Gratiferias: trae lo que quieras (o nada), y llévate lo que quieras (o nada)

Marcela Salas Cassani

México DF. No con pocas dificultades, un grupo de jóvenes estudiantes llevan adelante un proyecto que consiste en “despojarse de los bienes materiales en buen estado que ya no utilizan, para darlos a otros que los necesiten, sin necesidad de que circule dinero o que haya cualquier clase de intercambio”. Se trata de las gratiferias, un innovador concepto que surgió en Argentina en el 2010 y que rápidamente se extendió por toda América y en algunos países de Europa.

En entrevista con Desinformémonos, Mercedes García Flores, estudiante de Diseño Gráfico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y organizadora de una de las gratiferias que se realizan en México, explica que “la idea principal es que circulen las cosas, que no todo tenga un valor monetario, que puedas dar a otros cosas que hay en tu casa que estén en buen estado y que no utilices. No es tanto un trueque, porque das lo que quieras sin tener que dejar nada; se trata de ‘activar’ las cosas que están en la casa, y evitar el consumismo. Muchas veces te das cuenta que compras por comprar y al final de cuenta ni siquiera has abierto las cosas”.

Las gratiferias forman parte de un movimiento internacional que consiste en la realización de ferias donde todo es gratis y no hay dinero de por medio. Tampoco se maneja el concepto de trueque, pues no es obligatorio entregar algún bien para poder llevarse algo de lo ofertado.

Generalmente se llevan a cabo en  plazas públicas y centros culturales, donde, bajo el lema “Trae lo que quieras (o nada), y llévate lo que quieras (o nada)»,  cualquiera puede obtener bienes o servicios, sin dar nada a cambio de forma inmediata.

Se trata de un proyecto basado la confianza y en la afirmación de que “hay recursos abundantes para satisfacer las necesidades básicas de todos los habitantes del planeta” y los organizadores promueven un ideal de las relaciones humanas basadas en la cooperación en lugar de la competencia, e invitan al desapego material.

Mercedes explica que, además, “las actividades se han extendido; ahora no sólo se trata de llevar productos para dar o de ir a tomar algo que necesitas, sino que se procura que haya talleres de jardinería, lectura, teatro, música, etcétera. El ideal sería llegar a crear una comunidad en donde no tengas que usar dinero y puedas canjear tus servicios por otros, aunque no se exige que necesariamente tengas que dar una cosa por otra”.

El primer organizador de una gratiferia fue Ariel Rodríguez Bosio,  un argentino que después de mudarse cuatro veces en cinco años se percató que tenía varios bultos que no había abierto en mucho tiempo, entre ellos cajas con ropa de abrigo. Ariel pensó que esas cosas podían servirle a otras personas y entonces decidió regalar muchas de sus pertenencias y convocó a la primera gratiferia el 14 de febrero de 2010, en su departamento de Buenos Aires. La idea se expandió rápidamente por las redes sociales, y actualmente hay en Facebook más de cien grupos de gratiferias en toda América y en algunos países europeos que, en total, suman cerca de 50 mil personas interesadas.

La idea es confiar en que si las personas que van dicen “yo necesito esto justo ahora, pero no tengo nada que dar, se lo llevan porque en verdad lo van a usar y que en otro momento podrían regresar el favor con las cosas que no utilizan donándolas a las gratiferias”, señala Mercedes, “y justo por esta razón es importante que las gratiferias sean constantes, es decir, que se realicen en un lugar y un tiempo específicos con regularidad, pues si tú vas y ves, por ejemplo, un libro en una gratiferia, puedes tomarlo y no necesariamente dejar algo en ese momento – pues casi nadie lleva encima cosas que ya no necesita – , pero si sabes que esa feria estará allí la próxima semana, es más fácil que lleves algo después”.

Mercedes tuvo su primer acercamiento a las gratiferias en Uruguay. “Ahí había una que se ponía todos los domingos”, recuerda, “yo pasaba por la calle y siempre la veía, pero no me había dado cuenta que todo era gratis, que te podías llevar lo que quisieras. Hasta que un día dije, voy a leer qué es esto. Había un letrero que decía: ‘Toma lo que quieras, y deja lo que quieras, o nada’. Entonces pedí que me explicaran y luego pensé, ¿en serio es gratis?” Su primera reacción fue de incredulidad, “yo dije, nada en este mundo es gratis”, pero los responsables de la feria la animaron, “en serio, si te gusta y lo necesitas, sólo tómalo”. Mercedes, que estaría sólo un tiempo en ese país y no tenía muchas cosas, tomó un suéter y una bufanda, dos prendas de vestir que le hacían falta, pero que no tenía dinero para comprar. Entusiasmada por la experiencia, Mercedes pensó que le “gustaría mucho que esto ocurriera en mi país”, y volvió a México con toda la intención de organizar una gratiferia, pero se topó con “las autoridades que no me dejan hacerla de manera legal”.

