fuera un narcotraficante”, asegura una persona que presenció lo ocurrido. A Josué se lo llevaron al Chipote, una de las cárceles más denunciadas por organismos de derechos humanos a causa de las torturas que se cometen en su interior. 

La cacería continuó. Salvador Espinoza y Xóchitl Tapia, propietarios de la productora del concierto, Saxo Producciones, fueron arrestados el mismo 12 de abril. Al día siguiente, comenzaron a perseguir al exproductor musical del régimen y exdirector de la banda Manifiesto Urbano, Lenin Ortiz. También fue hostigado Ludwing Gómez, uno de los vocalistas de la banda Ximena. La artista italiana Emilia Arienti y el músico Leonardo Canales, productor del espacio audiovisual de música La Antesala, fueron deportados a sus respectivos países: Italia y Costa Rica. Todos tienen en común haber participado en el concierto homenaje a Monroy & Surmenage.

Según los testimonios recogidos para este reportaje y algunas pruebas revisadas, hay indicios que muestran la vinculación del hijo de los mandatarios en el acoso y persecución contra los músicos críticos. Las fuentes aseguran haber identificado a trabajadores de la radio Rock FM, y a “policías vestidos de civil” en el concierto. Además, un amigo del círculo cercano de Juan Carlos llegó a los camerinos para “sacar información” con integrantes de las bandas e, incluso, esa noche, durmió en la casa de uno de los músicos que fue capturado posteriormente. 

Los que estuvieron presentes en el concierto del 2 de abril de 2022 relataron que tuvieron sentimientos encontrados. Por un lado, estaba la nostalgia de volver a asistir a un evento de este nivel, después de la larga pausa que supuso la crisis de 2018 y de la pandemia. Pero, a la vez, hubo una sensación extraña de que algo malo iba a suceder, o que esa función iba a traer consecuencias. 

Entre el público, hubo seguidores que llegaron a saludar o acompañar, desde temprano, a las bandas que tocaron. Sin embargo, se notaron personas extrañas en el ambiente: no cantaban ni brincaban y hasta parecía que la estaban pasando mal. “Ahora sabemos que eran policías de civil”, dijo el vocalista de una banda que se presentó en el concierto, pero que habló en condición de anonimato para protegerse.

Sobre los trabajadores de la radio, uno de los integrantes de la banda Monroy & Surmenage, dice que “no tuvo sentido que llegaran porque ellos (trabajadores de la Rock FM) saben que todos los artistas que tocamos ese día estábamos en contra de la dictadura”. 

Este músico señala a Jaime Ibarra, –un influencer conocido como “El Churro Jones”–, amigo de Juan Carlos. Él fue el que llegó esa noche a los camerinos para sacar información a los artistas que participaron en el concierto. Ibarra se acercó para felicitar a los miembros de la banda homenajeada. Y además, se dirigió directamente a uno de ellos para preguntarle si quería trabajar para Juan Carlos y qué pensaba sobre él. 

“A mí me parecieron raras sus preguntas pero, en ese momento, pensé que era porque andaba tomado”, dice el músico. “Me pidió ir a dormir a mi casa, porque supuestamente no tenía dónde pasar la noche, y yo le dije que no, porque sé que es cercano a Juan Carlos”, agrega el artista. A los días se enteró que Ibarra durmió en la casa de Josué Monroy después del concierto. 

Además de todo ello, el bajista de Monroy & Surmenage, Noel Portocarrero, conocido como “Chipi”, quien también es el vocalista de Ciclo y uno de los mejores amigos de Juan Carlos, no se encontraba en Nicaragua y, por lo tanto, no participó en el concierto. “Fue el momento perfecto para que los músicos fueran desterrados”, dice Gabriela, la artista que compartió escenarios con todas estas bandas hasta 2021. Y añade: “con esta cacería, Juan Carlos demostró el verdadero poder que tiene”.

Sólo el colectivo defensor de derechos humanos, Nicaragua Nunca Más, tiene documentado 20 casos de artistas (músicos, cantantes, compositores, integrantes de bandas) que huyeron hacia Costa Rica, a causa de esta persecución de 2022. Para el abogado Gonzalo Carrión, fundador del organismo, la cifra se duplica seguramente, si se suman los músicos exiliados desde la crisis de 2018. Y el subregistro es aún más grande si se contabilizan a los que huyeron a otros países sin haberse manifestado públicamente. 

