El libro “La guerra de los lugares. La colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas” aborda en la compleja y obscena relación entre el capital financiero y los sectores políticos que, en búsqueda de negocios, dejan de lado los derechos de la población al territorio. Unas 3,8 millones de familias de Argentina tiene problemas habitacionales.
“¿Cómo se atreve esta mujer brasileña a venir aquí a evaluar la política habitacional del Reino Unido?”. Así decide Raquel Rolnik introducir provocativamente su libro, y así inicio este prólogo; porque es una buena invitación para la lectura de esta obra que se mete de lleno, y con una claridad magnífica, en la maquinaria que el poder ha instalado en todos los rincones del planeta para lograr que la vivienda deje de ser un derecho tangible y se convierta en un activo financiero.
Los análisis que se encuentran en este libro, indispensable para entender la crisis habitacional de profundas dimensiones a escala mundial, están impregnados de una mirada anticolonial, anticapitalista y antipatriarcal que aporta elementos fundamentales para los debates urbanos. La propia Raquel, en otra de sus exposiciones, insiste en que la ocupación es la acción de resistenciapor excelencia; este libro es una acción de resistencia en tanto ocupación del territorio de la producción de conocimiento que hegemónicamente ha estado liderado por varones provenientes del centro del pensamiento mundial. Raquel Rolnik ha usurpado este terreno para entregarnos, desde las entrañas de la periferia geográfica y de género, una riquísima cartografía sobre el control de la producción de la ciudad a manos de las finanzas globales.
Este mapamundi avanza en varios asuntos claves. Entre ellos, explicita cómo las finanzas globales han construido el imperio del modelo de la casa en propiedad comprada a través del crédito hipotecario, como respuesta dominante para resolver el acceso a la vivienda de todos los sectores socioeconómicos; y los métodos para incorporar como clientes al circuito del mercado privado de la vivienda, a las familias de ingresos medios-bajos y bajos que, en otros tiempos, eran atendidos por el Estado a través de programas netamente sociales.
Los detalles que proporciona a lo largo de los capítulos nos permite construir un rompecabezas que esclarece las lógicas de las ciudades de hoy, en donde la vivienda dejó de ser un lugar de reproducción de la vida digna para pasar a ser lugar de interconexión de distintos ámbitos estratégicos para el sistema financiero. Algunas piezas: la transformación de cuidadanxs a clientes; el paso de la vivienda como derecho a campo de inversión y reserva de valor; el sueño de la casa objeto para vivir que ha sido reemplazado por la de casa servicio habitacional para resguardar valor; y el surgimiento de una nueva relación de las familias con la macroeconomía a través del endeudamiento privado.
Raquel aprovecha su trayectoria, los relatos escuchados, los caminos recorridos y las problemáticas repetidas que ha observado alrededor del mundo, para responder si atravesamos, o no, “otro de los varios ciclos históricos de expansión territorial y desposesión, que una vez más amplía las fronteras como forma de crear un nuevo ajuste espacial para el capital”.
Después de desglosar minuciosamente sus hallazgos concluye que a lo que asistimos es a una nueva relación del capital con el espacio, en la que “expulsión y desposesión aparecen como una especie de efecto colateral de una nueva geografía, basada en el control de activos”. Este proceso de acumulación privada por desposesión de bienes públicos es lo que denominamos como extractivismourbano1. Rolnik, si bien no plantea los análisis bajo este concepto, lo desarrolla con amplia claridad y otorga nuevos y acabados argumentos para entender, con toda su complejidad, las formas actuales de reproducción del capital globalizado en las ciudades; y los vínculos entre la transformación de los paradigmas económicos y la fabricación de espacios urbanos.
El modelo de desarrollo extractivista de las ciudades y el desentrañamiento de los mecanismos por medio de los cuales las finanzas han colonizado el suelo urbano y la vivienda, son claves para entender y atender las problemáticas y desigualdades urbanas, en tanto resultado de un modelo de desarrollo determinado y planificado. Pensar lo urbano en clave de extractivismo permite indagar fenómenos concretos y nos abre la posibilidad de ver esos fenómenos a través de la lupa del modelo económico que los produce.
Editar «La guerra de los lugares. La colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas», en este tiempo y espacio resulta, más que pertinente, urgente.
Un país tan extenso como desigual
Argentina, no escapando a las matrices de planificación urbana comandadas por las grandes inversiones financieras, ha expandido el modelo de la ciudad neoliberal en todos sus centros urbanos.
