Ciudad de México | Desinformémonos. Nogales, Arizona fue el punto de encuentro para decenas de personas de Estados Unidos y México, quienes se congregaron en la frontera para exigir el cierre de la Escuela de las Américas en la que “personas de diversas partes del mundo son entrenadas militarmente en perjuicio de la sociedad civil”, afirma a Desinformémonos Héctor Aristizabal, integrante de las organizaciones ImaginAction y del Observatorio de Escuela de las Américas (SOA Watch en inglés), organización que visibiliza las violaciones a los derechos humanos cometidas por quienes se forman en dicha escuela militar con sede en Estados Unidos.
“Desde hace 25 años buscamos crear consciencia sobre las actividades la Escuela de las Américas, SOA Watch ha documentado violaciones a los derechos humanos de más de 60 mil soldados que han sido entrenados en esa escuela. La mayoría son de centroamérica y sudamérica; más de 100 de los egresados están ligados a crímenes de lesa humanidad, a masacres como la de Mozote en el Salvador; el asesinato en 1989 de seis jesuitas y de la mujer que les cocinaba o el asesinato de Monseñor Romero. Cuatro de sus egresados se convirtieron en dictadores en sudamérica y estuvieron ligados al gobierno militar como fue el caso en Guatemala”, afirma Héctor Aristizabal.
En 1999 ciudadanas y ciudadanos de Latinoamérica y de Estados Unidos juntaron evidencias de las violaciones a los derechos humanos cometidas por los militares y en diciembre de ese año el Congreso de Estados Unidos cerró la escuela pero en enero del 2000 la escuela fue reabierta en el mismo lugar, con los mismos instructores pero con distinto nombre. La escuela se llamaba Instituto de Cooperación y Seguridad del Hemisferio Occidental y ahora el único cambio, además del nombre, fue integración de una clase de derechos humanos.
A decir del entrevistado se continuó haciendo lo mismo, por lo que organizaciones y personas defensoras de los derechos humanos continúan demandando el cierre de la “escuela de asesinos que está ligada a otras escuelas y otras políticas económicas y de militarización de Estados Unidos en los países de Latinoamérica”.
Este año más de 400 organizaciones impulsaron las diversas acciones que se realizaron del 7 al 10 de octubre. Como acto de desobediencia civil y de protesta no violenta, 200 personas cruzaron la frontera y se rehusaron a responder las preguntas que los agentes de migración les hicieron en el punto de revisión de Nogales. Si bien fueron amenazados de ser arrestardos y de usar gases contra ellos, las y los activistas permanecieron ahí por cinco horas.
“Quisimos hacerlo en la frontera para visibilizar lo que implica tratar de migrar para la gente de México, El Salvador, Honduras, Nicaragua y otros países. Escapar de la violencia política que existe y por otro lado la violencia económica que ha sido reforzada por la destrucción de nuestras economías alternativas que no pueden competir por ejemplo con la agricultura subsidiada de Estados Unidos. Nos manifestamos contra las políticas de países como Estados Unidos que ponen sus criterios económicos por encima de los intereses de las personas”, afirma Héctor Aristizabal, quien es de origen colombiano.
Las actividades para exigir el cierre de la Escuela de las Américas dieron comienzo frente al Centro de Detención del Inmigrante Eloy, prisión en la que han muerto 14 personas, cinco se suicidaron, quizá de desesperación, y los otros por negligencia médica.
Durante los cuatro días de actividades, hubo testimonios de personas que estuvieron dentro de la cárcel, estuvo la madre de José Antonio Rodríguez, joven de 16 años asesinado en 2012 de 11 tiros con el argumento de que estaba tirando piedras hacia Estados Unidos.
«Denunciamos que actualmente al menos 35 mil personas que trataron de llegar a este país han sufrido violaciones a sus derechos humanos y tratados como criminales, se les encarcela en cárceles privadas, que no son más que maquinas de hacer dinero con el sufrimiento humano, se exijió también el cese de las deportaciones de personas migrantes», asegura el activista.
Se realizaron talleres para informar a la gente lo que ocurre en Estados Unidos y en otros países, hubo músicos, ceremonias y una vigilia por las miles de personas desaparecidas y asesinadas en la frontera, contaron con la presencia de madres en busca de sus hijos perdidos en la frontera. A través del teatro, títeres gigantes, danzas y otras acciones «exigieron el cese a la política criminal que ataca la vida humana. Es importante mantenernos unidos para defendernos de las políticas militares de nuestros gobiernos, somos las personas las que podemos cambiar esas políticas, además de la denuncia de los abusos y la guerra es importante crear imágenes del mundo que queremos, el mundo en donde las armas, el equipo sofisticado de vigilancia, ni muros son la respuesta” finaliza Héctor Aristizabal.