En Nicaragua, quedan pocos músicos. Casi todos han dejado de tocar o permanecen en silencio. Los que quieren seguir en la música tienen que hacerlo, inevitablemente, en los eventos que organiza el rockero de la dictadura. 

“Infiltrados” en los grupos de WhatsApp

Juan Carlos Ortega
Jaime Ibarra en una transmisión televisiva de TN8 en 2016. Foto tomada de redes sociales.

Los músicos denuncian que, meses antes, Jaime Ibarra y otra persona, que no quisieron identificar, se “infiltraron” en grupos de WhatsApp de artistas “vandálicos”, uno de los motes que utilizó Rosario Murillo para mencionar a los opositores en las protestas de 2018. Algunos comentarios hechos en los grupos llegaban a “oídos” de Juan Carlos; comentarios muy particulares. En los conciertos que realizaron en los últimos meses, antes de que se desatara la cacería contra ellos, siempre había vigilancia policial. Los agentes llegaban a los bares o establecimientos para advertir a los dueños que, si los cantantes “gritaban cosas en contra del gobierno”, les iban a cerrar los locales. 

Desde antes de 2018, el “Churro Jones” fue una persona muy cercana a Juan Carlos, a tal punto que asistía a todos los conciertos de Ciclo en todo el país, como acompañante de la banda. “Churro Jones” tuvo un programa en TN8 llamado “Churro Aventuras”, una especie de “guía televisiva de los lugares donde debemos hacer una estación para degustar la gastronomía nicaragüense”, se lee en los archivos del canal. 

El “Churro Jones” siempre fue aficionado a la gastronomía. Al regresar de uno de sus viajes de estudios de chef en Perú, hasta le trajo de regalo a Juan Carlos Ortega un Cuy, porque este también es aficionado a la cocina. Antes de 2018, El “Churro Jones” actuaba como una especie de cazatalentos y ofrecía espacios en TN8, en nombre del hijo de la pareja presidencial. Fuentes cercanas al círculo coinciden en que el influencer dejó de publicar su amistad con Juan Carlos en redes sociales para simular un distanciamiento, pero que la relación persiste en privado. El influencer no contestó a nuestras consultas enviadas por correo electrónico.

Juan Carlos Ortega
Correo electrónico de consulta enviado a Jaime Ibarra.

En los días posteriores al concierto, varias bandas que participaron en el homenaje a Monroy & Surmenage cancelaron una gira que tenían programada durante la Semana Santa de 2022, porque los dueños de los bares, donde se iban a presentar, recibieron ultimátums de la Policía, a través de una nota que decía “que no podíamos tocar en lugares públicos”, confirma el director de una banda, quien, a raíz de esta persecución, se exilió en Costa Rica.

Tras la captura de Monroy, Espinoza y Tapia, el 12 de abril de 2022, diez días después del concierto, “los otros músicos, cantautores y cantautoras salieron huyendo del país”, dijo Monroy al medio hondureño Contracorriente, en enero de 2023. 

A Monroy lo llevaron detenido al Chipote, y lo encerraron en una celda de “un metro por medio metro”, con barrotes a la altura de la cara y un foco en el techo. Sólo podía permanecer sentado, y lo mandaban a bañar para que sintiera frío en la sala de interrogatorios, que tenía un potente aire acondicionado. “Una y otra vez, me hacían las mismas preguntas y amenazaban con ir a ver a mi familia y a mis amigos si no hablaba”, contó Monroy. 

Ocho oficiales se alternaron para interrogarlo durante 48 horas: “¿Quiénes nos patrocinaban? ¿Si era alguna ONG? ¿Qué significaba mi canción? ¿Por qué dediqué una canción a mi mamá el 30 de mayo de 2018, cuando ocurrió también una gran matanza?”.

Lo extraño para la policía es que la producción del homenaje a Monroy & Surmenage fue de primera: luces, montaje y sonido. Un evento de esa envergadura requiere de un apoyo económico fuerte, como el que brindaba Juan Carlos hasta antes de 2018, con todos los recursos económicos a su disposición. 

El evento fue patrocinado por varias marcas comerciales, entre ellas de cervecería y de tabaco, y se cobró una entrada de 200 córdobas por persona. Los músicos consultados desconocen si hubo otra fuente de financiamiento. 

