Las y los habitantes de la Ciudad de México no consideran el riesgo sísmico por alcaldía y colonia al momento de comprar un bien inmueble, principalmente una casa o departamento, dijo la licenciada Carmina Jiménez Quiroga, asistente de investigación del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (CENTRUS) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Aunque después del temblor del 19 de septiembre de 2017 las personas consideraron menor el valor de los inmuebles en colonias donde los riesgos y daños por sismos son mayores, para enero de 2020 esta percepción ya había disminuido sustancialmente, es decir, que a partir de este año dejaron de ser conscientes de la pérdida de valor que tendría un inmueble de su propiedad si ocurre un sismo de magnitud fuerte.
A este descubrimiento han llegado el maestro Camilo Arias, la licenciada Jiménez y el doctor José Alberto Lara Pulido, director del CENTRUS, al realizar la investigación Efectos potenciales de riesgos sísmicos en el mercado inmobiliario de la Ciudad de México.
En la elaboración de este análisis georreferenciado están utilizando tres variables para estimar las zonas o los inmuebles que pueden ser más propensos a sufrir daños representativos en caso de que vuelva a acontecer un terremoto de magnitud similar o mayor a la de hace tres años.
La primera variable se refiere a las zonas sísmicas que se encuentran en el territorio de la Ciudad de México, que son aquellas que corresponden a los sitios donde antiguamente se encontraba el lago y sus alrededores. La segunda variable que emplean es un mapa generado por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en ingles), en el que se indican los lugares donde se dieron cambios en la superficie del subsuelo después del sismo de 2017. La tercera, es otro mapa, creado por Verificado 19S, donde se localizan todos los edificios que, por el temblor de ese año, se cayeron o tuvieron daños importantes.
Previo a que el estudio arroje datos concluyentes, Carmina Jiménez señaló que en la Ciudad de México las alcaldías que presentan un mayor riesgo sísmico, dadas las condiciones del suelo, son Venustiano Carranza, Cuauhtémoc, Iztacalco, Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco.
Si bien después de un temblor fuerte la depreciación del precio de mercado de un inmueble puede ser de entre el 5 y el 20% tras considerar sus riesgos sísmicos asociados (y dependiendo obviamente de las características del inmueble), en algunas de las alcaldías citadas las casas, departamentos y oficinas mantienen altos precios de compra-venta.
Esto se debe a que las características que son importantes para valorar un inmueble dependen más de los servicios y del entorno, es decir, en qué alcaldía se encuentra la edificación, cuál es el nivel de desarrollo de la colonia donde se ubica (alumbrado público, recolección de basura, distribución de agua potable, existencia de escuelas, oficinas, hospitales, etcétera), cuál es su nivel de conectividad con la propia colonia y con la ciudad (lo que incluye la oferta de sistemas multimodales de transporte público), y si se encuentra cerca o lejos de calles principales.
Independientemente de la zona donde se ubique el inmueble, por el momento Arias, Jiménez y Lara han encontrado que la gente percibe que las casas tienen más riesgo sísmico que los departamentos, y que los inmuebles nuevos tienen menos riesgo que los más viejos, por ello, estos últimos se castigan más en su precio cuando ocurre un sismo.
No obstante que asegurar un inmueble disminuye o anula la pérdida patrimonial para sus dueños por un derrumbe parcial o total, sólo cerca del 5% de las casas-habitación de la Ciudad de México están aseguradas, y los inmuebles que generalmente lo están son oficinas y almacenes.
En la investigación, que sus realizadores esperan concluir este año, entre las cuestiones que faltan por explorar se encuentra la distribución del efecto del riesgo sísmico a nivel de estratos socioeconómicos, o sea, determinar si después de un temblor el porcentaje de depreciación de los inmuebles es el mismo sin importar si su precio en el mercado es mayor o menor, y considerando sólo el costo de la propiedad.
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