“Eres, si acaso, un pordiosero
de la historia.
El que recoge desperdicios
después de la tragedia.
El que acomoda ladrillos,
junta piedras,
encuentra un peine,
dos zapatos que no hacen juego,
una cartera con fotografías.
El que ordena partes sueltas,
trozos de trozos,
restos, sólo restos.
Lo que cabe en las manos”
El puño en alto
La fresca prosa de Juan Villoro reposa y se regodea con tópicos tan disímiles como el futbol o, en arrebato ultra necesario, versos que exponen su dolor y pasmo por aquel sismo del 19 de septiembre del año pasado.
Al ser distinguido con el Primer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura de la Feria del Libro de la Universidad de Guanajuato, Villoro reconoció en entrevista para UNAM Global que los galardones siempre son accidentales, “obra de una conspiración afectuosa que el jurado hace en favor de un autor, es muy absurdo decir que uno, verdaderamente, merece un premio como éste”.
Sin embargo, externó su orgullo al considerarse un lector pertinaz de Ibargüengoitia, a quien ve como un modelo inalcanzable y maestro de las letras mexicanas.
“Estar asociado con su nombre es algo extraordinario, porque él abrió una ruta muy importante en la literatura mexicana, vinculada sobre todo con la ironía y el sentido del humor. Nuestra literatura ha sido muy rica, pero por momentos y quizá debido a los quebrantos de nuestro país, la historia trágica y convulsa que hemos tenido, ha sido una literatura más bien seria, dramática, amarga y falta la parte risueña del sentido del humor, entonces él nos autorizó a entender que el sentido del humor forma parte de la inteligencia y pertenece al canon literario”.
Destacó que si el narrador guanajuatense viviera le preguntaría sobre los entresijos de su creación literaria. “Ibargüengoitia era un maestro de los detalles, y creo que trataría de pedirle algunos trucos del oficio al maestro”.
Este material se comparte con autorización de UNAM Global