El fracking y sus potenciales consecuencias en la Amazonia

Jesús Castro*

Es innegable que el país necesita inversión y la inversión genera puestos de trabajo, el gas natural y el petróleo ingentes ganancias, por lo cual su exploración y explotación es defendido y apoyado por gobiernos y auspiciado por empresas, sin embargo los riesgos de su extracción a través de la fractura hidráulica o fracking generan peligros ambientales, de salud y de seguridad.

Este es un breve descriptivo de los diversos “daños colaterales” que podría tener la perforación de un agujero en la superficie de la selva peruana, en el que se inyectan productos químicos tóxicos a una alta presión y luego se bombea el agua residual a gran profundidad, para que al retornar a la superficie traiga consigo un líquido que carece de tratamiento para su recuperación y que por consiguiente es reinyectado al subsuelo para su almacenamiento.

Fractura hidraúlica o fracking

La fractura hidráulica consiste en hacer una perforación vertical hasta la capa de roca madre o depósito. A esta perforación se le pone un tubo de acero, con un recubrimiento de cemento para proteger los acuíferos del caldo químico que posteriormente se añaden.

Una vez que se llega a las rocas madre o a las rocas depósito, la perforación se convierte en horizontal, a través de la capa de rocas. Esta perforación horizontal desarrolla una media de un kilómetro y medio de longitud, aunque puede llegar hasta los 3 km.

Una vez en la capa de rocas se utilizan explosivos para provocar pequeñas fracturas. Provocadas estas fracturas se inyectan, por etapas, miles de litros de agua a muy alta presión (alrededor de 5,000 atmosferas), mezclados con arena y un caldo de químicos.

Esta agua inyectada a presión fractura la roca liberando el gas o el petróleo que luego, junto con el agua, la arena y los aditivos químicos retorna a la superficie (conocida también como agua de retorno), la misma que retorna entre un 15 y un 80 por ciento del fluido inyectado.

El pozo se va fracturando entre 8 y 12 etapas, con lo cual el conducto sufre unos cambios de presión muy grandes con el consiguiente peligro de quiebre del revestimiento de cemento.

Entre los aditivos que conforman el caldo químico utilizado en la inyección de agua a presión y arena sílicea, se encuentran benzenos, xilenos, cianuros, hasta llegar a algo más de 600 sustancias químicas entre las que se encuentran elementos cancerígenos y mutagénicos.

El fluido de retorno también trae a la superficie otras sustancias que pueden contener estas capas de rocas. Es muy común que estas rocas contengan metales pesados (mercurio, plomo, etc), así como radón, radio o uranio, ambos elementos radiactivos que llegan a la superficie cuando previamente no estaban allí.

Daños colaterales

  • Gran consumo de agua

Para fracturar un solo pozo se necesita de cuando menos de unos 9.000 a 29.000 litros de agua. Una plataforma de 6 pozos necesita de unos 54.000 a 174.000 millones de litros de agua en una sola fractura. Estas grandes cantidades de agua deben estar almacenadas cerca del pozo, ya que la operación de fractura de cada pozo dura entre 2 y 5 días y se tiene que tener el agua disponible. Lo más probable es que esta agua se transporte o se haga captación directa de agua del propio entorno de la plataforma.

  • Contaminación del agua

Durante el proceso de fractura hidráulica, una importante cantidad de productos químicos tóxicos se filtran desde el pozo y contaminan las inmediaciones de las aguas subterráneas, que suelen ser la fuente hídrica para el consumo de las comunidades locales.

Un solo pozo puede producir casi cuatro millones de litros de aguas residuales, que contiene elementos radiactivos como el radio y varios hidrocarburos cancerígenos, como el benceno; las concentraciones de metano son 17 veces mayores en las napas subterráneas cercanas a los sitios de fractura, que en los pozos normales. Sólo entre un 30 y un 50% del fluido de fracturación se recupera; el resto se deja en el suelo y no es biodegradable.