A los dos días de su captura, el 14 de abril de 2022, llevaron a Josué Monroy, en calzoncillos y chinelas, a la frontera con Honduras. En el camino “me iban insultando y filmaban con sus celulares. Es algo mental, te quieren hacer sentir mierda”, recuerda Josué. Lo dejaron tal como lo trajeron en el puente que cruza el río Guasaule. Antes, le hicieron firmar un documento en el que hizo constar que no regresaría a Nicaragua, bajo la amenaza de caer nuevamente preso. Él lo firmó, le tomaron una foto y se fueron. 

Una familia de un pueblo de la frontera hondureña lo acogió. Para ellos no fue difícil comprobar, en redes sociales, que era un artista expulsado, y no un delincuente. En los meses posteriores, obtuvo la nacionalidad hondureña y un pasaporte. Luego, en septiembre del año pasado, se fue a España como refugiado político. Desde ahí, intenta retomar su carrera musical. 

Mientras tanto, Salvador Espinoza y Xochilt Tapia fueron desterrados a Alemania el 21 de abril de 2022.

“El cerebro es mi papá”

Juan Carlos Ortega
Ilustración de Divergentes.

Juan Carlos nació el 17 de octubre de 1981, dos años después del triunfo de la insurrección sandinista. Su padre, Daniel Ortega, era el comandante de la Junta de Gobierno, y entre 1984 y 1990, fue, por primera vez, el presidente de Nicaragua. 

De pequeño, Juan Carlos necesitó la ayuda de un especialista para mejorar un trastorno del lenguaje. Una fuente allegada a la familia Ortega-Murillo dice que esto explica por qué se le vio “tartamudear” cuando leyó un comunicado del Movimiento Sandinista 4 de Mayo, que él encabezaba, e hizo su primera aparición política en noviembre de 2019. 

Alicia Romero, ama de llaves, fue quien crió a Juan Carlos, al igual que a sus hermanos Daniel Edmundo, Laureano y Carlos Enrique. Daniel y Rosario, en esos años, les dedicaron poco tiempo a sus hijos por estar concentrados exclusivamente en la política 

“En los años de la Revolución eran pequeños, pero vivió esa etapa de los viajes de su papá a Naciones Unidas, es decir el papa presidente”. Una fuente que lo vio crecer asegura que tiene una formación ideológica muy fuerte, “como sus otros hermanos Daniel Edmundo y Laureano, algo que no tienen tan interiorizado sus hermanos y hermanas menores”. 

Juan Carlos y sus hermanos se tomaron la derrota del Frente Sandinista, en las elecciones de 1990, como una guerra, según la fuente, y, por tanto, para él fue “una batalla el asunto de recuperar el poder, la revolución”. Y “la revolución es Daniel”, según apuntan las consignas de Rosario Murillo. Cuando los sandinistas perdieron el poder, en 1990, Rosario Murillo retomó la crianza de sus hijos. Ordenó construir un estudio de música en la casa, donde casi todos recibían clases de batería, de guitarra, de piano, entre otros instrumentos. Murillo dedicó mucho tiempo a estar con sus hijos durante esos años. Eso explica, afirma la fuente allegada a la familia, la influencia y autoridad que ella tiene sobre ellos. “La adolescencia de ellos fue absolutamente monitoreada y controlada por ella”, sostiene. 

Un compañero del colegio Doris María Tijerino, donde Juan Carlos estudió la secundaria, considera que los mandatarios engañan, manipulan y ocultan información a sus propios hijos, desde pequeños. Por ejemplo, cuando un niño les mencionaba el caso de violación de Daniel Ortega a su hijastra, Zoilamérica, los hermanos Ortega-Murillo decían que “a Zoilamérica le había pagado Arnoldo Alemán y los Estados Unidos para que dijera eso”. 

Cuando terminaron el bachillerato, Rosario Murillo fue la que eligió las carreras de sus hijos. De ese modo, Juan Carlos Ortega entró a la carrera de Comunicación Social en la Universidad Centroamérica (UCA), y la tutora de la tesis fue su propia madre. En la universidad, lo recuerdan como un muchacho sencillo, nada ostentoso, que tuvo una vida relativamente normal, dedicada al estudio, la música y las fiestas, pero sin excesos. 

