“¿Primero de Mayo? ¿Qué es el Primero de Mayo? Nada. Es un día como cualquiera, de resistencia, pero sobre todo de sobrevivencia, porque los trabajadores estamos solos, no tenemos nada; ni trabajo, ni perspectivas. Y los que hemos participado en el sindicato estamos peor, nadie nos quiere contratar. El Primero de Mayo es un día como todos, de despertarse con la angustia de ser desempleados y no tener ni un peso para comer”.
Nerviosa. Moviéndose continuamente en la silla con ansiedad, como si estuviera siempre incómoda, Gelín, mujer en resistencia, trabajadora del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), expone su situación y la de muchos de sus compañeros a partir del decreto inconstitucional que liquidó la compañía Luz y Fuerza del Centro, en la que trabaja en el área de oficinistas varios. Comienza pausada cada frase, como conteniéndose; pero a medida que avanza en sus explicaciones la mesura de la voz —de por si grave, fuerte—, se pierde y la emoción le eleva el tono, en ocasiones casi hasta escapársele un grito que llama la atención de los otros.
“Nos quieren joder. Nos quieren tronar. Porque al gobierno actual no le convienen los contratos colectivos, ni pagar las prestaciones que ganamos; el gobierno quiere destruir a los sindicatos y a nosotros, las y los trabajadores, dejarnos con sueldos raquíticos, de hambre. Es una mentira que al gobierno le interesen los trabajadores y los trabajos dignos; ellos lo que quieren es el poder, mantenerse en el poder, monopolizar el poder. Por eso nos quieren joder, porque si las y los trabajadores estamos unidos y luchamos por nuestros derechos, el gobierno siente que pierde poder de controlarnos y manipularnos”.