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En México hay 4 millones de padres ausentes; el rostro detrás de las madres trabajadoras

Diana Hernández Gómez

En México hay 4 millones 180 mil hogares con padres ausentes según cifras del Inegi. Esto quiere decir que esos más de 4 millones de familias cuentan con un sustento económico gracias al trabajo de una madre autónoma. Las condiciones en las que trabajan estas madres las someten a una doble violencia: por un lado viven las consecuencias del abandono paternal y, por otro, atraviesan los estragos de un mundo laboral que no está diseñado para la maternidad.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 7 de cada 10 de las 4 millones 180 mil madres autónomas son económicamente activas. La mayoría de ellas —cuatro millones— son mujeres de entre 30 y 34 años, y distribuyen sus ingresos de la siguiente forma:

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Inegi

¿Cómo obtienen sus ingresos estas mujeres? De acuerdo con el Inegi, el 78 por ciento de ellas trabajan como subordinadas a un patrón o empresa. El 18 por ciento, por su parte, ve la forma de generar ingresos por cuenta propia, mientras que solo el 2 por ciento de ellas obtienen ingresos gracias a ser empleadoras de otras personas. Además, otro dos por ciento realiza trabajos sin un pago económico. Por otra parte, solo 7 de cada 10 de las madres que trabajan para un empleador o empresa tienen acceso a las prestaciones de ley.

El perfil de las madres trabajadoras

La imagen que el Inegi presenta de las madres autónomas puede complementarse con un reciente análisis hecho por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). De acuerdo con su investigación “Radiografía de las madres en la economía”, las madres trabajadoras tienen, en promedio, entre 1 y 2 hijos.

Según indica el IMCO, la mayoría de estas mujeres tienden a buscar empleos con horarios flexibles, los cuales suelen encontrarse en trabajos informales. De hecho, 6 de cada 10 madres trabajadoras están en el campo de la informalidad. Esto se traduce en trabajos sin prestaciones, y si bien las mujeres tienen jornadas laborales más cortas, los ingresos que obtienen por sus labores son menores.

Otro de los factores detrás del trabajo de las mujeres en el campo de la informalidad es el nivel educativo. Al respecto, IMCO señala que 4 por ciento de las madres con uno o dos hijos no terminaron la primaria; por su parte, 52 por ciento de las madres con 6 hijos o más tampoco completaron este grado escolar. 

El número de hijos también juega un papel importante al momento de buscar fuentes de ingresos. De acuerdo con IMCO, mientras más hijos tenga una mujer, mayor será la probabilidad de que intente generar dinero por cuenta propia y no con un empleador.

A estos trabajos precarios se suma también la carga de las labores de cuidado. Como ya sabemos, en México, las mujeres realizan 2.3 veces más tareas domésticas no pagadas que los hombres, lo que las mantiene lejos de acceder a trabajos remunerados. Pero, ¿qué hay detrás de todas estas cifras? La respuesta está en las paternidades ausentes.

La maternidad autónoma y los deudores alimentarios

Por primera vez, la activista Diana Luz Vázquez Ruiz presentó un informe sobre maternidades en México durante una conferencia en el estado de Guanajuato. En ella, la impulsora de la Ley Sabina expuso los testimonios de 565 madres autónomas que han tenido que sustentar económicamente a sus familias ante el abandono paternal. 

Del total de estas 565 madres, 31.3 fueron abandonadas durante la gestación de sus hijas e hijos. En el 47.3 por ciento de los casos, el padre abandonó la familia apenas nacieron sus hijos o hijas, y el 85.1 por ciento dejaron el hogar cuando sus pequeños tenían tres años de edad o menos.

Este abandono se refleja, sobre todo, en el aspecto económico. Así, en solo 5 de cada 10 de los casos analizados por Vázquez Ruiz las exparejas de las madres autónomas colaboraron en los gastos del parto, y 6 de cada 10 hizo lo propio con los gastos previos al nacimiento de sus hijas e hijos.

Diana Luz Vázquez también identificó que únicamente 7 de cada 10 madres envueltas en esta situación han presentado una denuncia por pensión alimentaria en contra de los padres de sus hijos. Este dato concuerda con las cifras del Inegi, según las cuales, solo 2 de cada 10 madres autónomas tienen como una de sus fuentes de ingresos transferencias económicas como la pensión alimentaria. 

El problema de las paternidades en México se ha convertido, así, en una carga económica para las madres, quienes además —por lo regular— experimentaron violencias previas durante la relación con el padre de sus hijos. Algunas de estas violencias son la psicológica (manifestada en burlas y humillaciones), la física y la económica. De igual forma, en 7 de cada 10 casos, los agresores aislaron a las mujeres de sus redes de apoyo, dificultando su salida de estos entornos violentos.

Pero no solo eso: en los 565 casos se identificaron otros patrones como el hecho de que los deudores alimentarios abandonan el hogar y además dejan deudas en él como gastos de renta, agua, luz o teléfono. También suelen endeudar a sus exparejas haciendo trámites a nombre de ellas y, una vez que dejan a su familia, extraen muebles u otros bienes materiales de sus exhogares. En 2 de cada 10 de los casos, además, los deudores sacaron a sus hijos y su expareja de casa para quedarse ahí. También 2 de cada 10 sustrajeron el automóvil de la mujer, y 9 de cada 10 abandonó a sus hijos en complicidad con su familia.

De acuerdo con Vázquez, detrás de estas violencias suele haber hombres con perfiles sociópatas y narcisistas que tienen actitudes pasivo-agresivas hacia sus parejas. No muestran empatía, remordimiento o culpa, y tampoco tienen vínculos afectivos genuinos con sus hijas e hijos. Pero no están solos: la violencia institucional los exime de sus responsabilidades.

Esta violencia no castiga a los deudores alimentarios por presentar recibos falsos en los juicios, ni por cambiar el nombre de sus propiedades o cambiar de trabajo recurrentemente para evitar pagar la pensión. Por si fuera poco, aun con esto, 8 de cada 10 de estos deudores, de estos padres ausentes, se ofende cuando una mujer le pide la manutención de sus hijos e hijas.

Cada vez que hablemos sobre maternidades autónomas es necesario mirar todos estos factores. Quizás así la conversación se transforme: ya no diremos más “madre soltera”, ahora expondremos a los 4 millones 180 mil hombres que han huido de ejercer una paternidad responsable.

Publicado originalmente en CIMAC Noticias

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