“Murillo los preparó para más adelante: los entrenó, les diseñó una vida”, insiste la fuente allegada a El Carmen, residencia de la familia presidencial. Un reportaje de Magazine, en 2010, relata que Murillo dijo que su hijo Juan Carlos “era la reencarnación de Sandino”. Sin embargo, en conversaciones privadas, Juan Carlos decía que su mamá “le hacía huevo (era buena política), pero que el verdadero cerebro es su papá”.

Un buen guitarrista

Juan Carlos Ortega
Juan Carlos Ortega Murillo toca con su banda. Foto tomada del Facebook de Ciclo.

Desde los años 90 formó el grupo Ciclo, y se relacionaba con la incipiente escena musical del rock. Se presentaba en los bares de Managua y salía de giras a los departamentos. “Era bien amistoso, un poco introvertido, pero como cualquier chavalo de su edad”, dice Alejandro, un músico que tocaba con Juan Carlos en ese tiempo. Incluso, antes de 2018, en los bares solía saludar a personas que eran opositores al gobierno de sus padres. 

Gabriela lo conoció entre 2004 y 2005, antes de que sus padres llegaran al poder. Juan Carlos la invitó a ella y a otros músicos, un par de veces, a pasar un rato a El Carmen. Ahí hacían asados, tomaban cervezas, escuchaban música y tocaban en el estudio. Dice Gabriela que Juan Carlos es “un gran cocinero y anfitrión”.

En esas reuniones no hablaban de otra cosa que no fuera música, instrumentos, sonidos, sus bandas favoritas: Tool, Metallica, King Crimson, Soda Stereo, Pink Floyd. Desde siempre le ha gustado coleccionar discos originales, pues “sabe de música y tiene buen gusto musical”, según Gabriela. Él mismo hacía bromas con su voz porque es parecida a la de su padre. “No hablábamos de política, sólo de música”, dice Gabriela.

En más de una ocasión, en esos convivios, Daniel Ortega se acercó para comer y platicar con ellos. Gabriela dice que El Carmen en realidad se debería de llamar “Condominio ORMU”, pues es un reparto grande donde cada uno de los hijos tiene su casa, y hasta existía una granja de venados y cerdos para consumo de la familia. Una versión que ya había sido mencionada por otras fuentes sandinistas para artículos previos de DIVERGENTES. 

En la escena musical nicaragüense, Juan Carlos Ortega es considerado un buen guitarrista que “tiene un buen concepto y toca limpio”. Compone buenas melodías y sabe utilizar bien los efectos de la guitarra. “Pero que no se atreva a cantar porque no le sale”, dice un vocalista, riéndose. Su música, el rock alternativo progresivo, “es para que lo disfruten los músicos” por lo técnico que implica. Dentro del metal, Ciclo, su banda, es una de las mejores en el país, según los distintos rockeros consultados. 

El primer cambio en la personalidad del hijo de Ortega y Murillo ocurrió cuando sus padres regresaron a la presidencia en 2007, y la madre les comenzó a asignar funciones a sus hijos en los negocios privados bajo el paraguas del poder, como hizo también con el resto de los hermanos. Pero sobre eso se contará más adelante. 

El productor musical de Rosario Murillo huye

Juan Carlos Ortega
La banda Manifiesto Urbano toca en un concierto organizado por el oficialismo. De sombrero y camisa roja, Lenin Ortíz, hoy exiliado. Foto tomada de redes sociales.

Lenin Ortiz, quien fue productor musical del régimen entre 2011 y 2018, fue uno de los músicos perseguidos en esta operación dirigida por Juan Carlos Ortega Murillo. Una fuente cercana al músico cuenta a DIVERGENTES, por primera vez, lo que ha vivido desde que renunció, en agosto de 2018, a seguir trabajando para la familia en el poder. Ortiz fue contactado por este medio de comunicación y confirmó que estaba fuera del país, pero dijo que no quería hacer ninguna declaración al respecto, por temor a represalias. Cabe aclarar que este músico también es uno de los fundadores de la banda Monroy & Surmenage.

Por eso, el 12 de abril de 2022, Josué Monroy llamó a Ortiz diez minutos antes de que la policía lo capturara. Durante la llamada, le dijo que estaba nervioso porque unos policías llegaron a su casa para investigar un supuesto choque en el que estaba involucrado su carro. Los oficiales le pidieron entrar a su casa y tomaron algunas fotos desde afuera. Minutos después, la novia de Monroy puso en un grupo de WhatsApp de la banda que se lo estaba llevando detenido. 

