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Hace tres años me encarcelaron por alzar la voz y evidenciar la corrupción: Nestora Salgado

Atziri Ávila / Desinformémonos

Foto: Atziri Ávila

Ciudad de México | Desinformémonos. Un lugar montañoso y calmado acoge a la luchadora social Nestora Salgado luego de haber salido de prisión. Hoy, acompañada de su esposo, hijas y nietos reconstruye su vida y trata de “recuperar” el tiempo perdido, tras 2 años 7 meses de prisión.

¿Qué recuerdos tienes de aquel 21 de agosto de 2013? 

El 21 de agosto será un día marcado en mi vida por muchas razones, para mi fue un día normal, por la mañana estuve en la casa, subí un rato al rancho, estuve al pendiente de la Policía Comunitaria. Por la tarde me hablaron para informarme que había un problema en Tlatlauquitepec. Con toda la intención de ir a apoyar a la comunidad les hablé a los compañeros para que se alistaran y fui a cargar gasolina, nunca me imaginé que ya había un operativo en contra de nosotros y que iba a ser detenida en el camino.

¿Cómo fueron esos primeros momentos?

Me topé con un retén militar frente al Tecnológico de Olinalá, ahí inició la pesadilla. Sinceramente yo estaba muy confiada porque sabía que no había hecho nada malo, que todo mi trabajo era legal y respaldado por la Ley 701 del estado de Guerrero y la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias- Policía Comunitaria de Olinalá, llevaba mi credencial como Coordinadora de la Policía Comunitaria, pensé que en Chilpancingo se iba a aclarar todo, pero de pronto me di cuenta que todo estaba muy sucio y me espanté, no me imaginé lo grave del asunto.

¿De qué te percataste?

De entrada pensé que me iban a llevar al Ministerio Público y pedir mi declaración, que iban a decir de qué me estaban acusando pero no sucedió así. Esperamos mucho tiempo en el lugar, todavía tuve oportunidad de avisar a mis compañeros que me estaban deteniendo, llamé a la gente de las comunidades,  a los normalistas de Ayotzinapa. No sabía qué era lo qué estábamos esperando, minutos más tarde me di cuenta que era a la Marina, quienes habían llegado por mi para llevarme primeramente a Chilpancingo. Fue el mando de la marina quien me dijo que estaba arrestada pero nunca me enseñó una orden de aprehensión, al lugar también llegó la policía municipal y estatal que fueron cómplices del operativo que se había orquestado en mi contra.

¿Cómo fue tu traslado hacia Chilpancingo?

Primero nos íbamos rumbo a Tlatluquitepec pero los compañeros ya habían cerrado la carretera, tomamos el camino rumbo a paso Morelos, el traslado fue muy rápido pues esa gente quería salir lo más pronto de la montaña antes de que los compañeros cerrarán las otras vías. En el camino platiqué con el mando de la marina con quien meses antes había coordinado acciones para resguardar a mi comunidad, le dije oiga comandante usted ¿cómo ve esto? y él me respondió: Sabe que señora, yo lo único que le puedo decir es que esto apesta.

Llegando a Chilpancingo me trasladaron en helicóptero a Acapulco, llegamos como a las dos de la mañana y me llevaron a una casa aislada, no era ninguna instancia del gobierno ni nada, era una casa en donde había una camilla, en ese momento pensé que me iban a matar y que ya no la iba a contar.

¿Cuál fue tu reacción en ese momento?

Saqué los documentos de Estados Unidos que constatan que soy ciudadana americana, los votaron y se empezaron a reír, me dijeron que eso ahí no servía.  Al otro día me levantaron a las seis de la mañana. A pesar de que les exigí que me permitieran llamar a un abogado, llevaron a uno de oficio que me confesó estar confundido y sorprendido de que a esas horas de la mañana hubiesen ido por él para que tomara mi declaración.

Él ni siquiera estaba escuchando mis respuestas, no tenía ningún interés por defenderme, él estaba ahí porque quienes me detuvieron necesitaban cumplir con un requisito para mantenerme en prisión, minutos más tarde me trasladaron a Tepic en un avión privado del gobernador Ángel Aguirre.

La gente que me llevaba se la pasaba tomándose fotos conmigo como si fuera una estrella de televisión o un botín recientemente logrado, me preguntaron cómo me sentía y les dije que estaba tranquila. Cuando me preguntaron si tenía miedo les respondí preguntándoles a qué le tenía que tener miedo. Con firmeza les aseguré que no tenía miedo porque no había hecho nada malo, y que si el gobernador estuviera buscando paz para Guerrero no estaría deteniéndome, a lo que ellos confesaron que todo ya estaba bien planeado y previsto.

¿Cómo fueron para ti los primeros momentos en Tepic?

Cuando llegamos al aeropuerto ya estaba esperándome la policía federal, al entrar al penal fue como entrar a la boca de un monstruo, un monstruo que come gente. Sentí temor ante la presencia de mujeres rudas y bruscas que iban a realizarme la ficha, me pusieron ante las cámaras y me preguntaron: ¿delito? Yo dije: ninguno. Con voz más alta otra repitió: ¿delito? Yo con la voz igual de alta respondí de nuevo: ninguno.