  • Gestión del agua residual

El fluido de retorno de la fractura hidráulica contiene las sustancias químicas utilizadas en el fluido de fractura. Además contiene metales pesados, y sustancias radiactivas como radón, radio o uranio, que retornan a la superficie. Millones de litros de agua contaminada que habitualmente realizan algunas empresas es reinyectarla en el subsuelo y cuando no es posible se pasan a plantas depuradoras de la zona que no suelen estar preparadas para ese tipo de contaminaciones.

  • Escasez de aguas

Casi el 90 % del agua utilizada en fracking nunca regresa a la superficie. Dado que el agua se retira definitivamente de su ciclo natural, esta es una mala noticia para los afectados por la sequía o la escasez.

La reorientación de los suministros de agua para la industria de la fractura hidráulica, no sólo hace que los precios del agua se encarezcan, sino que también reduce la disponibilidad de la misma para otros usos, como el riego de cultivos o el consumo humano.

  • Impactos sobre el paisaje

Se ha de aplanar una superficie de más o menos una hectárea, con los consiguientes desmontes: en ella ha de haber espacio para 6 a 8 pozos, balsas de almacenamiento de líquidos de desecho y lodos, tanques y cisternas de almacenamiento del agua y de los productos químicos, equipo de perforación, y medios de transporte, fluvial y aéreo, etc; a las que se han de construir puertos, embarcaderos, pistas de aterrizaje, para que lleguen los equipamientos. También se han de construir oleoductos o gasoductos para llevar el gas o el petróleo a los centros de procesamiento y distribución.

  • Graves secuelas a la salud

El fluido residual dejado por el proceso de fractura hidráulica se deposita en fosas a cielo abierto para que se evapore, lo que libera peligrosos compuestos orgánicos volátiles a la atmósfera, contaminando el aire, generando lluvia ácida y aumentando los índices de ozono a nivel del suelo.

La exposición a partículas de sulfuro de hidrógeno e hidrocarburos volátiles puede provocar problemas de salud, como asma, dolores de cabeza, presión arterial alta, anemia, ataques al corazón y cáncer y puede tener un efecto perjudicial sobre los sistemas inmunológico y reproductivo, así como en el desarrollo embrionario.

El radón (la segunda causa mundial de cáncer de pulmón después del tabaquismo) es un gas radiactivo natural, inodoro, insípido, invisible y soluble, por lo que algunos restos disueltos pueden aparecer en los pozos de agua y en las napas subterráneas y otros dispersarse por el aire.

Partículas mortales

  • Además de agua y productos químicos tóxicos, el fracking requiere el uso de arena fina o frac, que ha impulsado el auge de la extracción y molienda de la misma, en muchos puntos del planeta.

Estas pequeñas partículas de sílice pueden dificultar la respiración y causar irritación respiratoria, tos, obstrucción de las vías y una mala función pulmonar, pero la exposición crónica o a largo plazo puede provocar inflamación pulmonar, bronquitis, enfisemas y una enfermedad grave conocida como silicosis, una forma de fibrosis pulmonar.

Está fehacientemente comprobado que el aumento de dicha actividad coincide con la inyección de aguas residuales en pozos diseñados y aprobados para este fin. Tras años de incertidumbres, muchos gobiernos han acabado por darle la razón a los científicos, el de Francia fue uno de los primeros.

  • Efecto invernadero

El gas y el petróleo no convencional son combustibles de efecto invernadero tan potentes, que atrapan 85 veces más calor que el CO2. Debido a las fugas de metano durante el proceso de fractura hidráulica, el fracking puede ser peor que la quema de carbón.

Está comprobado que incluso pequeños escapes en el sistema de producción y distribución del gas natural puede tener un gran impacto a nivel climático, el suficiente como para echar por tierra todo el beneficio de la conmutación de la producción de energía térmica por carbón a gas.


*Jesús Castro es Director Ejecutivo ECODESS y miembro asociado de la Alianza Latinoamericana Frente al Fracking (ALFF).

 

Publicado originalmente en Servindi

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