La ciudad de la emergencia social, económica y sanitaria para amplios sectores de la población, lejos está de ser una excepción; y la crisis habitacional, que ya era evidente, quedó develada en su más dramática expresión durante la pandemia. En Argentina la principal evidencia que dejó el Covid-19 es que, por lo menos, un tercio de la población padece necesidades habitacionales que hacen impracticables el aislamiento preventivo y las pautas de higiene básicas para enfrentar la pandemia. En el marco de esta crisis el gobierno argentino implementó medidas transitorias que benefician a un amplio conjunto de la sociedad: la suspensión de los desalojos, la extensión de los contratos de alquiler que vencieran durante el período de protección y el congelamiento del precio. La pandemia también sacó a la luz la centralidad de políticas que no deberían ser excepcionales si se reconoce la verdadera dimensión de las problemáticas habitacionales que padece la sociedad.
Con el aterrizaje del neoliberalismo, durante los primeros años de la década del 90, se iniciaron en Argentina los procesos más bruscos de reforma al sistema institucional y financiero de la vivienda, orientados a instaurar un nuevo rol de Estado ya no como productor de viviendas, sino como facilitador del mercado y promotor del sector privado en materia de construcción y distribución de vivienda. Estas reformas impusieron metas que implicaron la reducción de las funciones del Estado como pauta de austeridad fiscal; centrarse en facilitar la participación del sector privado en el mercado de la vivienda y abandonar progresivamente la oferta directa y su financiamiento2. A partir de allí se fue desarrollando paulatinamente el proceso de privatización-mercantilización-financiarización de la vivienda y el hábitat al que asistimos en la actualidad y que encuentra hoy a 3,8 millones de familias con carencias habitacionales en la Argentina.
En pleno siglo XXI donde se debate en el mundo el acceso justo e igualitario a internet y telefonía, en los barrios populares de la Argentina se sigue peleando por condiciones mínimas de dignidad habitacional como tener agua, luz o un sistema básico de desagote de desperdicios.
Los mapamundis que se arman y desarman en La guerra de los lugares permiten comprender los procesos de colonización financiera de las urbes locales.
En las ciudades argentinas, donde además el precio del suelo y la vivienda está dolarizado, ya no se produce y compra vivienda como bien de uso y para atender el déficit habitacional existente, sino como activo principal, como fondo de inversión y resguardo de los ahorros y ganancias de los sectores sociales de mayor ingreso.
En las ciudades argentinas crecen los porcentajes de vivienda ociosa. Una porción enorme de las viviendas que se construyen no son habitadas; permanecen vacías como objeto de transacción, especulación o resguardo de capital. Y así, bajo este fenómeno, sigue creciendo el desfasaje de la oferta privada y la demanda que permite que el mercado inmobiliario continúe incrementando el valor de la tierra y la vivienda.
La persistencia del fenómeno de gente sin casa (caso extremo del déficit habitacional) y casas sin gente (forma explícita de la especulación inmobiliaria) es el fracaso latente de dejar en manos del mercado el acceso a la vivienda.
Las desigualdades habitacionales en los centros urbanos se han amplificado con el corrimiento del Estado que incluso no solamente ha abandonado su rol de productor y garante principal de la vivienda, sino que además fue reduciendo las regulaciones al mercado privado al tiempo que construyó andamiajes normativos e institucionales para facilitar la obtención de ganancias al real estate y darle un lugar privilegiado en el diseño y planificación de nuestras ciudades.
La ciudad de Rosario se encuentra asfixiada entre el monocultivo de soja, cuya expansión ya toca los límites de la ciudad, y la especulación inmobiliaria, cuyos beneficiarios son los propios capitales del pool sojero.
Córdoba se ha convertido en ícono del antiguo paradigma de radicación de villas con una marcada política de relocalización de asentamientos informales hacia las afueras de la ciudad, coincidente con inversiones estratégicas para la “puesta en valor” de barrios pericentrales que han generado gravísimos procesos de expulsión, segregación y gentrificación3. Bariloche padece el impacto que los desarrollos inmobiliarios asociados al turismo han tenido sobre la dinámica inmobiliaria de la ciudad. Los apropiadores de las montañas para fines turísticos son los mismos que intervienen en el diseño urbano y poseen el dominio sobre los grandes proyectos habitacionales que se desarrollan en la ciudad4.