“Somos cuatro personas las que organizamos esta gratiferia -Lucía Tréllez, Gerardo Torres, una estudiante francesa y Mercedes–  aunque hay otras que se organizan en México de manera esporádica, como cada cuatro o seis meses. Pero mi idea es poder hacerla cada semana, para que la gente tenga la seguridad de que puede ir, por ejemplo, un domingo y dejar sus cosas, o tomar lo que necesite. Si es cada seis meses, se vuelve más bien como un bazar, nada estable”.

Hasta ahora, Mercedes y sus compañeros de la universidad han organizado cinco gratiferias: una en el centro de Coyoacán, justo frente al quiosco, y las demás en la Alameda Sur, en Miramontes y Las Bombas. “Fue muy emocionante, la gente pasa y lee el cartel, y no lo cree, y da más vueltas y finalmente pregunta ¿qué es esto?, ¿es gratis de verdad? Mucha gente se interesó en la idea, pero sólo estuvimos como una hora en Coyoacán, luego llegó la policía y nos quitó”, explica la estudiante de Diseño.

Ante la falta de permiso para estar frente al quiosco de Coyoacán, Mercedes se informó y asegura que “como no están comerciando nada, no hay ninguna ley que nos impida estar ahí”; sin embargo, “como es un lugar turístico”, la delegación se ha negado a otorgarles un documento que les permita organizar allí la gratiferia. El argumento de las autoridades es “que ensucian el lugar”. “También intenté tramitar un permiso en la delegación de Coyoacán, pero sólo anduve de un lugar a otro. Me decían, pase a la otra ventanilla, ¡uy!, aquí no es,  pase arriba, pase a la ventanilla que sigue. Finalmente me dijeron que el encargado de los permisos no se había presentado a trabajar ‘porque creyó que era puente’. Me dijeron que llevara algunos documentos, lo hice. Pero como fue cambio de administración, me dijeron después que mi carta no entró a tiempo y que además no me darían el permiso porque ‘Coyoacán es un lugar muy famoso’”.

Las gratiferias fueron entonces organizadas en la Alameda Sur, donde había menos gente y un ambiente más propicio, pues compartían el espacio con personas que hacen talleres de sustentabilidad. Uno de los vendedores les advirtió que tuvieran cuidado “porque los van a quitar”. La amenaza se cumplió el cuatro fin de semana que estuvieron allí, cuando “unas señoras de la Junta Directiva de la Alameda” les dijeron que “definitivamente no podían estar sin pagar la renta de un espacio”. Los organizadores de la gratiferia explicaron que se trataba de un proyecto sin fines de lucro, y que por ello no estaban en posibilidad de desembolsar dinero para una renta. La respuesta de la Junta Directiva fue que no podían quedarse si no pagaban por el espacio, si no colocaban una mesa y una lona verde, y les advirtieron que estaba estrictamente prohibido regalar ropa. “Fue muy frustrante”, cuenta Mercedes, “también nos dijeron que por culpa de gente como nosotros se ensucia tanto Coyoacán, y que arruinamos toda la labor que hacen ellos para tener bien el parque. Fue muy denigrante, y muy decepcionante, pues semanas antes, esas mismas personas que nos corrieron habían tomado cosas de las que llevamos. No creen y no entienden que no somos un negocio y que no ganamos nada por esta actividad”.

Entre los objetivos de las gratiferias se encuentran la disminución del impacto ambiental, de la fabricación de nuevos productos, del volumen de basura generada y de la dependencia del dinero. También se busca minimizar la creencia de que los bienes son escasos y la costumbre del apego material, así como buscar la igualdad y la satisfacción de necesidades y deseos mediante la sociabilización armónica y cooperativa.

A pesar de las dificultades que enfrentan para llevar adelante esta idea en México, los cuatro jóvenes no se rinden. Actualmente están buscando un espacio para poder establecer una gratiferia que no sea esporádica, sino semanal. Están seguros de que si más gente se suma a este proyecto pueden lograrlo. “No es lo mismo ser sólo cuatro o cinco personas, que ser muchos. Entonces la idea es juntar más gente y empezar a funcionar como una comunidad”. Mientras tanto, planean ya una gratiferia en la UAM, con sus compañeros de Diseño Industrial, pues “hay muchos materiales que nos piden –como estilógrafos o escuadras–que utilizamos tres meses y nunca más volvemos a tocar, y pensamos que sería muy bueno organizar al final del trimestre una gratiferia con libros, plumones, escuadras, y logar así que estos materiales circulen”, concluye Mercedes García.

Publicado el 3 de diciembre 2012

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de cultura   Geografía   méxico  

Dejar una Respuesta