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¿Es posible evitar que un meteorito impacte a la Tierra?

Alejandro Ordaz Flores*

La película de moda de Netflix, Don’t look upplantea la posibilidad de que un meteorito gigante impacte a la Tierra y tenga efectos catastróficos sobre la vida en nuestro planeta. El referente que todos tenemos es aquel meteorito que impactó en Chicxulub hace aproximadamente 66 millones de años, y que terminó con tres cuartas de las especies de animales y vegetales sobre la Tierra, incluidos los queridos dinosaurios.

Esta idea ya se ha llevado al cine. Curiosamente, en el mismo año, 1998, se estrenaron dos películas sobre un meteorito gigante que impactaría la Tierra (Deep Impact Armageddon) y la respuesta científica -en la película- fue la misma: hace explotar el meteorito. Claro, con  una víctima mortal (normalmente masculino, caucásico y muy galán) que se convierta en héroe salvador del planeta.

Aunque las películas pueden ser muy divertidas, ¿realmente éste es el único plan en caso de que un meteorito gigante amenace con colisionar nuestro planeta?

Hay otras dos opciones, que pueden ser menos espectaculares, pero que son muy bonitas (y más realistas), porque el concepto físico es, en primera instancia, muy sencillo.

La primera opción tiene que ver con colisiones, que cualquier estudiante de ingeniería estudia junto con los conceptos de cantidad de movimiento e impulso.

A grandes rasgos, empecemos considerando dos partículas de masas, m1 y m2, que haremos colisionar. Es importante que ninguna de las masas sea extremadamente más grande que la otra, ya que la colisión de la masa pequeña no tendría impacto sobre la masa grande. Las dos masas pueden estar en movimiento, pero la dirección de movimiento de cada una debe ser distinta. Entonces, al colisionar las masas, las dos cambiarán de dirección y de velocidad, como sucede con dos bolas de billar.

De este modo, una primera estrategia es construir una nave con la masa adecuada y hacerla colisionar, con cierta velocidad, de tal manera que el meteorito cambie de dirección y velocidad y se desvíe de la trayectoria que lo dirige hacia la Tierra.

La segunda opción tiene que ver con el concepto de gravitación. También se estudia en cualquier primer curso de física universitaria. En 1687, Isaac Newton publicó un artículo en el que afirmaba que cualesquiera dos partículas en el universo se atraen mutuamente mediante una fuerza (la fuerza gravitacional), y que la magnitud de esa fuerza es inversamente proporcional a la distancia que separa a las partículas. Esto último quiere decir que mientras más cerca estén esas dos partículas, mayor será la fuerza de atracción.

Esta fórmula es la expresión matemática de la ley de gravitación de Newton:

Las partículas tienen masas m1 y m2G es una constante (se llama constante gravitacional), r es la distancia entre las masas, y Fg es fuerza de atracción entre las masas.

Igual que en el caso anterior, si una partícula tiene una masa extremadamente más grande que la otra, el efecto de la partícula de masa pequeña será despreciable.

Entonces, aterrizando la idea. Si se construye una nave con la masa adecuada, se envía al espacio y se hace volar muy cerca del meteorito, entonces la fuerza de atracción (Fg) entre la nave y el meteorito, modificará la trayectoria de ambas y se cumplirá el objetivo de evitar la colisión contra la Tierra.

Esta segunda opción es muy bella porque ni siquiera se haría contacto con el meteorito; involucra ciencia mucho más complicada de la que se ha escrito aquí, pero afortunadamente, sin víctimas mortales.

*Dr. Alejandro Ordaz Flores, académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Este material se comparte con autorización de la IBERO

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