Lenin Ortiz escapó cuanto antes. Era un posible blanco de la cacería por ser un disidente del partido. Él escribía las letras de las canciones, componía y hacía los arreglos de las melodías oficiales para las campañas presidenciales, las de las celebraciones del 19 de julio–cuando se conmemora el triunfo de la insurrección sandinista–, o para instituciones estatales. Fue uno de los músicos que estuvo más cerca de la familia presidencial. Fue contactado directamente por Maurice Ortega Murillo, otro de los hijos de la pareja presidencial, quien era su mejor amigo cuando estudiaban en la secundaria. 

Uno de los primeros proyectos que le encargó Maurice fue Manifiesto Urbano, donde se hacía llamar Lenin del Río. Manifiesto Urbano era una banda que mezclaba distintos ritmos. 

Lenin era compositor, cantante, director y productor de Manifiesto Urbano. También era el que manejaba los fondos del grupo. Como Maurice, junto con su hermana, Camila, fueron designados por sus padres para dirigir otro canal de televisión adquirido por ellos, Canal 13, entonces también contrataba a su amigo Lenin para proyectos con el canal o trabajos de publicidad estatal. 

Juan Carlos Ortega
Ilustración de Divergentes.

Con Manifiesto Urbano, Lenin compuso las canciones oficiales de campañas para las elecciones de 2011, Nicaragua Triunfaráy de 2016, Siempre al Frente; entre otras como Amor gigante y Otro tiempo. De las cuatro canciones del partido ese año, Lenin fue el productor de tres. La artesanía de las canciones no era fija. En ocasiones, Rosario Murillo le enviaba la letra y una canción de referencia para hacerla calzar. A Lenin le tocaba ajustarla para que sonara bien el cover. Otras veces, tenía más libertad para descartar partes de las letras porque no funcionaban con la melodía. Con el tiempo, llegó a ganarse tanto la confianza de la familia, que escribía toda la letra, producía la música y hacía los arreglos. Este fue el caso, entre otros, de Un día lleno de amor, canción hecha para el 19 de julio de 2015, cuyo eslogan “Orgullo de mi nación”, se convirtió en uno de los mensajes más difundidos por el régimen.

Ciclo, la banda de Juan Carlos Ortega, también hacía el mismo trabajo para Rosario Murillo. En 2014, hizo el arreglo musical de la canción oficial del aniversario de la insurrección, llamada Un mundo mejor, cuya letra fue enviada por Murillo. El video fue dirigido por los hermanos Maurice y Juan Carlos. 

Fuentes cercanas a Lenin Ortiz aseguran que esta relación se rompió cuando “los policías mataron al primer manifestante”, el 19 de abril de 2018. Encargado de las redes sociales de Manifiesto Urbano, Lenin, con la aprobación de la mayoría de integrantes de la banda, publicó un comunicado en el que se solidarizaron con las víctimas y decía “esperamos que pronto lleguemos a la paz que tanto deseamos”. Esta publicación la tuvo que eliminar el mismo día porque llovieron mensajes con amenazas contra todos los miembros del grupo. DIVERGENTES accedió al comunicado por medio de un grupo de WhatsApp al que Lenin lo envió a las 1:28 a.m., del 23 de abril de 2018.

Manifiesto Urbano, desde entonces, dejó de funcionar. Durante los primeros meses de la crisis, Maurice contactó a Lenin para que se presentara con el grupo en una movilización del partido, pero el artista se negó a subir a una tarima “hasta que se resolviera la crisis política”. Casi cinco años después, la crisis sigue sin resolverse, y de los 13 integrantes de la banda, sólamente cinco se encuentran en Nicaragua, de los cuales cuatro siguen ligados al régimen. El resto, unos ocho músicos, se encuentran exiliados o refugiados en distintos países. 

Las fuentes aseguran que Lenin Ortiz le envió a Maurice su carta de renuncia en julio de 2018, que hasta ahora no ha sido respondida. Un mes después, sacó una canción titulada La voz del corazón, en el que se posiciona a favor de los manifestantes. 

En el video, aparece con una camiseta negra, por el luto, y enciende una veladora en homenaje a las víctimas. En una de las escenas, detrás de él está la bandera de Nicaragua y las siglas SOS (señal de socorro). Las amenazas llegaron de inmediato, y decidió bajar la canción. La volvió a subir a Youtube dos años después. 

