Fútbol, sueños y juventud popular: Un día en Cazucá, Colombia

Cézar Korrea*

Foto 1: Kevin Arias @relatossimples

Desciendo del bus. Es domingo y son más o menos las diez de la mañana. Estoy en un barrio de montañas salpicadas con una espuma blancuzca y flotante, de alcantarillas nauseabundas, de calles empinadas y destapadas, de flores desmembradas por las canteras, de casas con paredes de teja y pisos de tierra. Luego de caminar acelerado y temeroso, al fin llego. Frente a mí hay una gran cantidad de personas alrededor de una cancha. Me hago espacio y ahí están ellos, Jaiber1 y sus parceros; él arqueando y ellos gambeteando.2

Al terminar el partido, Jaiber me presenta con sus cuatro parceros y me cuenta que están jugando un campeonato relámpago: un torneo de microfútbol compuesto por aproximadamente diez equipos y que dura todo el día.

–El campeón se gana doscientas lucas –me explica–, o sea, cuarenta gambas pa’ cada uno; apenas pa’ tomarnos unas politas y pa’ las onces de la semana… así, de mero relax.

Jaiber tiene 17 años, nació en Acevedo (un municipio ubicado en el departamento de Huila – Colombia), y desde hace seis vive con su madre y sus dos hermanas en Cazucá (una de las comunas del municipio de Suacha, el cual a su vez está localizado en el departamento de Cundinamarca – Colombia).3 Con sus parceros cursan el grado once en el colegio (o la escuela secundaria) Ciudadela Sucre. Admite que no le va muy bien en el estudio; pero tiene el sueño de ser arquero profesional. Asiste a una escuela de fútbol los fines de semana de 7 a 9 a.m. Confía en que si se esfuerza y entrena disciplinadamente, podrá ayudar a su madre y a sus hermanas haciendo lo que más disfruta: jugar al fútbol. Y si no le salen las cosas:

–Hago un técnico en el SENA4, y me pongo a camellar duro pa’ salir adelante –dice–. Además, dentro de poco tengo que empezar a responder por mi hijo, porque mi novia ya tiene cuatro meses de embarazo.

Mientras esperamos el próximo partido, ellos me preguntan por el motivo de mi visita.

–Es parte de una investigación para la universidad –les contesto.

Inmediatamente, uno de ellos reacciona diciéndome:

–Llévese para la universidad a este pirobo del Maicol que es re-chistoso, re-grosero y re-fumón. Llévelo y sabe qué, se saca es pero la mejor nota.

Maicol, sonriendo y un tanto en broma, me dice:

–Uy sí, lléveme, y yo si le digo a esa gente de la universidad cómo son vueltas.

Maicol es el mayor de todos, tiene 20 años, y abandonó el colegio a los 16 para dedicarse a trabajar como ayudante de bus.

–Yo perdí varios años –me dice– por eso estudiaba con estas locas, después empecé a trabajar y empezó a gustarme la plata, por eso me salí del colegio. La cagué, pero bueno, no importa, no me ha ido mal…

Aprovecho cada espera del próximo partido para seguir hablando con ellos.

Brayan tiene 16 años, al igual que Jaiber entrena fútbol los fines de semana y sueña con ser jugador profesional. Cuando termine el colegio, dice, presentará las pruebas para ingresar a las divisiones menores del Club Independiente Santa Fe; y si allí no lo aceptan le gustaría probar suerte en algún equipo de Venezuela. Su última opción es estudiar en el SENA.

–Yo no soy mal estudiante –me asegura–. Pero, en verdad, lo que más me gusta es el recreo; siempre se arman unos cotejos re-ásperos… Obvio, con Jaiber estamos en el equipo del colegio porque siempre nos lucimos, porque siempre armamos la de nosotros; lo que es.

Son cerca de la dos de la tarde. Ha llegado la hora de almorzar. Los organizadores del campeonato han preparado a campo abierto un sancocho para todos los asistentes. Hacemos fila con nuestros platos y cubiertos de plástico en las manos. Luego, nos sentamos a comer en las gradas (de tierra y pasto) de la cancha. Entretanto, nos unen la risa y las groserías. Todo es motivo de broma descarnada. La fila, la comida, los recuerdos compartidos, otros jugadores del campeonato, la ropa, alguna jugada de un partido, las palabras de alguien. Y, por supuesto, nunca faltan los golpes: los gatos, los calvazos y, al que se duerma, le hacen el saca tripas.

Una vez hemos terminado el almuerzo, converso con Jeferson. Tiene 16 años y se enfoca más en el disfrute del presente que en la seguridad académica o laboral del futuro.

