Keo Samoeun ha ayudado a construir decenas de edificios en toda la capital, Phnom Penh. Antes reparaba villas dañadas durante la época de los Jemeres Rojos, y ahora trabaja en un templo de Cao Dai, donde además practica la religión de Vietnam. No obstante, los cimientos de los muros que construye en Phnom Penh son más sólidos que los suyos propios: este albañil de origen camboyano y vietnamita no tiene un documento de identidad oficial permanente en ninguno de los dos países.
Tras décadas de cambios de fronteras y de historias entrelazadas, decenas de miles de ciudadanos camboyanos se consideran en parte de origen vietnamita. El Gobierno camboyano está despojando a muchas de estas personas de su nacionalidad, reavivando unos conflictos sociales profundamente arraigados entre ambos países.
A finales del año pasado, y de cara a las elecciones nacionales que se celebrarán el próximo mes de julio, el Gobierno camboyano emprendió una campaña para acallar a los líderes de la oposición y para acabar con los medios de comunicación independientes y desentenderse de los esfuerzos a favor de la democracia liderados por la sociedad civil. La campaña se originó a raíz de las sospechosas advertencias del primer ministro Hun Sen de que los partidos de la oposición y las ONG extranjeras estaban organizando un violento derrocamiento del Gobierno.
En el marco de esta campaña, el Departamento de Inmigración empezó a revocar lo que califica como documentos de identidad “inapropiados” de más de 70.000 personas, en su mayoría de origen vietnamita.
Según las noticias de VNExpress, en 2017 fueron deportadas más de 1.880 personas indocumentadas (incluyendo ciudadanos de origen chino).
No hay estimaciones claras respecto al número de personas de origen vietnamita que viven en Camboya, ni respecto a cuántas han obtenido oficialmente la nacionalidad camboyana, pero muchas de las que no han nacido en el país sostienen que llevan décadas viviendo en Camboya, según se especifica en un informe de 2013 de la ONG Jesuit Refugee Service Cambodia sobre la condición jurídica de la población minoritaria de origen vietnamita que vive en Camboya.
Las recientes purgas de documentos se iniciaron en diciembre de 2017 en la provincia de Kampong Chhnang, en Camboya central, donde miles de personas de origen vietnamita viven en el lago Tonlé Sap y a orillas del mismo. Más tarde se extendieron a Phnom Penh, centrándose específicamente en las zonas con grandes poblaciones vietnamitas.
El Gobierno camboyano, que no ha respondido a las reiteradas solicitudes de declaraciones al respecto, comunicó a principios de este año que toda persona de origen vietnamita que esté actualmente en proceso de deportación recibirá una tarjeta de residencia de dos años si consigue demostrar que ha estado viviendo en Camboya como mínimo desde el año 2012. En teoría, estos residentes podrán solicitar la nacionalidad siete años más tarde.
Sin embargo la purga de documentos genera una situación paradójica para los camboyano-vietnamitas: por una parte, debido a su origen vietnamita pierden el estatus legal permanente que tenían en Camboya, y, por otra, el Gobierno vietnamita tampoco les otorga un estatus legal porque no pueden demostrar que cumplen los requisitos para su obtención.
Aumenta el número de personas apátridas
Mientras espera a que llegue algún pasajero en el distrito de Chbar Ampov de Phnom Pehn, Thanh Kim Heng, un conductor de motocicleta de 62 años, advierte que la policía suele colocarse en un callejón cercano para patrullar el barrio y tratar de encontrar personas que sigan teniendo documentos. A él ya le confiscaron hace unas semanas su documento nacional de identidad y le entregaron una tarjeta para extranjeros, y explica que otros agentes le han parado por la calle para obligarle a pagar un soborno, amenazándole con arrestarle.
“Si dices algo, tendrás problemas”, señala Thanh. “No puedes hablar ni discutir con ellos [la policía]”.
Conseguir un documento de identidad ha supuesto una larga lucha para los habitantes de Camboya de la etnia vietnamita, sobre todo en las regiones más pobres de las provincias, explica Sourn Butmao, director ejecutivo de una ONG dedicada a la defensa de los derechos de las minorías, la Minority Rights Organization (MIRO).
Al encontrarse sin documentación, los vecinos que residen desde hace mucho tiempo en la comuna de Choam Chao de Phnom Penh temen ahora por su futuro.
Los funcionarios han afirmado que los habitantes de origen vietnamita “van a regresar de manera voluntaria”, pero eso no es una opción para Vong. Esta mujer de 31 años nació en Camboya y siempre ha tenido un documento nacional de identidad. Domina el khmer hablado y escrito, pero el hecho de que sus padres sean de origen vietnamita es lo único que les importaba a los funcionarios de inmigración que le confiscaron la documentación a principios de año.
“Aunque hablo khmer, las autoridades dicen que soy vietnamita”, declara a Equal Times. Antes de que los funcionarios de inmigración le confiscaran los documentos de identidad, Vong estaba planeando vender su casa de una habitación. Ahora sus planes se han paralizado, porque los extranjeros no están autorizados a poseer tierras en Camboya, de manera que, legalmente, no podría sacar ningún beneficio de la venta.
Vong obtuvo cierto respiro el mes pasado, cuando la escuela de su hija aceptó una fotocopia de su libro de familia como prueba de la identidad de sus hijos. Vong se la había guardado antes de que los funcionarios anunciaran sus planes de invalidar la documentación. Sin embargo teme que la escuela pueda pedirle en el futuro un documento de identidad formal.
