León, Gto., 27 de julio.
A pesar de la inconformidad del pueblo ñañú por la afectación a su cultura, tradiciones, sitios sagrados y territorio, el gobierno del estado construirá la autopista Silao-San Miguel de Allende porque primero está el bien mayor y si dicen que la obra está fuera de la ley que lo demuestren, sostuvo el gobernador panista, Miguel Márquez Márquez.
Respetaremos la normatividad, si el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) nos dice no se mueve por aquí, no se hace, pero si nos dice aquí no hay ningún impacto en vestigios prehispánicos, pues quién conoce y sabe de ello es la autoridad competente. Tengan paciencia, obviamente la afectación correspondiente viene con el pago de sus terrenos, que están dentro de los avalúos que hacen la Federación y el estado. No ser vulnerarán sus intereses, pero también hay unos que son prioritarios, de interés común y hay que llevarlos a cabo, refirió el Ejecutivo.
La autorización del trazo a esta vía terrestre fue emitida el 21 de mayo de 2012 por la ex delegada del instituto, ahora directora de vinculación con asuntos arqueológicos del gobierno estatal, Guillermina Gutiérrez Lara; sin embargo, la nueva titular de la dependencia, Gisela Cuén Garibi alertó que el dictamen de su antecesora está mal elaborado porque dañará zonas arqueológicas y el patrimonio tangible e intangible de la cultura ñanú.
En el amparo tramitado en el juzgado segundo de distrito, los ñanús pidieron suspender la licitación publicada el 2 de julio porque la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales negó el permiso de impacto ambiental y por violaciones a la Ley para la Protección de los Pueblos Indígenas de Guanajuato.
Además, el INAH Guanajuato presentó al gobierno estatal un dictamen donde detalla los daños que causará la vialidad. entre ellos la ruta de cien capillas de indios del siglo XVI, cascos de ex haciendas, capillas de descanso, estancias, manantiales, acueductos, cortinas de presa, caminos reales, puentes y el sitio arqueológico de Cruz del Palmar.
La autopista sería el comienzo del fin para estas comunidades, última herencia viva de la lengua otomí original de la región, que ha sido expoliada en su historia, sostienen los arqueólogos Gabriela Zepeda, Carlos Castañeda, Luis Nieto y Beatriz Cervantes.