Cuando ocurrió la cacería contra los músicos en 2022, Lenin metió a su carro todo lo de valor que había en su casa: computadoras, cámaras, guitarras, y arrancó con su esposa y su hija, de tres años de edad. Durante tres semanas vivió en casas clandestinas y hoteles. Durante ese tiempo, le negaron el permiso de salida a su hija, tramitado por su esposa y una abogada. Así que decidieron partir juntos, los tres, montados en una motocicleta por los puntos ciegos de la frontera costarricense. 

En Costa Rica permaneció un mes, tiempo durante el cual se encontró con otros músicos que huyeron de Nicaragua por la misma razón. Luego, viajó con su familia a Holanda, donde ahora vive en un refugio y se encuentra solicitando asilo político. 

El círculo más cercano de “JC”

Juan Carlos Ortega
Ilustración de Divergentes.

La primera asignación de sus padres a Juan Carlos Ortega fue la agencia Difuso Audiovisuales, en 2008. Al inicio, Difuso no era una agencia de publicidad como tal, sino un lugar diseñado para hacer pequeños conciertos, según fuentes allegadas a la familia. Ubicada en los alrededores de El Carmen, Difuso contaba con estudios donde se podían grabar discos y videos, y hacer producción audiovisual. 

Unos años después, el hijo de los Ortega-Murillo tomó las riendas del Canal 8. Para hacer funcionar estas empresas a su medida, se rodeó de antiguos compañeros de la universidad y músicos que todavía son sus amigos. 

Entre los actuales amigos se encuentran Noel Portocarrero, vocalista de Ciclo, y Hazel Bojorge, quien estuvo un tiempo encargada de la página RockNica. Bojorge trabajó en una oenegé con Zoilamérica, hermana de Juan Carlos, quien denunció por abuso sexual a Daniel Ortega en 1998. Zoilamérica se exilió desde 2013, después de que el acoso en su contra aumentó. Desde entonces, Bojorge dejó de hablarle.

En el círculo de Juan Carlos se encuentran trabajadores de la radio Rock FM: el director Lino Alvarado y los locutores Miguel Halvey y Henry Green. También es muy cercano, Harold González, cuyo nombre artístico es Zurial, quien está al frente de toda su producción audiovisual que incluye sus vídeos musicales. Marcio Vargas, presentador de un programa político en canal 8 y fanático sandinista, es otro de sus amigos. 

Joaquín Vargas, hijo del analista político Oscar René Vargas y de la poeta Daysi Zamora, es uno de sus más cercanos. Joaquín, conocido como Morning, es el encargado del sonido de Juan Carlos, quien le carga los amplificadores y le cambia o afina las cuerdas de la guitarra, según músicos consultados. También apareció junto a él en algunos de los videos del Movimiento Sandinista 4 de Mayo.

Algunas fuentes señalan que Joaquín manejaba los drones para espiar a los tranques –bloqueos de carretera puestos por manifestantes en 2018– que después eran atacados por la Policía. En junio de 2018, durante la Operación Limpieza, otra fuente aseguró haber visto a Joaquín dando instrucciones a paramilitares en la Plaza de las Victorias. 

Lo último que se cuenta es que la amistad entre Joaquín y Juan Carlos se rompió desde hace algunos meses. Se desconoce si se debe al encarcelamiento y posterior destierro, en febrero de este año, de Oscar René Vargas, padre de Joaquín. 

Escoltas, lujos y excesos

Juan Carlos Ortega
Juan Carlos Ortega Murillo en una gira con los integrantes de su banca Ciclo. Foto tomada de redes sociales.

En julio de 2013, Juan Carlos Ortega se encontró con uno de los músicos que habló con DIVERGENTES y que también militaba en el Frente Sandinista en esos años. Recién había quedado demostrado cómo miembros de la Juventud Sandinista, el movimiento de jóvenes del partido, vapulearon a unos jubilados y jóvenes que protestaban en las instalaciones del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) por la pensión reducida. Esta acción fue bautizada como #OcupaINSS. 

El artista le preguntó qué había pasado en el caso #OcupaINSS, ya que le parecía injustificable la violencia de la que era responsable el partido. La respuesta de Juan Carlos aquel día fue: “hay cosas en la política que se tienen que hacer”, según esta fuente. “Esa respuesta para mí fue la que marcó cuando dejó de pensar como artista y empezó a pensar como político”, añade. 

