Oaxaca, Oaxaca. Soledad Vásquez Canseco tiene un sueño, que su hijo Vladimir, de tres años de edad, piense, hable y escriba en chatino, la lengua de ella y la de sus ancestros. La barrera que enfrenta es que en las aulas de San Juan Quiahije, de donde es originaria, no existe un sistema educativo que use como instrucción la lengua chatina, que cada vez más vive un desplazamiento por el castellano, lo que ella nombra como “un acto discriminatorio”.
De cabello largo y negro, Soledad brinda un acompañamiento de tiempo completo a la formación educativa de su pequeño hijo que cursa el primero grado de preescolar, en la cual ha roto reglas impuestas por su profesor, quien no habla chatino y no hace un mínimo intento de conocer la situación lingüística de los estudiantes. Por el contrario, las discrimina ordenando a los padres y madres que sólo le hablen español al sus hijos.
Por ejemplo, el maestro les dejó a los niños la tarea de practicar las cinco vocales del español. Soledad, quien es bilingüe, sabe que las vocales del chatino son iguales a las del español (excepto las vocales nasales), por lo que decidió enseñárselas de la misma manera.
Soledad elaboró frases en chatino con dibujos y todas las tardes las practican. Vladimir, con el apoyo de la madre, hace y entrega la tarea de las vocales en chatino, lo que ha causado molestias al profesor.
Se ha comprobado que, al tener la alfabetización como primera lengua, los niños tienen mejores resultados en la lecto-escritura y en el aprendizaje en general. Sin embargo, este maestro, como muchos, consideran a la lengua como producto del folkor de los pueblos y no considera que “el lenguaje es un territorio de conocimiento”, como apunta la lingüista mixe Yásnaya Aguilar.
Soledad dijo: “Al profesor no le gustó que Vladimir entregara las tareas en chatino, pero si no comenzamos ahora a enseñarle, le sucederá lo mismo que a mí, que me costó escribir el español. Ya de adulta he estado aprendiendo a escribir en mi lengua chatina, pero también me está costando mucho trabajo, porque a mí nunca me enseñaron a escribir mi lengua en toda mi educación escolarizada”.
La madre de familia recalcó que “hace falta compromiso, sensibilización de los maestros que vienen a trabajar a los pueblos, como también en el sistema educativo del país, donde por un lado hay escuelas en sistema indígena, pero en la práctica imparten clases en español”.
Para esta mujer y hablante del chatino, conservar su lengua es heredársela a su hijo, pero no sólo eso, sino también se trata, dice, de exigir el derecho que tienen los niños en las escuelas de México. Lo único que ella quiere es que su hijo, además de hablarlo, escriba el chatino.
Ella considera que las escuelas deben de enseñar las lenguas indígenas porque esta es una forma de valorizarlas para que las generaciones venideras no las vean como si fueran signos o palabras, sino como parte de su historia, identidad, su territorio, su todo. Soledad considera que las lenguas indígenas deben enseñarse primero y después el español, y por eso defiende en todo momento su lengua chatina, que se habla en un 95 por ciento en San Juan Quiahije.
El que a su hijo le instruya la lengua chatina como su primera lengua es porque no quiere repetir lo mismo que vivió en su etapa de formación educativa, cuando los profesores le prohibieron hablar el chatino en las aulas.
“Llegábamos a la escuela y nadie tenía derecho de hablar el chatino, pareciera que fuera un delito. Eso nos marcó mucho, por eso no quiero que ocurra eso con mi bebé, porque eso es violento, es discriminatorio. Debemos valorar lo nuestro, si hablamos y escribimos el chatino es porque eso somos, esa es nuestra identidad”, señaló.
Sin querer, la joven madre de familia se ha convertido en defensora de la lengua chatina y, además de enseñar a su hijo, toma las clases a distancia que imparte la Doctora Emiliana Cruz, profesora del CIESAS-CDMX. Lo que aprende lo comparte con un grupo de jóvenes con quienes se reúne semanalmente para practicar y escribir el chatino, una lengua que, de no conservarse, en un futuro desaparecerá.
Las lenguas deben instruirse desde las aulas
Lo que ha sucedido con las lenguas indígenas en las escuelas de México es usarlas como folklor y no se les reconoce como sistemas con estructuras gramaticales, en las que hay conocimiento, y eso es muy violento, reconoce Emiliana Cruz.
El 18 de diciembre, la Asamblea General de la ONU proclamó el Decenio de las Lenguas Indígenas (2022-2032), que significar buscar estrategias para preservarlas, pues de las más de 7 mil lenguas que se hablan en el mundo, casi 50 por ciento está en peligro.
La investigadora chatina menciona que las mujeres tienen un papel importante en la conservación de las lenguas indígenas, como es el caso de Soledad. Ella nos muestra cómo las mujeres preparan a sus hijos para revalorizar estas lenguas que no tienen prestigio en México, pero que, como Soledad, saben que en ellas hay conocimiento.
“Las mujeres como Soledad hacen un acto valioso para conservar la lengua, porque ellas comunican, acompañan y son dadoras. Ojalá más mujeres madres lo repitiéramos como un acto de resistencia a favor de nuestra existencia en este país”, añadió.
Cruz hace mención a la escritora mixe Yásnaya Aguilar, quien sostiene que la lengua es un territorio cognitivo, es decir, la lengua son los bosques, el medio ambiente, la cultura, los pueblos, porque a partir de la lengua se reconoce todo y se le da valor. También señala que en México existe una Ley de Derechos Lingüísticos, pero pareciera que el sistema educativo se ha olvidado de ella y no obliga a que se imparten clases en lenguas originarias, ni siquiera en el sistema de educación indígena.
Con tristeza, la investigadora enfatiza que de nada sirve que en la Escuela Normal Bilingüe Intercultural de Oaxaca (ENBIO) obliguen a los egresados a elaborar tesis en lenguas indígenas, si cuando los contratan los envían a otros sitios donde se habla una lengua distinta, lo que deriva que las clases continúen formando en español.
Cruz recalca que es urgente que las lenguas indígenas se instruyan en las aulas, pues “tenemos derecho a hablar, escribir y estudiar nuestra lengua materna. Eso no significa que no queramos aprender otras lenguas, todas las lenguas son importantes, pero desafortunadamente las indígenas no son reconocidas en los espacios de justicia, educación y salud, y por lo tanto nuestros derechos son violentados”, concluyó.
comparto la idea de señora soledad, y soy fiel creyente que las mamás tienen un gran poder para cambiar el destino de las lenguas originarias, aunque todavia hay muchas barreras que derrumbar.