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Enrique Flores: Historias teñidas de eterno azul

UAM

Tintas cobalto, granate y naranjas se revelan ante los ojos de los visitantes de la más reciente exposición del artista oaxaqueño Enrique Flores, quien comparte su gráfica con la comunidad de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). 

Sus creaciones e imaginarios pueden apreciarse en Teñir la tarde, del maestro Enrique Flores, dispuesta en las salas del Zanbatha-Museo del Valle de la Luna en Lerma, Estado de México. 

La muestra –organizada por la Coordinación de Cultura y Extensión Universitaria (CCEU) de la Unidad Lerma– presenta un compendio de grabados que ofrecen los mundos del autor originario de Huitzo, localidad ubicada en la región de los Valles Centrales en Oaxaca.

Dichas piezas invitan a adentrarse en la zona mixteca, su población y cultura, con un relato que el pintor ha contado mediante trazos firmes, colores primarios y una obra llena de contraste. 

El maestro grabador se ha inspirado en las tradiciones, costumbres y paisajes de un lugar ancestral, ilustrando en sus cuadros parte de la cosmovisión y la herencia de los pueblos indígenas del país. 

“En las líneas está el origen, allí se encuentra la fiesta de la levedad y de los vuelos: la prevalencia azulosa ofusca los símbolos. La jauría café se nos acerca y en su bárbara conquista nos parece un sueño extraño”, dice Manuel Matus Manzo en la hoja de bienvenida. 

Y es que como escribe el poeta zapoteco: entre sueño y memoria de atardeceres se levantan estándares de matices, mínimas historias teñidas de eterno azul o un amarillo envuelto en flores y cantos.

Es así como los trazos de Flores se transfiguran en poemas vivos, estampas desbordadas de color y emociones hondas; lo mismo acerca de la noche y sus constelaciones, los relatos de las culturas precolombinas o los paisajes del campo. 

En su imaginería también se encuentra un retrato de la vida cotidiana de las comunidades, la importancia de la cosecha, la belleza de las aves y los cielos, así como la figura femenina como símbolo del desarrollo de las culturas. 

Los cielos y su fiereza nocturna también son temas que atraen la mirada del artista plástico, exploraciones que presenta en tallados monocromo en los que pese a la ausencia de tonalidad, logra plasmar la riqueza y detalles de las campiñas a las que alude. 

Tal es el caso de Ofrenda, grabado en el que se observa a una mujer sosteniendo un ramo de huacalxóchitl (alcatraces blancos) de espaldas a un tzompantli –altar en forma de bastidor donde se montaba un conjunto de cráneos con el fin de honrar a los dioses–.

En la pieza Noche de luz el miembro de la primera generación del taller de artes plásticas Rufino Tamayo recrea un escenario de estrellas al agrupar astros en la bóveda celeste, en comunión con representaciones de animales y flores; así como Pasadas las seis en la que sitúa en el centro una figura que remite al xoloitzcuintle, el itzcuintli y el tlalchichi, perros nativos del México prehispánico. 

Teñir la tarde estará abierta al público hasta el viernes 7 de octubre en Zanbatha-Museo del Valle de la Luna, ubicado en Av. Hidalgo No. 22, Centro de Lerma de Villada, Estado de México. 

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