–A mí me gusta el colegio por los pelitos –dice– en eso es en lo que mejor me va: levantando pelitos. Pero también, molestando y jugando micrito con estos pirobos…, y bebiéndoles cuando hay lucas… esa es la perrada, vivir suave.

Después de esto, Nicolás, que tiene 17 años, me cuenta que aunque le gusta el fútbol y la fiesta, su principal objetivo es estudiar para crear una microempresa.

–Yo quiero hacer un técnico en electrónica en el SENA y montar mi propia microempresa –me confiesa–. Pero el deporte me sirve para tener un buen cuerpo, así como el de Cristiano Ronaldo…, y bueno ¿a quién no le gustan las nenitas y farrear?, ¿no?

Asimismo, les pregunto:

–Además de jugar fútbol, ¿qué más les gusta hacer?

Estas son algunas de las actividades que ellos me mencionan:

–Acampar, chatear, leer libros bien melos como los de Mario Mendoza, escuchar música, dormir después de salir del colegio, mirar videos de YouTube, facebookear, dibujar, farrear, jugar llarbi, ir a cine de vez en cuando, componer letras de rap, trabarnos y, lógico, invitar a la novia a ver comer helado [risas].

Como ya tenemos un poco más de confianza entre nosotros, me animo a preguntarles sobre las violencias que hay en el barrio.

–Ahorita –me relatan– las cosas están suaves. Pero antes, esto era un calentao’. Por la noche, pasaba el carro de las Águilas Negras5, y todos los días aparecía gente muerta. Cuando uno iba para el colegio, por la mañana, veía manes muertos en la calle o tirados en el caño. Ah, y en esa época también pasaba lo de las fronteras invisibles: uno llegaba a una cuadra y de ahí unos manes ya no lo dejaban pasar a uno… Se armaban tremendos güiros. Dígame si no, ñero [algunos asienten con la cabeza]. ¿Si ve?, no le miento. Aquí era así… Una vez, de este barrio fue varia gente a llevarle el mal a los del otro barrio; y después, vinieron los de allá a acá, y así. Eso era re-paila. Incluso, varios chinos tuvieron que salirse de estudiar.

–Y eso, ¿por qué?, no entiendo –les pregunto.

–Solo porque eran de otro barrio…

Ante mis ojos aterrados, uno de ellos me dice con indignación, impotencia y los brazos abiertos:

–Sí, nosotros hemos crecido en esta mierda.

Enmudecemos. Por unos segundos, todos quedamos encerrados en un silencio triste.

Foto 2: Kevin Arias @relatossimples

Cae la noche. Jaiber y sus parceros han llegado a la final del torneo. Además de la madre y las hermanas de él, yo soy el único que los apoya. Todos los demás espectadores están en su contra. Por eso, sólo celebran los goles que le hacen a Jaiber.

–Pero ¿por qué la gente quiere que pierdan? –digo sorprendido.

–Porque aquí los vecinos son severos envidiosos –me contesta una de las hermanas de Jaiber–, quieren que perdamos porque a final de año nos vamos a vivir a Ciudad Verde [un barrio reciente de Suacha compuesto en su mayoría por viviendas de interés social]. No les gusta que uno salga adelante… ah, pero ¿sabe qué?, ¡todos esos pirobos sobran!

Es una final reñida. Un gol aquí y otro allá. Gritos y aplausos ensordecedores por todas partes. El marcador va 3-3. Solo quedan diez minutos. El ambiente se pone tenso. Luego de un fuerte choque, Jaiber y un delantero del equipo contrario se encaran y empiezan a insultarse. El árbitro y buena parte del público mediamos para evitar una pelea. Una de las hermanas de Jaiber interviene con fiereza en los forcejeos tras gritar:

–¡Yo a mi negro no lo dejo morir; con mi negro pa’ las que sea!

Al fin, los ánimos se calman y el partido continúa.

Foto 3: Cristian D. Cuéllar @historias.humanas

Quedan los últimos minutos. Dos gambetas sobre el arco de Jaiber. La defensa queda desparramada sobre la arena. El delantero dispara fuerte, abajo, junto al palo. Jaiber se abalanza sobre el balón, cierra los ojos y estira con velocidad su cuerpo y sus brazos. Ya no hay nada que hacer. La avalancha sonora del gol declara el final del partido. Desde el suelo, entristecido, Jaiber ve a sus parceros contemplando la alegría gritona y saltarina del otro equipo. Todo ha terminado.

Después de comer pan con gaseosa en su casa (que en realidad no es más que dos habitaciones hechas con tejas y pocos ladrillos), Jaiber y sus parceros me acompañan a tomar el bus.

–Toca acompañarlo, o si no, éste aquí pa’ bajo se caga del miedo –me dice Jaiber mientras yo asiento con una sonrisa.

