Invisibles hasta la muerte

Tlachinollan

Ninguna autoridad se interesa en registrar a las niñas y niños indígenas que nacen en las comunidades más recónditas de la Montaña. Las madres monolingües padecen los estragos de la discriminación.

Ellas no existen en las estadísticas oficiales. No cuentan con su acta de nacimiento para hacer algún trámite. No son beneficiarias de nada, ni el derecho a tener un nombre y un lugar digno para vivir. Sobre la tierra realizan todas sus actividades. No cuenta con alguna moneda para comprar lo mínimo: ropa, jabón y hasta minsa porque tampoco tienen derecho a la tierra.

Son las políticas del coloniaje la que engendra el vasallaje en las familias más pobres e indefensas. No solo padecen esta política de exclusión y descarte social, también padecen la violencia y el exterminio. Son tratadas como objetos, como seres manipulables, ingenuas, pasivas y sumisas.

Los gobernantes han mantenido este régimen de esclavitud, con estamentos sociales indignos, porque confina a la gente indígena a su propia desgracia de sobrevivir en el fango del olvido. La violencia secular se ha incrustado en las mujeres que son invisibles hasta la muerte.

Con la impunidad los justicieros del sistema penal condenan a las mujeres a padecer la violencia de los hombres. Las obligan a soportar todos sus instintos y acciones salvajes. Morir en sus chozas de cartón es su destino funesto. Los casos de feminicidios y desapariciones de niñas y mujeres indígenas se han incrementado sin que las autoridades de los 3 niveles de gobierno se comprometan a parar de tajo este flagelo.

Las estadísticas de las personas desaparecidas en la Montaña son espantosas. Como Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan acompañamos a 49 personas desaparecidas, 13 son mujeres indígenas, y de estas 7 son niñas, de los municipios de Tlapa, Zapotitlán Tablas, Cochoapa el Grande, Atlamajalcingo del Monte, Tlacoapa, Alpoyeca, Iliatenco, Copanatoyac, Alcozauca, así como Chilpancingo y Aguascalientes.

En un conteo que realizamos de las denuncias en redes sociales y de familias coincidentemente se registraron 45 personas desaparecidas, de estas 16 son mujeres y niñas, de los municipios de Zapotitlán Tablas, 28; Acatepec, 6; Cochoapa el Grande, 6; Olinalá, 2; Metlatónoc, Huamuxtitlán y Tlalixtaquilla fueron uno respectivamente. Las cifras de las personas desaparecidas son más elevadas, sin embargo, no denuncian porque temen por sus vidas.

Por otro lado, los feminicidios siguen al alza en esta región golpeada por la violencia machista. Desde el 2016 a la fecha Tlachinollan acompaña a 27 víctimas de feminicidios de mujeres indígenas de los municipios de Acatepec, Tlapa, Malinaltepec, Alpoyeca, Tlacoapa, Copanatoyac, Cochoapa el Grande, Zapotitlán Tablas y Acapulco. Hay 9 órdenes de aprehensión contra los feminicidas, sin embargo, las autoridades judiciales no las han ejecutado. En la comunidad de Copanatoyac hay 6 feminicidios, tres cuentan con orden de aprehensión y tres están en la etapa de investigación.

Hay varios factores que influyen para las desapariciones de personas. En el caso de las niñas que han desaparecido en la escuela se presenta porque desde las redes sociales los delincuentes hacen sus fechorías. El tráfico de niñas y mujeres es constante. La Fiscalía no investiga los perfiles de Facebook para hacer señalamientos y castigar a los responsables.

La desaparición de niñas y adolescentes de los municipios de Cochoapa el Grande y Metlatónoc se dan para evitar los matrimonios forzados. También huyen por la violencia machista en sus hogares en sus comunidades. La vulnerabilidad es mayor. En Tlapa hay personas que contratan a los grupos de la delincuencia organizada para asesinar y desaparecer a las personas, por ejemplo, en el caso de Atlamajac desaparecieron a la abuela, a la hija y a la nieta.

En los temas de feminicidios, se trata de mujeres muy vulnerables porque sus agresores conocen toda la situación que viven dentro de un hogar. Se suma porque algunas están solas, separadas, divorciadas y viven lugares muy apartados. Las víctimas no se pueden defender, ni pedir auxilio. La violencia machista y patriarcal se extiende en todos los ámbitos de la vida. Los hombres que asesinan a sus esposas solamente quieren mostrar su autoridad y su salvajismo.

En la región de la Montaña es una realidad que duele y sangra por la herida que ha causado la violencia. Las familias lloran en silencio, buscan a sus seres queridos en círculos vacíos. Las autoridades no hacen las investigaciones, sus falencias determinan la repetición de la falta de verdad y de justicia. Las desapariciones como los feminicidios siguen rompiendo los tejidos comunitarios, destruyendo vidas y dejando a las familias con el dolor y la angustia. Las personas desaparecidas son invisibles hasta la muerte.

Publicado originalmente en Tlachinollan

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