“No estoy preocupada por mí, pero ¿qué va a pasar con mi hijo?”, pregunta. “¿Cómo voy a conseguir un documento de identidad para mi hijo?”
Crecen los temores
La historia entre Camboya y Vietnam es complicada. En resumidas cuentas, el sentimiento anti-vietnamita surgió a raíz de las amenazas que tuvo que afrontar el imperio camboyano por parte de Vietnam y de Tailandia a finales del siglo XIX y principios del XX. Durante décadas posteriores, Vietnam se convirtió para muchos en el principal antagonista de Camboya, debido a que los colonizadores franceses empleaban a los vietnamitas como administradores dentro de Camboya, y, nuevamente, cuando las fuerzas vietnamitas se hicieron con el control del país desde 1978 hasta finales de los 1980 como consecuencia del régimen genocida de los Jemeres Rojos.
En las últimas elecciones, políticos de todas las ideologías han incorporado estas tensiones étnicas a sus plataformas. El antiguo líder de la oposición y dirigente del partido populista Cambodia National Rescue Party (CNRP), Sam Rainsy, se ha manifestado a menudo contra una invasión vietnamita de Camboya para presionar al primer ministro Hun Sen, que fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores por los vietnamitas en 1979 cuando los Jemeres Rojos dieron un paso atrás. Hun Sen asumió la función de primer ministro en 1985, lo que le convierte actualmente en uno de los líderes del mundo que más años lleva en el poder.
A medida que la rivalidad iba creciendo durante la campaña electoral de 2013, las críticas abiertas del partido gobernante suscitaron temores de que Vietnam pudiera llegar a dominar el país: “Dentro de cuatro o cinco años será demasiado tarde: Camboya estará llena de vietnamitas”, decía Sam. “Nos convertiremos en los esclavos de Vietnam”.
A medida que se acercan las nuevas elecciones nacionales del 29 de julio, Hun Sen ha revertido sobre su adversario las acusaciones de connivencia con Vietnam, ordenandouna investigación sobre una posible traición tras las declaraciones que Sam realizó en 2013 afirmando que concedería autonomía a los montagnards, un grupo indígena de origen vietnamita que vive en las provincias del noreste de Camboya.
Aunque cree que la purga de documentos constituye en parte un intento para resolver el problema de la notoria laxitud de las fronteras de Camboya, Sourn, el director ejecutivo de MIRO, también cree que el partido en el poder está tratando implícitamente de demostrar que está del lado de los ciudadanos camboyanos, atrayendo al mismo tiempo a parte de los simpatizantes del CNRP que han abrazado el sentimiento antivietnamita de la oposición.
“Los políticos siempre renuevan estos casos [de discriminación], creando nuevos casos para el público”, explica Sourn. “Habrá gente que pueda olvidarlos, pero si los políticos vuelven a hablar de ello, están evocando antiguos conflictos”.
Las identidades del pasado y del presente se solapan
Las identidades vietnamita y camboyana son tan complicadas y están tan entrelazadas como la historia de estos dos países, por lo que los intentos para distinguir a los camboyanos de los vietnamitas terminan siendo a menudo contradictorios.
Al tener nombres vietnamitas y antepasados camboyanos, los khmer krom, o “camboyanos del sur”, frustran la aplicación de las leyes. Los khmer krom, una población minoritaria procedente de una región de Vietnam que originalmente había sido parte del imperio camboyano, tienen legalmente derecho a la nacionalidad camboyana sin estar obligados a demostrar el tiempo que llevan viviendo en el país.
Sin embargo, los miembros de la comunidad khmer krom sufren a menudo discriminación cuando solicitan documentos legales, y los funcionarios de inmigración entorpecen el proceso.
Según Sourn, cerca del 30% de los khmer krom no tienen documentos de identidad en Camboya, en muchos casos porque temen el proceso para su obtención o porque no quieren someterse a las exigencias de los funcionarios.
“Tienen apellidos distintos, y las autoridades locales siempre les piden que se los cambien. Pero cambiarse el apellido significa que pierden su identidad”, dice.
Detrás de un mostrador de una tienda de electrónica, donde se escucha música tecno a gran volumen, Keo, el albañil khmer krom, se siente cómodo hablando sobre su condición de inmigrante en el interior de los muros del templo. Keo es consciente de que, desde el punto de vista legal, cumple todos los requisitos para poder obtener la nacionalidad camboyana. Sin embargo, cada vez que la solicita, la única opción que le ofrecen es una tarjeta de residencia de dos años.
A pesar de haber vivido décadas en Camboya, afuera le llaman “extranjero” y “yuon,” una palabra despectiva para denominar a los vietnamitas. Su nieto Sokha de 12 años explica su propia experiencia con la discriminación. En la escuela, señala, algunos de sus compañeros le lanzan repetidamente prejuicios arrastrados durante siglos, como: “los vietnamitas solo vienen aquí para quitarnos nuestras tierras”.
Keo señala a Equal Times que muchos camboyanos le tratan como un hermano, pero que, a ojos del Gobierno, él y su familia siempre estarán en desventaja.
“Puedes vivir en Camboya, pero nunca llegarás a ser un ciudadano camboyano. Siempre dirán que eres vietnamita”, concluye.
Publicado originalmente en Equal Times