Cuando las imágenes infernales de los incendios forestales en la Quinta Región de Chile llenan las redes sociales, no se puede dejar de tener esa sensación de deja vu. Sí, ocurre todos los años. No, no hay cobertura en la prensa si se encontraron culpables. Sí, la noticia se pierde en el tiempo hasta el año siguiente.
Los incendios comenzaron el viernes 2 de febrero en el sector de Peñuelas, y aún afectan a seis comunas de la región, principalmente Viña del Mar y Quilpué. Más de cien fallecidos, hasta el momento sólo una treintena identificados, 15 mil viviendas afectadas, más de 11 mil hectáreas incendiadas, son las cifras duras cuando los focos todavía están activos, comparando las cifras a las pérdidas humanas del terremoto del 27F el 2010.
Desde que comenzó el siglo XXI los incendios forestales son noticia recurrente en el verano chileno, dejando postales de tragedias humanas en todos los medios de comunicación. Pero imágenes menos difundidas son las que muestran el cambio en los mapas, en donde había bosques hoy hay zonas urbanas.
Jonathan Caviedes, en su tesis “Construyendo desde las cenizas” (Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica), señala que en el período 2006-2016 las comunas de la Quinta Región con mayor cantidad de incendios forestales intencionales son San Antonio, Valparaíso, Quilpué y Viña del Mar. Los nombres vuelven a salir en el listado de aumento de población y de suelos urbanos.
En 2020 se presentó un proyecto de ley para legislar sobre el uso de suelos forestales siniestrados, con el objetivo explícito de desincentivar incendios intencionales para cambiar el uso de suelos, mientras que en 2023 se presentó un proyecto similar que, además, busca endurecer las penas ante estos delitos. La moción presentada en 2020 implica prohibir por 30 años el cambio de uso de suelos siniestrados, solicitar y conceder permisos de edificación y toda actividad incompatible con la recuperación de la cubierta vegetacional, y obliga a las inmobiliarias a presentar un historial del terreno al solicitar permisos de construcción. Ambos proyectos duermen en el Congreso, aunque se activan unos días al año, cuando suceden estas tragedias.
En 2016 los vecinos de Placilla y Curauma denunciaban abiertamente que los incendios que los habían afectado eran responsabilidad de inmobiliarias que buscaban construir en el sector, versión que la misma CONAF (Corporación Nacional Forestal) respaldó señalando que la causa de los incendios era el desarrollo inmobiliario. Y en las conversaciones de pasillo se pronuncian nombres de grupos económicos relacionados con la política tradicional, como antes fue Galilea, hoy se habla de Chadwick. Y todos los años se levantan las mismas alertas.
En 2022 otro incendio afectó parte del Parque Natural Kan Kan en Viña del Mar, un pulmón verde que resguardaba palmas nativas de hace 400 años, especie en extinción. En esa oportunidad, los representantes del parque solicitaban extender el santuario y resguardar la zona, en donde hay intereses económicos de inmobiliarias RCV y Aconcagua. Hoy Kan Kan desapareció totalmente, no sobrevivió al incendio de 2024.
Matías Reyes, activista medioambiental en la Región de Valparaíso, señalaba al medio Ecosistema Chile, en el contexto del Segundo Encuentro por la Superación de Incendios Forestales en Villa Alemana de diciembre del año pasado, que “los focos y lugares son comunes y el origen de los incendios es muy raro, ya que sucede en zonas que no circula gente lo cual va en línea con los proyectos que van en camino… Donde se produce un incendio resulta una tierra de nadie y es en ese momento cuando aparecen los proyectos inmobiliarios y con efectos devastadores”.
En el encuentro también se habló de la Ruta Periférica Valparaíso, proyecto del Ministerio de Obras Públicas que busca conectar Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana, Limache con Til Til, además de Con Con y San Antonio. Ya en 2022 los guardianes de Kan Kan habían solicitado oponerse a este proyecto que afectaba al santuario.
Reyes explicó que los incendios de los últimos años se producen en estas conectividades, una ruta que comunicacionalmente se presenta como un beneficio social, pero que finalmente forman parte de proyectos mineros, como la ampliación de Angloamerican en la zona de Til Til. “Se van a entubar territorios, atravesar Limache, y destruir humedales, y esteros. La agenda 2030 proyecta modificar en forma estructural la Quinta Región con el costo de la quema de la flora y fauna nativa. El gobierno quiere instalar un nuevo sistema de bosques mediante la plantación de pino y eucaliptus sobre lo nativo, lo cual va a alterar el territorio”.
Cuando aún la tierra está caliente y la tragedia enluta a un país, comienzan a organizarse la ayuda a través de centros de acopio que apuntan a la solidaridad de las personas, y que ya llenan de botellones de agua, artículos de aseo y alimentos no perecibles los colegios del país. En el mismo país conmocionado, la Cámara Chilena de la Construcción emite un comunicado en donde lamenta la pérdida de vidas humanas, solicitan que se extienda el toque de queda, se refuerce el control y vigilancia de las fuerzas de orden y seguridad y que, como privados, tomarán acciones decididas como patrullajes preventivos, e instan al presidente Boric a aplicar estas medidas en el centro del país.
Los dos Chiles se muestran en su más cruda representación, el modelo haciendo de las suyas sin freno, en donde los de abajo, de nuevo, pagan todas las cuentas.