Oaxaca, Oaxaca. Alejandrina Bernabé Cortés tiene 41 años de edad y es dueña de “Fandango Oaxaqueño”, una empresa autosustentable que elabora con chiles e insectos de la región salsas, aderezos y mole, con la intención de mostrar los sabores de Oaxaca al mundo y como una forma de resistencia que a la vez disminuya la migración y empodere a las mujeres de su comunidad, La Ciénega Zimatlán.
Esta comunidad, donde viven 3 mil habitantes, se localiza a 18 kilómetros de la capital de Oaxaca, y muchas de las personas, especialmente hombres, emigran ante la falta de empleo, razón por la cual nació Fandango Oaxaqueño, como un negocio familiar que disminuya las brechas.
“Despierta tus sentidos, enamora tus latidos” es el slogan del negocio de Alejandrina, la cual asegura que verla en operación es uno de sus sueños cumplidos, pues desde pequeña le gustaba hacer mezclas. Actualmente tiene un registro de más de 100 salsas, aderezos y moles, todos elaborados de forma natural y envasados tradicionalmente.
Ingeniera química de profesión, heredó de su abuela paterna el gusto por el picante, pues recuerda que de pequeña les untaba chile en los labios para distinguir los sabores y el picor de cada ingrediente.
Pero eso no es todo, Alejandrina trae en lo profundo de su corazón la idea de disminuir la migración interna que se vive en las comunidades de Oaxaca, pues hace diez años se juró que iba a detenerla, luego de que tres de sus hermanos y hermanas tuvieron que migrar para mejorar sus condiciones de vida.
“Lo que intento es ayudar a frenar la migración y empoderar a las mujeres jóvenes, a las que son madres independientes y que trabajan doble jornada. A ellas es a las que deseo ayudar en este negocio, y se ha conseguido. Actualmente somos siete personas, desde mi esposo que es el distribuidor y yo que estoy en área de producción”, refirió en entrevista.
El esfuerzo y la dedicación son los valores en este negocio familiar, pues para Alejandrina dar empleo a mujeres independientes y que sus salsas se consuman en todo el mundo es su principal sueño.
Las salsas de Alejandrina se elaboran con chile pasilla oaxaqueño, chile de agua, chile costeño y también una variedad importante de habanero, además de hormigas de chicatanas y chapulines, que son los ingredientes predilectos de sus comensales.
“Todas las salsas, aderezos y moles los elaboramos nosotras desde una producción cuidadosa y artesanal. Cada ingrediente fue previamente estudiado. Planeamos mucho este negocio porque la idea no es ser millonarios ni tampoco ser famosos, sino contribuir a nuestra sociedad, y en eso estamos, a eso vamos”, agregó Alejandrina.
Para su negocio, Alejandrina cuenta con el apoyo de su pareja Jazlim Irvin Amaro Cruz, quien también tiene su propia línea de productos naturales que consisten en medicina herbolaria y tradicional, por lo que ahora, el paso que sigue es la fusión de ambas empresas para hacerla una sola y seguir con el objetivo, dar empleo para disminuir la migración interna.
Salsa macha con chapulines, la favorita
La sonrisa de alegría de Alejandrina crece aún más, cuando ve a sus trabajadoras hacer lo que les gusta. Silvia Castellanos Celaya y Ximena Castellanos Castellanos son madre e hija y ambas trabajan elaborando las salsas, la cual, confiesa Alejandrina, la favorita es la Salsa Macha con chapulines.
Pero también, desde hace seis años, está Marisol Martínez Muñoz, una joven y madre independiente que es leal a Alejandrina y su proyecto de salsas.
“Me gusta el trato que me dan, es respetuoso con las mujeres, acá nos toman en cuenta, nos tratan muy bien. Por ejemplo, me dejan traer a mi hijo, también de salir para ir por él a la escuela y regresarlo. Es un buen trabajo porque nos saben valorar y eso no es en cualquier lugar”, comparte Marisol.
Contar con aliadas, más que mujeres trabajadoras, es una “bendición”, reconoce Alejandrina, quien además cuenta con el apoyo de su mamá, María Cortés Melchor, y su prima Saraí Bernabé Castellanos, quienes en todo momento suman a este proyecto comunitario que tiene una década funcionando.
Fandango Oaxaqueño pretende renovarse y también convertirse en restaurante, de manera que toda aquella persona que visite el lugar pruebe la amplia variedad de salsas, y así más mujeres de la Ciénega Zimatlán trabajen y mejoren su vida desde su comunidad.