México envejece. Así lo constatan cifras del Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía: la población de 60 años y más pasó de representar 9.1 por ciento de la población total en 2010 a 12 por ciento en 2020. Así, en México habitaban hasta ese año 15 millones 416 mil personas de dichas edades, entre las que se encontraban más de 18 mil con 100 años o más.
Lo anterior nos tiene que obligar a reflexionar sobre nuestro propio envejecimiento. Las personas adultas y jóvenes debemos pensar qué es lo que estamos haciendo, y desde el lado del Estado y de los gobiernos qué es lo que aplican para proteger cada vez más los derechos de las personas mayores y que realmente vivan un envejecimiento libre.
Así lo afirmó, Verónica Montes de Oca Zavala, coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV) de la UNAM, quien enfatizó: “Debemos construir las mejores condiciones para vivir en libertad. La vejez no es una enfermedad; se han vivido aspectos vinculados a una pérdida progresiva de los derechos humanos que se habían ganado en las últimas dos décadas. Parece que con la pandemia se pretexta perfectamente para distintos niveles de negligencia que en algunos momentos llegaron hasta la muerte.”
A propósito del Día Nacional de las Personas Mayores (antes Día del Abuelo), a conmemorarse el 28 de agosto, la también expresidenta de la Asociación Latinoamericana de Población (ALAP) aseguró que no estamos haciendo lo necesario en las instituciones y en la sociedad, no sólo en México, sino en el mundo.
“Estamos hablando de cerca de 15 millones de personas adultas mayores en México. Este sector de la población fue uno de los más afectados durante la pandemia, porque ya vivían un confinamiento previo y una situación de exclusión de la sociedad en general y padecieron momentos muy desgastantes vinculados a la posibilidad del contagio”, indicó.
Montes de Oca expuso –además– que en todo el mundo las personas mayores que están situadas en asilos o residencias, no han tenido la supervisión adecuada, por lo que debe mirarse hacia la regulación de estas instituciones, ya que en estas habitan huéspedes de más de 80 años de edad y que tienen una cierta dependencia, lo que “muestra una clara negligencia por parte de la sociedad”.
“Entonces somos una sociedad de doble moral, porque por un lado invisibilizamos completamente a ciertos conjuntos y segmentos de este grupo de la población y por el otro los conmemoramos, es una paradoja”, concluyó.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM