Hidrógeno Verde, la nueva falsa solución

Carlos Tornel* y Luca Ferrari**

En 2022 terminamos de publicar Navegado el Colapso: Una guía sobre las falsas soluciones a la crisis climática. En este documento identificamos a las falsas soluciones como un conjunto de discursos, tecnologías, dispositivos financieros, medidas regulatorias y políticas públicas que de forma superficial pretenden ofrecer una solución a uno o varios de los problemas interconectados y asociados de la crisis climática y el colapso de la modernidad capitalista. En la guía consideramos a las ‘energías renovables’ como una falsa solución, en gran medida porque estas tecnologías suelen presentarse como soluciones milagrosas que pueden sustituir 1:1 a los combustibles fósiles sin una verdadera transformación del status quo.

En realidad las energías renovables están fosilizadas (dependen y requieren de combustibles fósiles en todas las etapas de su ciclo de vida), son intermitentes y requieren de una enorme demanda de minerales, lo que impulsa aún más el extractivismo minero. Además, debido a la disminución constante de la concentración de los metales requieren una inversión energética cada vez más alta y tienen mayor impacto ambiental, ya que se requiere remover cantidades cada vez más grandes de roca y utilizar volúmenes crecientes de agua en los procesos de concentración. A pesar de ello, el mito de la transición y de lo ‘renovable’ se continúa utilizando despreocupadamente, como si las grandes ciudades, los millones de kilómetros de carreteras y el transporte globalizado de mercancías pudiese sostenerse con un simple cambio tecnológico.

Un ejercicio para cualquier lector(a) es buscar en Internet las palabras “hidrógeno verde” seguido del nombre del país en el que se encuentre. Los resultados a este tipo de búsqueda están llenos de titulares como “Hidrógeno verde en México: el potencial de la transformación”; “Proyectan a México como un hub para el hidrógeno verde”; “La millonada que le podría generar el hidrógeno verde a Colombia”; “Brasil podría convertirse en un hub de exportación de hidrogênio.” En América Latina, particularmente en Chile, Colombia, Brasil, Uruguay y Argentina ya han publicado Estrategias de Hidrógeno Verde, siguiendo los ejemplos de países como Japón, que presentó la primera estrategia en 2014 y la Unión Europea que lo hizo en 2020.

Como se expone en esta conferencia, el hidrógeno no es un combustible, sino un vector. Este no se encuentra de manera independiente en la atmósfera (a pesar de ser la molécula más abundante del planeta), sino que tiene que ser producido o ‘separado’ pues suele encontrarse en forma de Agua (H20) o en forma de hidrocarburos como el metano (CH4), por ejemplo. Similar a lo que sucede con el reciclaje, producir hidrógeno requiere una inversión importante de energía, además de que hay una pérdida adicional en el proceso de conversión, por lo que su eficiencia energética es muy baja. El proceso de producción del hidrógeno a partir de combustibles fósiles (hidrógeno gris) es 3 a 4 veces más barato que si se captura el CO2 (hidrógeno azul) o si se hace a partir de agua por medio de fuentes renovables (hidrógeno verde). Por esta razón, la mayor parte del hidrógeno que se produce internacionalmente (96%) utiliza combustibles fósiles.

Las supuestas estrategias de ‘hidrógeno verde’ que se están pronunciando en muchos de estos países mantienen una reconfiguración colonial y extractiva del territorio. Lo anterior sin mencionar los enormes costos que tendría transportar y almacenar el hidrógeno (es altamente corrosivo), las enormes cantidades de minerales que serían necesarios para sostener una economía global basada en hidrógeno y el impacto en el uso de agua potable o salada para su procesamiento, además de que el costo energético (la demanda de energía) sería enorme – cerca del doble de la energía que se produce en la actualidad.

No hace falta ver muy lejos para identificar quienes continúan impulsando las falsas soluciones. Como ha demostrado Friends of the Earth, en Estados Unidos grandes petroleras han invertido millones en redireccionar mucho del paquete de financiamiento para la transición energética hacia el hidrógeno. Pero lo más preocupante no es que las petroleras continúan buscando colonizar el imaginario del futuro con sus supuestas soluciones milagrosas, sino que los gobiernos de la supuesta ‘izquierda’, al insistir en el crecimiento económico terminen por adoptar estas falsas soluciones como políticas que pretenden garantizar la promesa y la colonialidad del desarrollo. El Plan Sonora en México se anunció como creación de un nuevo ‘hub de energía renovable’ el cual a través de megaproyectos, trabajo barato y el nearshoring que requiere la continua integración de América del Norte con el TMEC, inaugura un plan de la ‘izquierda’ para perpetuar la creación de zonas de sacrificio en el norte de México, con la supuesta industria del hidrógeno, la maquila de coches eléctricos y la explotación del litio como ejes de la posible descarbonización del futuro.

Una y otra vez hemos identificado y denunciado el surgir de estas falsas soluciones: Desde el surgir del oxímoron del desarrollo sostenible en 1985, coaliciones de movimientos sociales y (algunas) organizaciones de sociedad civil, han resistido la imposición del uso de términos como este para tratar de tapar el sol con el dedo y encubrir la realidad: el capitalismo ha llegado a sus límites internos y externos, por lo que hoy experimentamos los síntomas más mórbidos de este interregno, es decir, el capitalismo avanza como un zombie, que se rehúsa a detenerse a pesar de que es un sistema que solamente opera como distribuidor de muerte.

Alternativas

Ahora toca usar el freno de emergencia, detener el tren del progreso, como habría dicho Walter Benjamin. Las alternativas, decimos en la guía, ya están aquí, no hace falta inventar el hilo negro. Las posibilidades de emancipación que se pueden tejer con las verdaderas energías renovables se muestra en el documental La Energía de los Pueblos, ya vislumbran la posibilidad de descentralizar los sistemas energéticos pero más aún, de dispersar el poder, de territorializar y de gestionarlo colectivamente. Una verdadera transición energética no se gestará allá arriba en los foros y cumbres internacionales o en las decisiones de política pública, sino en la posibilidades de pequeños colectivos, organizaciones, cooperativas y comunidades energéticas que puedan territorializar su generación, pero también repensar-recuperar su relación con la energía y la naturaleza.

*Investigador y candidato a doctor en la Universidad de Durham. carlos.a.tornel@durham.ac.uk

**Doctor en Ciencias de la Tierra por la Universidad de Milán, Investigador Titular C en el Centro de Geociencias UNAM, campus Juriquilla. luca@unam.mx

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