La fuente allegada a la familia dice que a partir de ese año, Rosario Murillo le ordenó a todos sus hijos cerrar sus espacios de amigos y “tener sólo gente de confianza”. Fue así que varios amigos de Juan Carlos dejaron de relacionarse con conocidos opositores, con los que también tenían amistad.

El proceso de cambio fue paulatino. Un artista que llegaba a presentarse a TN8 dice que Juan Carlos siempre fue accesible con él, pero que tenía pequeños gestos con los que quería demostrar carácter, como apretar fuerte la mano al saludar y dar una sólida palmada en la espalda.

Otros gestos eran más grandilocuentes. Como el gasto de $400 mil que el Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR) otorgó a Paramount Picture para financiar una película hollywoodense, en la que Juan Carlos se encargó de las imágenes promocionales con la productora Difuso. La película fracasó porque no se estrenó en los principales cines de Estados Unidos y sólo recaudó $3,301 en taquilla. 

Un productor musical de Juan Carlos Ortega aseguró que para su último disco fue a Los Ángeles, Estados Unidos, para pagar $100 mil sólo en la mezcla de sonido que hizo Ted Jensen, un sonidista que ha trabajado con artistas de la talla de Green Day, Carlos Santana, Madonna, The Police, Eagles y Rolling Stones. Según este productor, este es el disco más costoso en la historia de Nicaragua. 

En su banda Ciclo gasta miles de dólares. Se fue de gira a Argentina y Cuba, entre otros países, con los gastos pagados. En Nicaragua, sus conciertos no cobran entradas, pero el montaje es de primera: pantalla gigante, luces inteligentes, sonido de monitoreo. Tiene un staff que les pasa los instrumentos. Y los camiones de TN8 llegan a montar y desmontar los escenarios. 

Juan Carlos Ortega
Juan Carlos Ortega Murillo en un concierto de Ciclo. Foto tomada de las redes sociales de la banda.

Juan Carlos comenzó a aparecer en los lugares con escoltas. Una tarde de 2016, durante una grabación a la que fue invitado a tocar la guitarra, llegó tarde al ensayo, borracho y con la actitud de “imponer respeto”, relata el encargado de la banda que lo invitó. Fue escoltado con patrullas repletas de policías que cerraron las calles aledañas al estudio de grabación. “Parecía que había llegado el príncipe”, dice este músico, en tono de broma.

Rosario Murillo aisló aún más a sus hijos en los últimos cinco años. Los confinó al punto de que no pueden comprarse un pasaje de avión sin su permiso. De sus amigos los alejó más. “En la medida que la dictadura va cerrando espacio, siento que le van dictando a sus hijos que se atrincheren”, dice la fuente allegada a la familia. “El aislamiento, pienso, lo asfixió tanto que lo hizo lanzarse a los excesos”, valora esta fuente. 

Distintas situaciones en su vida lo han alejado de hacer música en los últimos años. Las sanciones que le ha impuesto Estados Unidos y la Unión Europea –por ser responsable o cómplice de haber participado en una serie de transacciones de prácticas engañosas o corrupción y apropiación de activos privados para beneficio personal o con fines políticos– en los últimos tres años, lo limitan de no poder viajar fuera de Nicaragua y gozar del sistema financiero internacional. 

A la imposición de sus padres, de priorizar los negocios de la familia por encima de su carrera musical, se le suma que sus seguidores no quieren escucharlo porque la gran mayoría son opositores desde 2018. 

“Está deprimido y frustrado porque no puede hacer música”, dice el artista que contó la anécdota de cuando se encontraron en México. Es posible que durante toda su vida, Juan Carlos utilizó el rock para el desahogo. Y ahora lo hace cada vez menos. 

Una madrugada, antes de 2018, estaban tomando cervezas en la casa de un conocido, cuando miró una batería y empezó a tocarla. Lo acompañaban Joaquín Vargas, Noel Portocarrero, Josué Monroy, entre otros. Juan Carlos golpeaba el instrumento con fuerza, sin ritmo, como poseído. El ruido despertó a los vecinos. Así estuvo durante varios minutos, incomodando a sus propios amigos, hasta que Josué Monroy le dijo que se callara. El único que esa noche se atrevió a sacudirlo del trance, terminó desterrado unos años después.

Publicado originalmente en Divergentes

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