Entre sus efectos se encuentran la relajación extrema, alucinaciones y paro respiratorio
Lo que originalmente surgió como una gran opción médica y un poderoso analgésico para la atención de pacientes con dolor agudo o crónico, hoy en día el fentanilo se ha convertido en una droga letal cuyo consumo en los Estados Unidos se ha convertido en un grave problema de salud pública, mientras en nuestro país ha encendido las alertas por el crecimiento clandestino de su producción.
Según Valentín Islas Pérez, especialista en química farmacéutica y química forense de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, el fentanilo es un opioide sintético que se descubrió específicamente con fines médicos, por lo que resultó altamente benéfico como anestésico.
No obstante, comentó, también se detectaron importantes efectos adversos en los pacientes que por el potencial de su composición causa una depresión respiratoria intensa que pone en riesgo la vida de las personas si no se administra rigurosamente la dosis adecuada.
Explicó que la depresión respiratoria implica que estas drogas actúan a nivel de moléculas que se localizan principalmente en el sistema nervioso central y estimulan músculos que cubre el sistema respiratorio generando una intensa contracción que termina colapsando el sistema cardiovascular y es cuando sobreviene un paro cardiorrespiratorio.
Gran potenciación
El catedrático universitario mencionó que dentro de los principales factores por las cuales el fentanilo se convirtió en una droga ilegal de alta demanda, está el hecho de que por su alta potencialización también genera una serie de efectos psicotrópicos estimulantes, produciendo en los consumidores una relajación extrema, sensación de satisfacción y bienestar, evasión de la realidad, perdida de la noción del tiempo y el espacio, y alucinaciones.
Añadió que, otro factor que contribuyó de manera determinante a que esta droga se posicionara relativamente rápido en el mercado norteamericano tuvo que ver con la escasez de heroína blanca que provenía de los países asiáticos, lo cual aprovecharon los grupos del crimen organizado para introducir la nueva droga cuya producción resultaba ser mucho más económica y la comercialización relativamente más sencilla al tener que traficar cantidades menores de una sustancia que por su potencia, con mucho menores dosis podía satisfacer la adicción de los potenciales consumidores, dando paso a un negocio que hoy deja ganancias multimillonarias, pero con un alto costo social.
Islas Pérez advirtió que al provenir de una producción ilícita en laboratorios clandestinos, no hay ningún tipo de control en la elaboración del fentanilo y las organizaciones criminales pueden alterar o modificar arbitrariamente la concentración de las sustancias, para hacer que la droga sea más potente, por lo que los potenciales consumidores se enfrentan a literalmente a un albur, al no tener certeza de la composición de las dosis y la mayoría de las personas no están conscientes de que su vida está en riesgo ante la alta posibilidad de que le sobrevenga una parálisis respiratoria fulminante.
Según datos de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) entre febrero de 2021 y 2022 se registraron casi 109 mil muertes de estadunidenses por sobredosis de esta sustancia y se reportó que en ese mismo lapso la Patrulla Fronteriza había incautado más de 10 mil kilogramos de fentanilo, por lo que en su momento el propio presidente Joe Biden lo consideró como una amenaza a la seguridad nacional, a la política exterior y a la economía de Estados Unidos.
El especialista expresó que lamentablemente en México se desconoce cómo están creciendo los niveles de consumo y adicción al fentanilo, pues no se cuenta con la tecnología necesaria para identificar cuando un paciente consumió esta droga o falleció específicamente por sobredosis y por metodología sólo se registra el consumo de opiáceos en general, lo cual impide contar con estadísticas confiables sobre la magnitud de este problema en nuestro país.
No obstante, Valentín Islas enfatizó en la necesidad de reforzar las campañas de información dirigidas a los jóvenes sobre los riesgos en el consumo de este tipo de drogas de alta letalidad sin dejar de lado la advertencia sobre el uso de otro tipo de estupefacientes como los cannabinoides sintéticos que están teniendo alta demanda en nuestro país, principalmente en zonas urbanas en donde se comercializan también en dulces, comida o pastelillos.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM