El pueblo Munduruku, que habitan el noroeste de Brasil, resisten a uno de los proyectos actualmente más ambiosos del gobierno de Dilma Rousseff. Ante la negativa del gobierno de la demarcación del territorio de este grupo indígena, estos han tomado la decisión de hacerlo por sus propios medios y así evitar un despojo de su territorio. Unos 13 mil indígenas de esta etnia se verán afectados por estos proyectos, además de otros 7 mil indígenas de otros pueblos cercanos.

Ya son seis las presas que funcionan en las cercanías de sus tierras como parte de un gran proyecto hidroeléctrico en una de las zonas más importantes de reservas auríferas, convirtiendo al estado amazónico en todo un complejo de presas amenazando a pueblos indígenas, ríos, flora y fauna.

Falta de información, consulta y demarcación del territorio es sólo uno de los problemas al que se enfrentan los indígenas brasileños, aún cuanto este país sudamericano hace parte del convenio 169 de la Organizacional Internacional del Trabajo (OIT) que garantiza el derecho a la consulta.

En canoas miles de indígenas recorren el río Tapajós en protesta por el proyecto hidroeléctrico que además de afectar sus aldeas, inundará su territorio y millones de árboles.

El río Tapajos es el afluente de la margen derecha del río Amazonas. La presa, impulsada por el gobierno de la reelecta presidenta Dilma Rousseff, tendrá una potencia de 8.040 Mw, energía destinada para las fundiciones de aluminio, empresas mineras y otras instalaciones industriales que empeorará las condiciones de los que habitan esas tierras.

Diversas acciones han compuesto la lucha por la defensa del territorio de este pueblo de Brasil. Iniciaron la demarcación de sus tierras dada la negativa del gobierno para hacerlo. Además se han tomado las instalaciones de una planta de los constructores del proyecto y detuvieron a biólogos que analizaban la flora y fauna para los estudios de impacto ambiental.

Con información de Servindi