Forn de Barraca, un símbolo de resistencia

Eleuterio Gabón

Foto: El Forn de Barraca durante los días de la ocupación para defenderlo de las obras de la V-21 (El Salto País Valencià)

Anochece en el Forn de Barraca, el sol se despide dejando un espectáculo de luces anaranjadas y rojizas que recorta la silueta de esta alquería centenaria. El calor del día deja paso a un ligero frescor que apenas se percibirá en la ciudad pero que sí se siente en plena huerta. De entre quienes están esta noche en el Forn, se puede distinguir a los activistas que han pasado ya varias noches defendiendo la alquería porque llevan sus chaquetas y sudaderas, conocen por experiencia propia este cambio de temperatura nocturno. En el ambiente se nota el cansancio de diez días y diez noches de guardia. También las muestras de ánimo y complicidad que se han creado en esta convivencia, y una constante inquietud que planea sobre todas: ¿será mañana cuando vengan las máquinas?

Una constante inquietud planea sobre todas: ¿será mañana cuando vengan las máquinas?

Esta noche vienen a compartir la velada varias mujeres que conocen bien este tipo de situaciones. Durante las noches anteriores se han sucedido asambleas, proyecciones y varios conciertos, además de otras charlas y varios talleres. La actividad en el Forn ha sido constante. Las mujeres de hoy son luchadoras por la huerta que pasaron por experiencias parecidas en La Punta y en Castellar- L’Oliveral. Por ello no llegan con las manos vacías, traen consigo una abundante cena que es recibida con abrazos de gratitud por las activistas. Algo debe de mover a estas mujeres (alguna ya prejubilada) para decidir desplazarse hasta este rincón de la huerta una noche entre semana. Empar Puchades, Mireia Vidal, Anaïs Florín y Paqui se sientan y los demás las rodean para escucharlas. El constante ruido del tráfico en la autovía que se ampliará es el sonido de fondo que acompaña toda la charla.

“Es muy importante lo que habéis hecho pero hay que saber que este lugar en el que estamos va a derruirse”, así comienza a hablar Empar, que continua: “Sois muy valientes, habéis despertado conciencias, los políticos se han visto obligados a pronunciarse, todo esto a personas mayores como yo nos da mucha esperanza en las nuevas generaciones.” A continuación, recordando sus vivencias explica cómo “algo se rompe dentro cuando te expropian y derrumban tu casa, eso es algo que hay trabajarse para que sane, es un dolor que puedes sufrir durante años…”

Algo se rompe dentro cuando te expropian y derrumban tu casa, eso es algo que hay trabajarse para que sane, es un dolor que puedes sufrir durante años

Dos días después Lluis Fontelles se agarra con las manos a la verja tras la que la Guardia Civil ha situado a los activistas y medios de comunicación, mientras la excavadora se prepara. Baja la cabeza y cuando la máquina empieza a demoler la alquería suelta un lamento lleno de pena y rabia: “¡Qué poco cuesta borrar en un momento la huella de una familia en la huerta!” La alquería del tío Barraca tenía más de cien años, el horno moruno de su interior abasteció de pan durante décadas a los vecinos de la huerta de Alboraia. Allí vivieron sus suegros, se criaron su mujer y sus cuñados, también sus hijos pasaron allí su infancia. En apenas unos minutos no queda nada. La imagen de la policía (en esta ocasión la Guardia Civil) custodiando una demoledora para que derribe un edificio antiguo no deja de doler por más que se repita. Es una imagen tristemente marcada en la memoria colectiva. 

Llegan de madrugada y sacan de la casa a varias de ellas, algunas presentarán después partes de lesiones. Tres personas resisten en el interior

Esa mañana, un imponente dispositivo de la Guardia Civil se despliega para desalojar a quienes resisten de forma pacífica en el Forn de Barraca. Llegan de madrugada y sacan de la casa a varias de ellas, algunas presentarán después partes de lesiones. Tres personas resisten en el interior, dos de ellas se encadenan al tejado de la alquería, la tercera al balcón, dejando una imagen para el recuerdo. Se confirma que hay cuatro activistas detenidos. Unos días antes, el portavoz del PSOE en les Corts Manolo Mata, con una actitud que recordaba a la de gobiernos anteriores, afirmaba que ni la Alquería de Barraca ni la de Bayarri, construida en el siglo XVIII, tenían ningún valor histórico.

Empar Puchades había explicado aquella noche cómo “el capitalismo está en crisis, ya no puede retroalimentarse y se dedica a expoliar los bienes comunes, ya sean el dinero público, los recursos de la tierra o el patrimonio general.” Por su parte, Mireia Vidal advertía a las activistas del Forn que tras el desalojo llegarían la tristeza y la impotencia, que se desatarían las emociones vividas durante el tiempo de resistencia. “Entonces es muy importante cuidarse y cuidarnos, estar pendientes los unos de los otros y tener el convencimiento de que se ha hecho lo que se tenía que hacer, que a pesar del derribo el trabajo ha sido positivo”, les aconsejaba.

Tras el desalojo llegarían la tristeza y la impotencia, se desatarían las emociones vividas durante el tiempo de resistencia

El trayecto hacia el cuartel de la Guardia Civil donde han sido trasladados los detenidos lo recorremos por el camino viejo de Moncada. Un viaje triste por un camino lleno de la luz de los campos de la huerta y de las alquerías que encontramos pasando por Poble Nou, Borbotó, Benifaraig o Alfara. Alquerías como la que acabamos de ver desaparecer hace apenas unos minutos, una muestra de las raíces y la memoria de estos pueblos. Dicen que quien las pierde, se ve abocado a que cualquier moda pasajera se la lleve por delante.

A las puertas del cuartel de la Guardia Civil en Moncada comienzan a llegar las activistas para mostrar su apoyo a las detenidos. Tres de ellos están acusados de resistencia y usurpación, a la cuarta se le acusa de atentado a la autoridad. Tras prestar declaración las cuatro salen en libertad con cargos esa misma tarde. Se pone fin de esta manera a 11 días de la resistencia en el Forn de Barraca, sin embargo alguien entre los activistas advierte: “esto empieza ahora”. 

El curso ha arrancado con fuerza, la primera respuesta en la defensa por el territorio ha sido clara y contundente

El curso ha arrancado con fuerza en septiembre ante los proyectos urbanísticos y estructurales que se avecinan, la primera respuesta en la defensa por el territorio ha sido clara y contundente. Aquella penúltima noche en el Forn de Barraca, Empar se dirigía a los activistas: “Habéis hecho lo que había que hacer y lo habéis hecho con dignidad. Esta alquería condenada al olvido se ha convertido en un símbolo de resistencia.”

Este material se comparte con autorización de El Salto

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