Nos despedimos. Pronto empiezan a surgir ante mí las interminables lucecitas trémulas y distantes de las lomas de Cazucá, pero también las palabras para escribir lo que había visto y escuchado ese día.

Foto 4: Kevin Arias @relatossimples

Glosario: jerga juvenil suachuna

A

Arquear (o tapar): cumplir la función de arquero de fútbol (o microfútbol).

Áspero(a): un adjetivo para hacer alusión a personas (p. ej.: “usted es un áspero”), cosas (p. ej.: “está comida está áspera”) o situaciones (p. ej.: “ese día la pasamos re-áspero”) admirables, placenteras, destacadas, satisfactorias, etc.

C

Calentao: unasituación muy peligrosa.

Calvazo: palmada sobre la cabeza (o la calva) de otra persona.

Camellar: trabajar.

Chino(a): niño(a) o joven.

¿Cómo son vueltas?: expresión para preguntar “¿cómo son en realidad las cosas?”.

Cotejo: partido de fútbol (o microfútbol).

Cuarenta gambas: 40.000 pesos colombianos.

D

Doscientas lucas: 200.000 pesos colombianos

E

Esos pirobos sobran: expresión que quiere decir “lo que digan o hagan esas personas no me importa o me tiene sin cuidado”.

F

Facebookear: usar o pasar tiempo en Facebook.

Farra: fiesta.

Farrear: asistir a una fiesta (o a una farra).

Fumón: persona que fuma marihuana con regularidad.

G

Gambetear: hacer las fintas (o gambetas) propias de un jugador de fútbol (o microfútbol).

Güiro: pelea (o conflicto).

J

Jugar micro (o micrito): practicar microfútbol.

L

Levantar pelos (o pelitos): cortejar y conquistar mujeres.

Llarbi: billar (con las sílabas invertidas).

Loca: hombre homosexual.

Lucas: dinero.

M

Man (o manes): anglicismo utilizado para referirse a un hombre (o a varios hombres).

Melo: agradable, bello, delicioso, placentero, etc.

Montar: crear, organizar, etc.

N

Nena (o nenita): mujer joven.

Ñ

Ñero(a): este término hace referencia a un(a) amigo(a) o a una persona afectivamente muy cercana (p. ej.: “quiubo, ñero”). No obstante, también se refiere a las y los delincuentes juveniles de clase baja (p. ej.: “¡cuidado!, ahí viene un ñero”).

O

Onces: una comida entre horas.

P

Paila: persona, cosa o situación fea, incómoda, mala, desagradable, etc. Paila es además el antónimo de áspero y melo.

Parce o parcero(a): amigo(a).

Parchar: compartir con un(a) amigo(a) o un grupo de amigos(as).

Parche: grupo de amigos(as).

Pelos (o pelitos): mujeres jóvenes.

Perrada (o jugada): estrategia.

Pirobo(a): termino despectivo para referirse a otra persona (p. ej.: “ese es un pirobo”).

Pola (o polita): cerveza.

R

Re: prefijo para intensificar el significado de algunos sustantivos (p. ej.: re-loco, re-marica, etc.) y adjetivos (p. ej.: re-feo, re-aburridor, re-paila, etc.).

S

Saca tripas: una micro-tortura. Cuatro personas sujetan a otra por cada una de sus extremidades y, después de levantarla del suelo, una quinta la golpea (con la mano abierta) en el estómago.

Sacar un gato: propinarle un puño a otra persona sobre uno de sus brazos.

T

Trabarse (o darse en la cabeza): fumar marihuana o, en otras palabras, yerba, weed, maría, mariacachafa, macoña, etc.

U

Una luca (o una gamba): 1.000 pesos colombianos.

1 He cambiado este y los demás nombres para mantener en el anonimato las declaraciones de los jóvenes, y proteger su integridad.

2 Para facilitar la comprensión de estos y otros términos en su contexto de uso (p. ej.: parceros, arquear, gambetear, etc.), la lectora o el lector encontrará un glosario al final del relato.

3 El nombre reconocido institucionalmente es Soacha, con o, pero el nombre que le dieron sus pobladores originarios en lengua muisca fue Güecha o Suacha, con u; es decir, tierra del sol varón odel varón solar, pues sua traducido al castellano significa sol, y cha, varón.

4 En Colombia, el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) es una institución gratuita de formación técnica y tecnológica.

5 Este grupo criminal empezó a aparecer en 2006, hacia el final de la desmovilización paramilitar en el primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Además de sus panfletos amenazantes contra líderes sociales y militantes de izquierdas, poco o nada se sabe de él; hasta la fecha no hay registros de campamentos, mandos, capturados, combates, etc.

*Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, y especialista en la Enseñanza de las Ciencias Sociales del CLACSO.

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