[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=aETiP_4bOvI [/youtube]
En el siguiente texto, Moisés Quintana Guerrero narra su experiencia e impresiones durante el taller de fotografía que impartió en San Bernabé Ocotepec a nueve jóvenes de esta comunidad originaria , Abraham Bello Castillo, José Manuel Morales Martínez, Mario Alberto Rubio Barajas, Guadalupe Guzman Lopez, Dennise Natali Garcia Moreno, Mirna Paola Muñoz Fernandez, Diana González Mora, Zaira Estefani Barrios Domínguez y Hatzive Tamías
México DF. A lo largo de la urbe hay colonias, pueblos y barrios olvidados u invisibles para algunos. Entre esos pueblos que son serpenteados por callejones que suben, callejones que bajan y se pierden entre voladeros tímidos y afluentes de ríos mortuorios está San Bernabé Ocotepec, lugar de los ocotes, pueblo originario, vigía de la urbe, ubicado al sur de la Ciudad de México.
Allí se encuentra el cerro de Mazatepec o cerro de Venados, que fue un importante centro ceremonial y sitio militarmente estratégico de los aztecas. A San Bernabé Ocotepec, llegamos sábado tras sábado para impartir un taller de fotografía con jóvenes del lugar.
Viajar hasta allí significaba ir a conocer nuevas cosas, era saturarse de imágenes mientras el autobús avanzaba, era salir y abrir la puerta y la ventana, quitar las cortinas y permitir que la luz, el barrio y los chicos del taller nos iluminaran con sus imágenes y con su afán de aprender y compartir lo que son, su familia, su casa, su calle y su historia.
Caminar en el pueblo de San Berna, como le dicen los chicos, era adentrarse en un laberinto de ojos adormilados con flores colgando de ellos, de banderas multicolores ondeando en los tendederos, de perros flacos merodeando las calles.
Recorrer sus callejones era un latido acelerado del corazón, era también ir apropiándose de las escalinata, de los callejón sin salida, del laberintico descender hasta encontrar una calle principal y así salir.
San Berna es llenarse de su música de banda norteña, de salsa, hip hop, reggae, reggaeton y melodías románticas que escapaban de alguna ventana y se confunden con música del Tri, tectonik y norteck.
San Berna es también llenarse de sus calles graffiteadas, de sus mercados de ropa de paca, de sus puestos de chácharas y tacos de barbacoa, de sentirse guardia y vigía del valle.
En la memoria que hoy hacemos y escribimos, que vemos y leemos, se comparten nueve formas de ver San Berna, de ver sus calles, de compartir espacios a los cuales de otra forma, muchos de nosotros no tendríamos acceso.
La forma de compartir estos lugares y visiones del barrio, del pueblo, del callejón, de la calle y de la casa, es mediante una serie de fotografías, imágenes que representan el barrio. En este trabajo los chicos nos muestran su entorno familiar, personal y comunitario.
Las imágenes muestran los lugares donde juegan, donde estudian y se enamoran; lugares en donde van creciendo, donde caminan; se muestra también su entorno comunitario: los vecinos y personajes del barrio. En estos lugares que habitan los chicos y las chicas, ellos y ellas se van haciendo hombres y mujeres distintos e iguales.
Lo que hoy se lee y se ve ya es memoria que queda como una huella en nuestras mentes, en nuestra conceptualización del mundo y del lugar que habitamos, de las calles que caminamos, de las festividades a las que asistimos. Fotografiar es crear memoria para rememorar el pasado y el presente de nuestra comunidad.
Decía Ortega y Gasset, que “el hombre es él y sus circunstancias” y así estos chicos son sus circunstancias y sus experiencias; mediante el conocimiento de sí mismos, del lugar donde habitan ellos y nosotros, nos haremos consientes del lugar al que pertenecemos en la historia.
Los ancianos sabios, los niños y niñas, aún son guardianes y vigías de la ciudad y de la memoria. Aún el cerro de los Venados y el lugar de los ocotes es el lugar en el cual se contempla el valle y se toca el cielo, aún Mazatepec es un lugar ceremonial de la ciudad.
Publicado el 25 de junio 2012