Que diga usted de qué se le está acusando. Más serena respondí que ni siquiera sabía de qué se me estaba acusando, que yo no había cometido ningún delito, pues fungía como policía comunitaria. Fue en ese momento cuando la directora se sorprendió y me dijo:  a ver véngase para acá. Me cuestionó y, ya de otra manera, me dijo que me estaban acusando de secuestro. Le aseguré que yo no había secuestrado a nadie y le expliqué el funcionamiento de la policía comunitaria, pero a pesar de que muy en el fondo me entendió, me dijo que oficialmente me estaban acusando de secuestro, así que eso era lo que tenía que responder. Por cuarta vez me pusieron frente a las cámaras y cuando me preguntaron ¿delito? Fue secuestro, le respondí.

¿Qué experiencias recuerdas de la cárcel?

Adentro me di cuenta de que había entrando a un lugar con gente que trabaja para el sistema, gente que no se tienta el alma para hablar con la verdad, sino que solamente hace lo que necesita para hacerte ver como una criminal. A los pocos días de prisión me aislaron en una celda que estaba llena de polvo, arañas, nidos de pájaros, todo seco, un cuadro sin luz, donde a veces se olvidaban de darme de comer. Yo empecé a ver a gente cuando comencé a salir a los juzgados.

Recuerdo que a mi familia la autorizaron verme hasta dos meses después de haberme encarcelado, por lo que la experiencia fue más difícil aún, psicológicamente fue muy fuerte, hubo momentos en los que pensé que no iba a salir viva de ahí. Llegó el momento en que decidí hacer la huelga de hambre, por una parte en protesta por cómo me estaban tratando, y por como estaban tratando a mis otros compañeros policías presos. Vivir en la cárcel es fuerte y vivir aislada y torturada psicológicamente fue peor. 21 meses después, el 29 de mayo de 2015, me trasladaron al penal de Tepic, donde pude tener contacto más frecuente con mi familia y con la gente que me apoyó y me dio ánimo para seguir.

A tres años de lo ocurrido ¿cuáles piensas que fueron los motivos de tu detención?

Para mi es muy claro que fue para desarticular a la policía comunitaria de Olinalá, que en poco tiempo había tenido grandes logros contra la delincuencia en la comunidad. Ahora sé que nos veían como adversarios y que no vieron con buenos ojos la organización del pueblo, de otra manera no me explico porque tanta saña. Por otra parte, gente del gobierno vio afectados sus intereses en Olinalá específicamente con el narcotráfico y la trata de personas, lo digo con toda responsabilidad, pues la criminalización se dio luego de que fuimos nosotros quienes teníamos pruebas: videos, fotos, testimonios de lo que estaba pasando en la región. Yo creo que estas pruebas pusieron en alerta a las personas que están detrás de esto y estás personas estaban vinculadas al gobierno, por eso la fabricación de los expedientes a modo de perjudicarme totalmente.

 ¿La criminalización continúa?

Sí, las personas apelaron las órdenes de libertad otorgadas a  mi favor, sin embargo confío plenamente en que pronto saldremos de esto. Estoy plenamente segura de que no he cometido ningún delito y que mi actuar y el actuar de la policía comunitaria es legal y legítimo, pues lo único que hemos hecho es ejercer la autonomía, la creación de nuestros propios sistemas de justicia y la libre determinación de nuestros pueblos. De casi 60 supuestas víctimas, ninguna se presentó, aún cuando yo misma ofrecí pagar un camión para su traslado. Los supuestos peritajes realizados por la PGR se vinieron abajo cuando pude comprobar que yo había estado en una conferencia de prensa el mismo día en que me acusan de haber asesinado a cientos de kilómetros del lugar donde supuestamente ocurrieron los hechos, existen testimonios, videos y las notas de prensa que constatan mi presencia en otro lugar.

La comunidad nacional e internacional jugó un papel fundamental para logar tu liberación ¿Qué mensaje les envías?

Lo único que podría decirles es que agradezco infinitamente su apoyo y que va a ser imposible estar frente a frente con cada uno, no me va a alcanzar la vida, pero quisiera extender mi agradecimiento infinito.  Quiero decirles que puedo mirarlos a los ojos, que tengo la convicción de seguir trabajando para el pueblo, porque yo vengo de un movimiento del pueblo. Que no esperen a una profesional porque no lo soy, pero que lo que hice y sigo haciendo es un movimiento del pueblo.

Yo era una ama de casa, no tengo experiencia política ni mucho menos, ni experiencia en movimientos, fue la necesidad que tuvimos en Olinalá lo que me llevó a ser lo que soy, la necesidad de la gente fue la que me obligó a dar la cara. Hoy seguiré dándola por la gente, abrazando luchas que nos necesitan, seguiré alzando mi voz con mi llamado a la unificación, a la unidad.

Quiero decirles que sigo con la cara en alto porque busco hacer las cosas de la mejor manera con el pueblo organizado. Lo que yo quiero es que salgamos juntos en búsqueda de justicia, seguridad y el respeto a la dignidad de nuestra gente. Con mi experiencia les aseguro que lo que necesitamos de manera urgente es un pueblo organizado, tenemos que dar el paso juntos o cada quien desde su espacio, pero organizados. Yo le pido a toda la gente que en su momento creyó en mi y que me apoyó, que se organice en sus colonias, en sus estados. Unificar a nuestros pueblos y organizarnos es la única opción que tenemos.

 

 

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