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Instituciones de Educación Superior, sin cupo para la comunicación popular en Colombia

Camilo Gallego Pulgarín*

Quienes han pasado por alguna facultad de comunicación, probablemente no habrán hallado en su pénsum algún curso acerca de la comunicación popular, en muchos casos, ni siquiera como una unidad o tema dentro de otra materia. Ni siquiera en Instituciones de Educación Superior -IES- de carácter público se plantean elementos al respecto, lo que implica un desperdicio de la grandiosa oportunidad tanto para la academia como para los movimientos sociales.

Dicha realidad evidencia que las consignas del movimiento educativo acerca de los intereses de la educación institucional al servicio del mercado son ciertas y que la relación de la universidad con la sociedad no va más allá de los intereses económicos que se puedan obtener de allí.

Las IES dicen buscar profesionales con conciencia crítica, con capacidad reflexiva acerca de su entorno y con entendimiento de la complejidad de la comunicación en el mundo moderno al reconocer su diversidad. Sin embargo, lo que realmente ocurre en el caso del área de las comunicaciones, es que solo esperan que se adquiera cierto criterio para la selección y creación de contenidos, que posibilite superar el entretenimiento simple y ramplón que han ofrecido los medios de comunicación masivos. Ese mismo entretenimiento, responsable de que muchas personas no se cuestionen, no protesten y no se organicen, imposibilitando la transformación de conflictos sociales al desviar la atención de la sociedad de sus problemas reales.

En contraste, cuando en estas facultades algún estudiante cuestiona las estructuras dominantes de la sociedad y las lógicas dominantes de la comunicación de ese tipo de sociedad, incluyendo sus intereses, sus propietarios/as, sus formas de producción, sus contenidos; y propende por una disputa de sentido y una lucha ideológica por medio de la comunicación popular, se le intenta silenciar bajo el argumento de estar mencionando temas poco acordes para la formación profesional en tanto dicen ser muy políticos y poco académicos. Entonces, ¿qué están entendiendo las IES por la diversidad de la comunicación si estas propuestas no se permiten ni se debaten? Es aquí donde cabe la polémica y a veces incómoda pregunta para quienes quieren ocultar su posición política bajo la supuesta objetividad: ¿Acaso la academia no es también política?

Es en ese sentido que justifico, en mi trabajo de grado**, la necesidad de discusión: “Ante el debate acerca de si estudiar el fenómeno de la comunicación popular, es una tarea académica o política, especialmente porque la formación universitaria poco aporta al desarrollo de dicho fenómeno. Se debe tener en cuenta que uno y otro aspecto no pueden seguirse viendo desligados u opuestos, (…), es decir, el estudio de cualquier fenómeno social – en este caso la comunicación popular –, quiérase o no, es una actividad académica y política”. Y es así como se evidencia que si bien en los cursos de investigación que se dictan en la academia se define la justificación como aquello que da cuenta de la relevancia y pertinencia de una investigación, en temas como este se hace necesario pedirle permiso a la academia sobre el por qué y el para qué de estudiar estas temáticas.

Disputar desde las aulas

En la experiencia de construcción de un trabajo de grado poco usual, en el que se da cuenta de la comunicación popular, se comprende que el escenario de disputa por el conocimiento es el aula. Para que la academia le abra las puertas, de manera real, a los sectores populares, a sus luchas y a sus sueños, es necesario asumir la batalla de ideas desde las clases. Es impulsando sus reivindicaciones, también desde el campo educativo y en especial desde propuestas concretas como la comunicación popular que permite afianzar el tejido social y comunitario. Así lo menciono en el trabajo de grado:

“En medio de la lucha social y política en la que está inmersa la comunicación popular, se va afianzando el tejido social en los territorios donde las comunidades participan en la construcción de estos procesos comunicativos, porque la comunicación popular, sin restarle importancia a este aspecto, no se limita a la producción de los contenidos en diferentes medios, sino que permite la apertura de espacios para el encuentro, la educación, la formación política y la socialización, logrando que la comunidad se fortalezca de manera colectiva”.

Mi experiencia

Yo tampoco conocí la comunicación popular en la academia. Fue gracias al movimiento social y político Congreso de los Pueblos en donde por primera vez escuché hablar sobre ello y poco a poco conocí procesos y apuestas como Colombia Informa, Periferia Prensa Alternativa, La Piedra en el Zapato, y algunas propuestas que se han dado en el Proceso Nacional Identidad Estudiantil, en Tejido Awasqa Cultural, en la Confluencia de Mujeres para la Acción Pública, en Ciudad Comuna, entre otros, algunos de los cuales hicieron parte de mi reflexión para el trabajo de grado. Pero lo que terminó de convencerme para estudiar académicamente a la comunicación popular fue escuchar la grata experiencia de La Garganta Poderosa, de Argentina, en el marco de la Clacso 2015 en Medellín.

Asimismo, la academia no es la única que debe acoger en sus discusiones a la comunicación popular, pues el mismo movimiento social que ha sufrido las consecuencias de la dominación de la comunicación por parte de los medios masivos, que de la mano del sector privado y del gobierno han silenciando sus luchas y propuestas imponiendo un tipo de agenda en la opinión pública, debe apostarle de manera real a la comunicación popular, dándole el lugar que le corresponde, aprovechando así todo el potencial que esta comunicación puede ofrecerle y no relegando dicho ejercicio a unas cuantas personas, pues en la medida en que las comunidades, de manera colectiva creen sus propios contenidos a partir de las discusiones y reflexiones que dan en colectivo, y se vean reflejadas en ellos, se fortalece el movimiento social mismo con todas sus reivindicaciones, disputas, agendas y objetivos estratégicos.

La comunicación popular, como lo ha mencionado Aram Aharonian “surge para disputar, para alterar, interpelar, discutir el orden dado en el campo de la comunicación y la cultura, para alterar las relaciones de dominación que son propias y constitutivas del modelo de comunicación dentro del modelo de sociedad capitalista”, por lo cual, los movimientos sociales, al buscar construir un país para la vida digna, no pueden dejar de aliarse con la comunicación popular y así, se formarán sujetos y sujetas políticas más activas en su quehacer, pues como lo exponía aquella consigna del colectivo L@s Ningunead@s de Identidad Estudiantil en Medellín: “(…) el que es un espectador, es un cobarde o es un traidor”.

*Camilo Gallego Pulgarín es comunicador audiovisual, estudiante de sociología, integrante del Proceso Nacional Identidad Estudiantil.

** Comunicación popular. Una acción en el Congreso de los Pueblos – Valle de Aburrá

 

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