Festival de la piratería maya

Pedro Uc

El “Páayt’aan la Cita” realizado del 17 al 20 de marzo del año en curso en Izamal, Yucatán, consistió en un “festival de música y espiritualidad del mundo”, según su propio sitio virtual en el que se programaron eventos vinculados con la cultura maya. El sitio virtual abunda de logos de empresas patrocinadoras como Vidanta quien tiene importantes concesiones de playas en el país para sus hoteles y restaurantes en las que los indígenas no tienen permiso de caminar.

Hubo algunos pronunciamientos personales y de colectivos cuya consigna fue “el festival Páayt’aan La Cita no me representa”, en ellos se denuncia el sentido comercial y mercantil del festival que perpetúa la colonización de los mayas para cosificarlos con fines extractivos y lucrativos. Aunque no es la primera vez que aparece este tipo de pronunciamientos en contra de eventos de esta línea, lo cierto es que no deja de ser esperanzador saber que hay quienes reivindican esta forma de vivir maya que se niega a ser usada como representaciones exóticas para ser comercializada por las grandes empresas turísticas principalmente como ha sido este caso.

Una de las limitaciones de este y otros pronunciamientos hechos con anterioridad es su reacción contestataria y aislada; no hay un seguimiento para la construcción de un camino que conduzca a establecernos comunitariamente en torno a nuestras propias aguas, quizá por eso, estos pronunciamientos no logran arrojar luz sobre el fondo de esta neocolonización y mercantilización capitalista de nuestra cultura.

¿Quiénes son los promotores y financiadores de estos eventos del exotismo, del extractivismo y del consumismo colonizador? ¿qué intereses concretos los motiva? ¿cuál es el historial de cada uno? ¿qué relación tienen con el proyecto tren maya? ¿qué relación tienen con el gobierno y los megaproyectos que atentan en contra del medio ambiente y las comunidades mayas? Estas son solamente algunas preguntas que sería conveniente contestar en los pronunciamientos para fundamentar mejor el rechazo, la denuncia y la renuncia de quienes en principio dieron el sí a la invitación y luego echaron reversa; hay otros que al parecer cobraron sus ochocientos pesos por leer dos poemas y ya no pudieron echar reversa alegando que su hambre es mayor que cualquier otro aspecto.

No se necesita remover muchos escombros para encontrar el abuso ejecutado en contra de las comunidades mayas por los organizadores de estos festivales, pero quizá no sea lo peor, la violencia más agresiva y más determinante está en las empresas que despojan a las comunidades de sus tierras para la construcción de los parque solares y fotovoltaicos, el monocultivo de soya, las granjas porcícolas y el proyecto tren maya que son las expresiones más extractivistas, más colonizadoras y violentas. Llama la atención que muchos de aquellos que se pronunciaron en contra de este absurdo festival que piratea nuestra cultura, han guardado un sepulcral silencio frente a estas invasiones a nuestro territorio, otros no solo han guardado silencio, sino que han sido parte de los promotores hormiga de este desarrollo de muerte con la promesa de empleo, de una beca, de un programa, de un apoyo o de una plaza. Ahora se rasgaron las vestiduras por este colonizador y comercializador festival de la contracultura, ¡qué bueno! pero ojalá no se quede ahí.

En tiempos de campaña política de elección popular para alcanzar un escaño en el congreso, aparecen muchos “mayas” que no hablan maya, que no tienen apellido maya, que no viven en una comunidad maya y que nadie los reconoce como maya para convertirse en candidato o candidata de algún partido político depredador, machista y de cuarta como todos los demás, son promovidos por algunos de los que hoy se pronuncian en contra de este grosero festival, a día de hoy muchos de esos mantenidos del pueblo conocidos como diputados, son cómplices de este festival colonial de pieles blancas con cintas rojas y plumas de zopilote en la cabeza. El colmo es el uso político que se ha hecho de nuestra cultura cuando tallan bastones de mando para ponerle en… las manos del ts’uul que tiene el turno de humillarnos, ¿no será también necesario hacer un pronunciamiento en contra de este atropello? a día de hoy donde el festival no es música, poesía, y danza, sino el despojo del territorio maya con asesinatos de sus defensores; hay una gran cantidad de ejidatarios sin ejido, campesinos sin campo, milpero sin milpa y sin maíz, ese festival del pillaje y de la piratería, es lo que creo urge denunciar y combatir si queremos honrar la memoria de nuestros abuelos y abuelas que ofrendaron su vida, sin soslayar el otro.

Quizá hace falta algo más que pronunciamientos contestatarios, hace falta un diálogo intercultural permanente entre mayas y no mayas que tienen como valor supremo la vida, la salud, la comunitariedad, los valores humanos orientados hacia el respeto por la vida, por el otro y otra, para construir o perfilar una presencia política maya, no partidista, para generar contrapesos y evitar abusos colonizadores o de cualquier tipo de acto que denigra la dignidad humana principalmente de la cultura maya.

Publicado originalmente en U ik’ilt’aan siipkuuts

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