El Área Metropolitana de Buenos Aires es territorio de disputa permanente entre los ricos que se autoexpulsan del centro urbano para construir barrios cerrados en suelo bien localizado, y miles de familias de ingresos medios-bajos y bajos que, expulsados por el encarecimiento constante del precio de la tierra y la vivienda, ocupan suelo periférico disponible y construyen asentamientos informales. Peleando por ese suelo, ricos y pobres combaten a diario por el espacio en el conurbano bonaerense.
Desalojos, organización y lucha
A pesar de los matices y rasgos particulares de cada ciudad, otro fenómeno es habitual en los centros y periferia urbanas del país: el desalojo.
Cara latente de un modelo urbano en el que la vivienda ha perdido absolutamente su calidad de derecho a manos de una mercantilización que se expande hasta el paroxismo, el desalojo ha sido moneda común en las urbanidades argentinas en las noches de la dictadura y en los días de la democracia. Incluso en tiempos de pandemia y vigentes normativas prohibitorias del desalojo, miles de familias fueron expulsadas violentamente y las retroexcavadoras aparecieron en escena para arrasar lo construido.
A medida que la policía avanza con un desalojo, la población también avanza no solamente con la ocupación de otros suelos para darse un derecho que le ha sido sistémicamente negado, sino con la organización popular. Con la profundización del modelo de extractivismo urbano se presenta un proceso que podríamos denominar como de urbanización de las luchas. Distintas asambleas, movimientos sociales, piqueteros, feministas, organizaciones de base y otros actores históricamente más apuntalados a la lucha por el trabajo y el salario, han tomado la reivindicación de la vivienda, el derecho a la ciudad y el hábitat digno como ejes de reivindicación en sus resistencias.
La organización popular argentina entiende que el capitalismo de hoy no es posible superarlo sin disputar la vivienda –material y simbólicamente–, en tanto se reconoce es uno de los nuevos y más atractivos campos de expansión del capital globalizado.
En el marco de esta disputa la función social de la vivienda, el derecho a la ciudad y el urbanismo feminista se apuestan en las calles con las banderas en alto para pelear el control de los territorios en esta guerra de y por los lugares sobre la que nos habla Raquel Rolnik.
La lectura de La guerra de los lugares. La colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas resulta prioritaria en tiempos donde el capital financiero continúa con su férrea decisión de colonizar y hacer rentables todos los resquicios habitables del planeta, incluidas las ciudades argentinas donde millones de familias siguen resistiendo la penetración del neoliberalismo globalizado.
Si de un proceso judicial se tratara, el libro de Rolnik resguarda las pruebas globales, los casos in situ, indagatorias a víctimas y testigxs, y las resistencias que en distintas latitudes se han levantado frente al crimen premeditado que el capital ha cometido contra el derecho a la vivienda.
*El libro se puede adquirir en Editorial El Colectivo y La Periférica Disrtibuidora.
NOTAS
1 – Ana María Vásquez Duplat (Comp.), Extractivismourbano,debatesparaunaconstruccióncolectivadelasciudades. Buenos Aires, Editorial El Colectivo, 2017.
2 – Guadalupe Realini etal., «La política habitacional en Argentina. Una mirada a través de los institutos provinciales de vivienda», Documento de trabajo No. 181, Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), mayo de 2019. Disponible en: <https://www. cippec.org/wp-content/uploads/2019/06/181-CDS-DT-La-pol%C3%ADtica-habitacional-en-Argen- tina-Granero-Bercovich-y-Barreda-junio-2016-2.pdf>
3 – Ana Falu y Alejando Luis Brunelli Giorgis, «El acceso a la vivienda en alquiler en Córdoba capital. Un análisis desde el derecho a la ciudad y la perspectiva de género», Hábitat y Sociedad (ISSN 2173- 125X), núm. 12, Universidad de Sevilla, noviembre de 2019, pp. 29-42. Disponible en: <https:// institucional.us.es/revistas/habitat/12/Hys12-mon02.pdf
4 – Tomás Guevara, Pablo Marigo, Eugenia Cavanagh, «Grandes proyectos urbanos y conflictos socioam- bientales en San Carlos de Bariloche, Argentina», Ciudad y Territorio Estudios Territoriales (CyTET), 53(208), 2021, pp. 503-518. Disponible en: < https://doi.org/10.37230/CyTET.2021.208.12
Publicado originalmente en Agencia Tierra Viva